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Bruselas cierra la reforma financiera con otro aviso a la City de Londres

Ocho años después de la bancarrota de Lehman Brothers, la regulación financiera internacional es más estricta pero dista mucho de ser la refundación del capitalismo que prometieron los líderes mundiales en su día. Europa aprobó hace unos días un amplio paquete de reformas que incorpora con matices las exigencias pactadas a nivel global. Y Bruselas anuncia hoy la última pieza legislativa de calado: un plan para reforzar la estabilidad de las cámaras de compensación, instituciones semidesconocidas pero fundamentales para el funcionamiento de los mercados, de las que depende el 70% de las operaciones con derivados, un mercado que mueve 500 billones de euros (50 veces el PIB de la zona euro) y que serán uno de los caballos de batalla en la negociación sobre el Brexit.

Las cámaras de compensación
en un ejemplo: España

Agosto de 2011. La crisis del euro va a más. Las dudas sobre Italia y España cunden en los mercados. La prima de riesgo española juega con la barrera de los 400 puntos básicos. Se acerca a la zona de riesgo que ha marcado LCH.Clearnet, los 450 puntos básicos.

Esta es una de las cámaras de compensación más importantes de Londres y había fijado en esa cota el límite para calificar los bonos españoles un “indicativo de riesgo soberano adicional”. Llegar a esto supondría que los títulos españoles se devalúan como garantía en las transacciones financieras a corto plazo que LCH.Clearnet se encarga de asegurar los pagos entre bancos. Consecuencias: las entidades pagan más por usar los bonos del Tesoro en esas operaciones y los bancos españoles tendrían más difícil acceder a la liquidez.

El listón se superó en noviembre de 2011. Las dudas sobre España crecieron: la prima de riesgo llegó a los 638 puntos básicos en julio de 2012. Entre un hito y otro, en mayo, llegó el rescate financiero.

La Comisión se enfrenta al dilema de reformar la regulación sin dañar el crédito, y sin dejar demasiado expuestos a unos bancos que siguen mostrando debilidades en varios países, empezando por Italia. Los planes del brazo ejecutivo de la UE han provocado ya un choque entre Francia y Alemania —básicamente, por los colchones que exigen a las grandes entidades para el hipotético caso de quiebra de una de ellas—, cada uno en defensa de los intereses de su propio sistema financiero. Y de rebote ha dejado fricciones con Reino Unido, que recela del impacto de alguna de las normativas sobre la City cuando aún no ha empezado la negociación sobre el Brexit. Una de las medidas ya aprobadas obliga a las filiales europeas de los grandes bancos —los Goldman Sachs, Morgan Stanley, JP Morgan y compañía— a reforzar su capital: Londres teme que eso sea una invitación a que esos grupos establezcan en el continente parte de las operaciones que ahora basan en Londres, extremo que niega Bruselas.

Pero en ese pulso Londres-Bruselas, la Comisión ataca hoy una de las joyas de la corona de la City: las cámaras de compensación, instituciones financieras que vinculan las dos partes de cualquier transacción con deuda pública, acciones, derivados e incluso materias primas, y que permiten manejar el riesgo de que cualquiera de las dos partes no sean capaces de hacer los pagos a los que se han comprometido. Hay 17 en Europa, que controlan el 70% de las operaciones con derivados financieros, esas “armas de destrucción masiva” (en palabras de Warren Buffet) que mueven unos 500 billones (con b) de euros y que han multiplicado la complejidad financiera.

La parte del león de ese negocio está en Londres: el BCE ha litigado para llevarse al suelo continental esas instituciones, pero se llevó un revés por parte del Tribunal de Justicia Europeo. El BCE podría volver a la carga. Y cuenta con el respaldo de los grandes: Francia reclamó que esas cámaras estén en el continente (al menos en las operaciones con euros) al día siguiente del referéndum británico, y Alemania le apoya.

Bruselas evita en su propuesta —obtenida por este diario— toda referencia explícita al Brexit, pero no esconde que quiere regularlas. La propuesta se centra en la “recuperación y resolución” de esas instituciones. Participadas por los propios bancos y fundamentales para engrasar los mercados y evitar sustos, Bruselas quiere atarlas en corto. Persigue “reducir los posibles riesgos de que una de esas cámaras quiebre” y provoque una sacudida en los mercados, según la propuesta, por lo que les exigirá “planes de recuperación y de resolución”, tal y como hace con los bancos demasiado grandes para caer. En plata: les exigirá “cambios en su estructura operativa y legal” y, sobre todo, “recursos para la absorción de pérdidas” para asegurarse de que “no son un peligro para la estabilidad financiera y no provocarán costes a los contribuyentes”, según el texto de la propuesta.

Bruselas deja claro que las competencias de supervisión son nacionales, pero obliga a los reguladores de los países a actuar colectivamente en caso de que haya problemas, bajo el paraguas de la ESMA, la autoridad europea que supervisa los mercados. La Comisión, en fin, da un nuevo aviso a las clearing houses, como se les conoce en la jerga financiera. Esto es tanto como decir la City, ante la batalla que se avecina sobre esas instituciones relacionada con el Brexit.