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La mala calidad de la docencia universitaria en España

La mala calidad universitaria provoca desmotivación y abandono de los estudios

La universidad española es absolutamente mejorable

Actualizado 28/10/16 18:15

La mala calidad de nuestra universitaria  comienza a trascender fronteras.

La calidad de la enseñanza universitaria -comparada en el ranking mundial universitario– es sustancialmente mejorable en cuanto a su profesorado, calidad de los planes de estudio e investigación trascendente.

La tradicional endogamia en la contratación de profesores, unos planes de estudios alejados de la realidad profesional, una escasa exigencia a los alumnos y el mediocre interés internacional demostrado por las investigaciones universitarias españolas son algunos de los principales problemas de la calidad universitaria en España.

Así lo considera, al menos, el Academic Ranking of World Universities que  sitúa cerca del puesto 200 a la Universidad de Barcelona como la mejor universidad española. Sin embargo, en España existen entidades privadas que se apresuran a elaborar, con otros métodos de evaluación, nuevos rankings donde la universidad española no salga tan mal parada.

Es el caso de la U-Ranking, la clasificación nacional elaborada por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) y la Fundación BBVA, que intenta contrarrestar el desprestigio internacional de las universidades españolas. El nuevo ranking nacional, cuyos métodos han sido muy cuestionados, ha colocado en los primeros puestos a la Universidad Pompeu Fabra, Universidad Autónoma de Barcelona, a la Universidad Politécnica de Cataluña y a la Universidad Politécnica de Valencia. Estas universidades están consideradas las mejores del país, pese a que ninguna de ellas constan en el ranking de las 100 mejores universidades del mundo.

Tecnocampus de Mataró es una universidad que apoya el folklore catalán.

La peor de España es la Universidad San Jorge, la Universidad Privada de Zaragoza, siempre según este ránking, que sitúa también a la cola a la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned), la Universidad Oberta de Catalunya, (UOC), Tecnocampus de Mataró, la Universidad de Vic, la Universidad Católica de Valencia, la Universidad a Distancia de Madrid y la Universidad Europea de Madrid.

Alumnos y profesores con escasa preparación

Resulta significativo que el 95% o más del alumnado aprueba la selectividad y, la mayoría, con una capacidad de aprendizaje baja, y conocimientos que no se corresponden a lo exigible. Esto da lugar a abandono de los estudios, a cambios de carrera a otras más fáciles, y al surgimiento de universitarios longevos. Los alumnos se quejan de los profesores y los profesores del nivel de conocimientos con el que les llegan los alumnos.

La calidad universitaria es un problema directamente relacionado con el sistema de contratación del profesorado.

En las encuestas realizadas en Estados Unidos, China, o Alemania, solo por citar algunos países desarrollados, los alumnos quieren estudiar aquellos que tienen mejor salida, que la sociedad demanda, ya que el esfuerzo que van a realizar es para tener mejores opciones de trabajo y no para estar en el paro o aceptar trabajos para los que no se han preparado. En España los alumnos, en porcentajes lejanos a los de los países mencionados, contestaban que querían estudiar aquello que les gustaba, realizarse personalmente, donde les resultaba más acorde a sus capacidades, y claro eso no da lugar a un trabajo ni la oferta da lugar a la demanda.

En cuanto a los profesores, resulta evidente la endogamia practicada durante décadas por universidades tan conocidas como la Pompeu Fabra y sus adscritas, la Autónoma de Barcelona, Complutense de Madrid y Carlos III de Madrid. Todas estas se caracterizan sin excepción por la temporalidad y baja retribución. Sin pretensión de exhaustividad, encontramos hoy en las universidades españolas contratos de post-doc, investigador visitante, agregado, lector, visitante lector, ayudante lector, ayudante específico o ayudante de programa propio. Y seguimos: profesores asociados de 6, 8 o de 12 horas, profesores titulares interinos a tiempo completo o a tiempo parcial, etc. E incluso una figura que seguro que causa furor en el futuro: el profesor «honorífico», quien da clases de forma voluntaria, sin cobrar ni tener contrato alguno.

