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Por qué Harvard recomienda dar importancia a las migrañas


Dolor de cabeza intenso precedido de malestar general, presión craneal, náuseas, visión borrosa o con pérdida parcial, irritabilidad, pérdida de la sensibilidad en distintas partes del cuerpo, hormigueo en los brazos, fotosensibilidad… ¿Reconoces todos o algunos de estos síntomas? Sí, son los relacionados con las migrañas, unos trastornos que afectan a 1 de cada 5 mujeres y, sin embargo, continúa estando social y médicamente marginada aún en 2016.


Se calcula que solo en el Reino Unido hasta 8 millones de personas padecen esta patología, lo que nos puede hacer sospechar que a nivel mundial esta cifra se podría transformar en varios cientos de millones. ¿Por qué se investiga tan poco en sus causas y su cura? Un estudio reciente demostraba que hasta en la Edad Media se le daba más importancia que ahora en pleno siglo XXI. Una información que revela no solo remedios prácticamente caseros para combatirla o prevenirla sino un dato muy importante: que es un trastorno que está catalogado desde hace siglos a pesar de que está íntimamente relacionado con el ritmo de vida actual.


Quienes sufren las migrañas no solo se quejan del obvio trastorno que supone para su salud; también se enfrentan a la falta de ‘legitimidad’ que sufren a veces como enfermos ya que no es algo fácil de demostrar. Es decir, no tiene una sintomatología externa visible y muchas de sus manifestaciones no son fácilmente mensurables. ¿Cómo se puede medir el dolor? ¿Cómo puedes demostrar lo mucho que te molesta la luz? La incomprensión, también incluso por parte de los facultativos, es general.


Hay un factor que hace a las personas firmes candidatas a padecer migrañas: el ser mujer. Los cambios hormonales, los anticonceptivos orales o la propia naturaleza femenina nos convierte en quienes padecen más habitualmente este trastorno; hasta un 52% de las mujeres reconoce sufrir dolores de cabeza frecuentes frente al 37% de los hombres. La ‘culpa’ también la encontraríamos en nuestros cerebros, mucho más excitables, que llevarían a una más fácil contracción de la corteza cerebral. Así, pequeños cambios como los de temperatura, humedad o variaciones en el sueño pueden desencadenar una migraña. 


También se enfrentan a la falta de ‘legitimidad’ que sufren a veces como enfermos ya que no es algo fácil de demostrar.


Hasta el momento la ciencia no ha encontrado una cura para la migraña, solo remedios más o menos eficaces para calmar y controlar sus síntomas, especialmente el dolor. Hay soluciones naturales, químicas y hasta se ha descubierto recientemente que practicar sexo con regularidad podría ser altamente beneficioso para encontrar alivio. Pero las causas aún son desconocidas.


Un estudio reciente ha encontrado a la luz como uno de los desencadenantes más comunes, y que la intensidad de la migraña puede variar dependiendo del color. Se descubrió que la luz de color verde produce un dolor mucho menos intenso y era tolerada mucho mejor que, por ejemplo, la de color azul o rojo. Esta vía de investigación sería muy interesante y más teniendo en cuenta la exposición lumínica que vivimos en los países desarrollados, donde la oscuridad es un bien verdaderamente escaso.


Desde la Universidad de Harvard no han encontrado una solución a las migrañas pero, al menos, hacen una recomendación muy sensata: de momento, el mejor tratamiento es la prevención. Hay que intentar no exponerse a aquello que las desencadena (el estrés, los excesos lumínicos…) y dormir adecuadamente, algo relativamente sencillo que cualquiera puede llevar a cabo. Pero, sobre todo, afirman rotundamente que «nadie debe sufrir sus migrañas en silencio«: que la incomprensión o la falta de información sobre ellas no te impidan acceder a todo lo necesario para intentar paliar esta dolencia.