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¿Cuál es el museo más curioso sobre Darwin?

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Existen en el mundo diversos museos e instituciones científicas cuyos espacios están dedicados total o parcialmente al gran biólogo inglés Charles Darwin (1809-1882), padre del evolucionismo. Sin ir más lejos, en España contamos con el Museo de la Evolución Humana, en Burgos. Pero quizás el más curioso, por varios motivos, sea el Museo Estatal de Darwin de Moscú. En primer lugar, por la fecha tan temprana de su fundación: abrió sus puertas el 7 de octubre de 1907 –es decir, diez años antes de la Revolución soviética, en la Rusia de los zares–; y llama la atención que esta institución pionera surgiera a tantos kilómetros de la patria del naturalista más famoso de todos los tiempos.

Su fundador fue el joven zoólogo Alexandr Kots y otra de sus peculiaridades es su tamaño: es el museo de ciencias naturales más grande de Europa. Está centrado, claro, en la teoría de la evolución y alberga una gran colección de ejemplares fósiles (mamíferos, aves…). Pero, como no podía ser de otra manera, los dos museos más importantes dedicados a Darwin están en Inglaterra. El primero de ellos es el Centro Darwin, ubicado dentro del Museo de Historia Natural, en Londres, como un espacio diferenciado: son dos edificios adyacentes al principal con las colecciones entomológicas y botánicas reunidas por el científico en el viaje del Beagle y más tarde. ¿La estrella? El calamar gigante Archie (8,62 metros).

El segundo destaca por razones sentimentales y biográficas: se trata de la Casa-Museo de Darwin en Down House (Down, Bromley, a 22 km de Londres; en la foto que ilustra este artículo). La que fuera residencia de la familia Darwin desde 1842 hasta 1907 –allí murió Charles y también su mujer, Emma, en 1896– pasó luego por distintos avatares (fue un internado femenino hasta 1922) antes de que la adquiriera el English Heritage, el equivalente a nuestro Patrimonio Nacional, y la convirtiera en museo. Hoy puede visitarse para descubrir al Darwin íntimo y familiar: sus objetos cotidianos, su biblioteca, los caminos por los que paseó y meditó o el invernadero donde realizaba sus experimentos botánicos.