Inicio Cosas que pasan Diccionario de periodismo digital: “Balance”

Diccionario de periodismo digital: “Balance”

Pocos géneros tan transitados como los balances. No hay medio que se resista. Cada fin de año aparecen, puntuales, en medios de papel, sitios web, blogs y hasta cuentas de Twitter.

Es entendible: como los obituarios, pueden prepararse con la suficiente anticipación y por lo tanto hacer un periodismo de mayor calidad que el que se ofrece a diario. Visto de esta manera, el balance es el obituario del año que se muere.

Aparte, cumplen dos funciones prácticas. Dejar que los periodistas descansen en las semanas de las fiestas programando balances en cada sección y a veces más de uno por sección. Y bombeear contenido en días en que las noticias suelen ser escasas (también se asignará un lugar a las previsibles víctimas de la pirotecnia, otro clásico).

Es que si el periodismo es la primera version de la Historia, los balances son su materia prima. Si yo fuera un historiador del siglo XX y lo que va del XXI, probablemente tomaría el atajo de los balances para ver qué fue quedando de cada año, curado por sus testigos preferenciales, los periodistas.

Claro que además este hipotético historiador debería tomarse el trabajo de revisar los medios de diciembre, un mes que tradicionalmente queda afuera de los balances porque suelen cerrarse bastante antes para poder salir antes de que termine el año, su fecha de vencimiento. Un balance en enero no le importa a nadie, ahi es el turno de “Lo que se viene en”.

El balance da la libertad de incluir cosas que durante el año tal vez ni aparecieron en las páginas de un medio. Fenómenos, palabras, modas… Si cualquiera es un genio con el diario del lunes, el balance es el diario del lunes por excelencia, el lugar para borrar con el codo del balance lo que se escribió con la mano de la actualidad caliente.

Por eso no debería sorprender que, en el balance por antonomasia, el de “Personaje del año” de la revista Time, hayan elegido a Donald Trump después de haberlo denostado en sus tapas y no haber hecho una autocrítica. Están las dos más conocidas, con Trump derritiéndose:

y esta, menos popular pero mucho más dura:

Lo cierto es que no podían no elegirlo. ¿A quién iban a poner? ¿A Hillary? Y en todo caso, asegurar que Trump se caía fue un error en el que incurrieron la mayoría de los medios profesionales de EE.UU., con endorsement a Mrs. Clinton incluido. En ese sentido, el fail mayúsculo fue el de Huffington Post burlándose de la candidatura de Trump y anunciando que iba a cubrirla en la sección Espectáculos en lugar de en Política.

Time podía haberse escapado del compromiso eligiendo una abstracción, una institución o como en 2006 cuando, en un alarde tribunero, ganó “You”.

Pero eligieron hacer periodismo con un elegante toque editorial, “President of the Divided States of America” y, de paso, avivar el fuego para una conversación/promoción en las redes.

Y otra cosa: no solo Time tuvo un mal diagnóstico con Trump. Trump profetizó que Time jamás se animaría a ponerlo en esa tapa. Sin embargo, ambos pusieron sus conveniencias por sobre su orgullo. Por lo visto, la falta de visión de presidente y revista les molestó mas a los tuiteros que a los propios protagonistas. Acá, una fotografía de la sesión hecha para la tapa:

Nuestro historiador imaginario no registrará estas incoherencias: los medios hacen balance de todo y de todos, menos de sí mismos.