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Carta Magna, la primera Constitución de la Historia

Juan sin Tierra


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Juan I de Inglaterra (1166-1216) ha pasado a la Historia como Juan sin Tierra debido a su carencia de herencia –por ser el menor de los hijos de Leonor de Aquitania y Enrique II– y también a haber perdido los territorios en Francia de su dinastía, los Plantagenet. Además, el cine y la literatura lo han consagrado como un malvado absoluto, reverso de su virtuoso hermano mayor y antecesor en el trono, Ricardo I o Corazón de León. Pero, si bien es cierto que ya en vida fue acusado de crueldad, despotismo e ineptitud militar –esta “cualidad” le valió otro apodo: Espada Suave–, debe reconocerse su participación en uno de los grandes hitos del largo camino de lucha por los derechos humanos: la Carta Magna.

La Carta Magna o Gran Carta (en latín, Magna Charta libertatum: Carta Magna de las libertades) fue la influencia primitiva más significativa en ese extenso proceso histórico, que condujo a las leyes constitucionales actuales. En realidad, Juan sin Tierra se vio forzado a aceptar y firmar el documento, ante los graves problemas sociales y de política exterior que padecía el reino, por los miembros de la nobleza anglosajona, que reclamaban los mismos derechos que los aristócratas normandos (favorecidos por los Plantagenet, que también lo eran). La Carta fue elaborada tras tensas y complicadas reuniones y, después de muchas luchas entre los nobles, sería finalmente sancionada por el Rey en Londres el 15 de junio de 1215.

Los 63 artículos del texto aseguraban los derechos feudales frente al poder del rey y protegían otros: el derecho de la Iglesia a quedar fuera de la intervención del Gobierno, los de todos los ciudadanos libres a poseer y heredar bienes, el de las viudas con propiedades a decidir no volver a casarse, etc. Asimismo, establecían garantías de igualdad ante la ley y contenían disposiciones que prohibían el soborno y la mala conducta de los funcionarios. Por todo ello, la Carta Magna está considerada un precedente de las constituciones modernas –que limitan el poder del rey o presidente a través de un consejo, senado, parlamento o asamblea– y uno de los documentos legales más importantes en el desarrollo de la democracia.