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El PNV se teme un engaño del PSOE como el de Pamplona: recibir el Gobierno para dárselo después a Bildu

Los de Ortuzar temen literalmente ser presa de un engaño como el sufrido por UPN en el Ayuntamiento de Pamplona, donde el propio Pedro Sánchez ordenó dar la Alcaldía a los forales en un primer momento simplemente por imagen con el pacto oculto de quitárselo a UPN para dárselo a Bildu en el momento en el que más le interesase a ambos partidos.
Desde el PNV descuentan ya que los pactos con Pedro Sánchez no valen para mucho. Creen que pueden forzar al PSE-PSOE a darles el apoyo bajo amenaza de una moción de censura nacional -siempre dependiendo, claro está, de los resultados de las elecciones-, pero temen que puedan ser presa de un «cambio de opinión» de Sánchez en el momento en el que le interese a él o a Bildu.

La clave estará en el resultado conjunto de la izquierda en las elecciones vascas. Traducido: si las formaciones del denominado como pacto de progreso -donde están Bildu, el PSOE y Sumar- superan la mayoría de los 75 escaños vascos, el control será de Bildu, porque podrá exigir dos cuestiones decisivas para ellos: la primera, forzar el PNV a desdibujar su perfil y frustrar a sus votantes si quiere mantenerse en el poder -en caso de alcanzarlo-. Y, dos, exigir por parte de Bildu, no sólo otras plazas importantes y más poder en Navarra, sino, además, una moción de censura en el momento preferido. Y esos dos objetivos permitirían a Bildu, por otra parte, mantener a Sánchez en Moncloa para concluir la excarcelación de los etarras sin temer una moción de censura del PNV en el Congreso de los Diputados.
Traducido: el engaño de Pamplona a UPN, pero en el País Vasco y con el PNV.
Y, todo ello, partiendo de que Bildu no gane con el suficiente margen como para exigir el Gobierno vasco.

Hay que recordar que fue el propio aparato oficial de Bildu el encargado de desvelar el engaño de Pedro Sánchez en Pamplona. El presidente había dicho que no entregaría Pamplona a Bildu con los votos del PSOE y, evidentemente, lo hizo una vez que habían pasado las elecciones del 23-J y la formación de su Gobierno. Porque lo que buscaba era retrasar la entrega de una gran plaza al partido heredero de ETA para que no le afectase en sus ansias personales de poder.

Bildu fue el que marcó los tiempos y fue tajante en sus mensajes al PSOE: «Pamplona la queremos ya, no aceptamos negociarla como contraprestación en las elecciones vascas», dijeron. Y, por supuesto, mandó Otegi.

El Partido Socialista de Navarra dio su consentimiento a la moción de censura contra la alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola (UPN) para entregar el consistorio a los proetarras de Bildu. Libertad Digital ya había adelantado que el Ayuntamiento de Pamplona era una de las piezas clave de la negociación de Bildu con Sánchez. Un pacto del que nada se ha conocido oficialmente, salvo por las informaciones de Libertad Digital.

Pero el puzzle era mucho más amplio. Para empezar, el pacto real sobre este asunto fue sellado entre el PSOE y los proetarras antes de las elecciones del 28-M. Y era muy simple: la fuerza «progresista» que quedase más adelantada de entre los partidos de izquierda tendría que recibir el apoyo de todo el resto de esas formaciones. El PSOE, tras ver que la regla pactada se cumplía en Pamplona tras el 28-M —fue la segunda fuerza por detrás de UPN, pero la primera «progresista»— pidió a Otegi permiso para incumplir el acuerdo porque «supondría un problema de cara a las elecciones del 23-J». Traducido: pactó engañar a los votantes escondiendo el pacto para entregar Pamplona a los herederos de ETA.
Y ahora el PNV se teme una jugada calcada. Una que permitiese a Sánchez no irritar demasiado al PNV permitiéndoles mantener el Gobierno vasco, pero con la vista puesta en una futura moción o ejecutivo títere de un Parlamento regional controlado por Bildu y su pacto con el PSOE.