La Universidad de San Jorge, Tecnocampus de Mataró y la UOC son sinónimos de pésima calidad universitaria.

Las redes sociales han destapado un reciente caso que describe el nepotismo y la endogamia de los responsables de la nueva universidad española.

La recientemente creada Universidad Tecnocampus de Mataró (adscrita a la UPF) publicó un anuncio en febrero de 2016, en el que se solicitaba una plaza de profesor para el Grado de Medios Audiovisuales. Al concurso se presentó el doctor en Periodismo de mayor antigüedad de España, profesor acreditado por la ANECA, con más de 30 años de experiencia en medios de comunicación y docencia y que, a la postre, resulta ser un conocido escritor. Su candidatura fue rechazada porque el joven y recién licenciado, que ejercía a dedo las funciones de Coordinador de Estudios, consideró que el candidato propuesto -pese a obtener la mayor puntuación objetiva- resultaba sobre cualificado para el desempeño de la plaza y el salario ofrecidos. En su lugar, se contrató a otro recién graduado compañero y vecino de la comarca. Esta pequeña anécdota -que no es baladí- puede ilustrar cómo nuestras universidades se alejan cada vez más de la tan cacareada Excelencia universitaria.

¿La mala calidad universitaria afecta a las privadas?

El trabajo publicado por BBVA, asegura que «las universidades privadas se sitúan en el ránking general por debajo de la media del sistema universitario español». En concreto, las privadas están 12 puntos porcentuales por debajo de las públicas. Si indagamos en rankings internacionales acreditados que valores la Excelencia, las universidades privadas españolas son inexistentes.

«Estamos ante un sistema que es extraordinariamente heterogéneo en los resultados. Tanto en las públicas como en las privadas hay muchos niveles altos y bajos. Sí que es cierto que, en la parte de rendimiento alto, hay 13 universidades públicas, lo que representa el 27%, y dos universidades privadas, lo que representa el 15%. Los niveles de rendimiento son superiores en el sistema público que en el privado», explica Joaquín Aldás, responsable junto a Francisco Pérez del estudio.

«Los resultados docentes de las universidades privadas superan en un 8% la media del sistema universitario, situándose por encima de la misma ocho de las 13 analizadas. En cambio, ofrecen muy pobres resultados en investigación, situándose en conjunto un 36% por debajo de la media, que sólo es superada por la Universidad de Navarra«, indica el trabajo. Y añade: «En innovación y desarrollo tecnológico sus resultados son mejores, situándose seis de las 13 analizadas por encima de la media».

En realidad, la gran mayoría de las universidades en los primeros puestos son públicas. En investigación, lidera la lista la Autónoma de Barcelona. Y en transferencia tecnológica, la Politécnica de Cataluña.

¿Han mejorado las universidades desde la edición anterior del ranking?

La respuesta es no. El sistema está prácticamente estancado y el rendimiento es inferior al de 2015. Tampoco se espera una mejora para el próximo curso 2016-2017. Los problemas de la universidad no sólo no se resuelven sino que aparecen nuevos. La tradicional endogamia de los profesores universitarios se ha transformado en pequeños cortijos dominados por una nueva casta universitaria que ocupa la docencia pública y privada con intereses alejados de un objetivo de Excelencia.

El trabajo ha sido realizado por un equipo de investigadores y técnicos dirigidos por Francisco Pérez, director de Investigación del Ivie, y Joaquín Aldás, profesor de investigación del Ivie. Ambos son profesores de la Universidad de Valencia.

Pérez ha resaltado que «la atención que se presta a los rankings hace que las universidades estén preocupadas» y puedan realizar «mejoras substantivas».

¿Si se invirtiera más, mejorarían los resultados?

Rotundamente no. La excusa perfecta en la que se escudan las universidades suele ser la falta de recursos económicos. En este sentido, Francisco Pérez añade: «Lo que importa no sólo es gastar más, sino gastar mejor. No se trata de dar más dinero, sino de dar unos recursos en la medida que estos objetivos se vayan cumpliendo».