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El periodismo independiente y la represión

(Foto: laopcion.com.mx)

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LA HABANA, Cuba.- Los comunistas, que tanto han criticado a los legisladores burgueses por no hacer las leyes complementarias a la Constitución de 1940, han multiplicado ese error. Entre 1940 y marzo de 1952, fecha del golpe de estado de Batista, hubo más de once años de democracia. En el caso de la constitución comunista impuesta en 1976, los legisladores pagados por el castrismo han tenido 40 años para redactar las leyes complementarias y no lo han hecho.

Entre las que no se han dictado está la ley de prensa. El artículo 53 de la Constitución vigente establece: “Se reconoce a los ciudadanos la libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista. Las condiciones materiales para su ejercicio están dadas por el hecho de que la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada, lo que asegura su uso al servicio exclusivo del pueblo trabajador y del interés de la sociedad”.

La libertad de palabra y prensa no es un regalo del castrismo sino un derecho reconocido en el artículo19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

La constitución cubana condiciona el ejercicio de ese derecho a que sea congruente con los fines de la sociedad socialista. Esta expresión me provoca varias preguntas: ¿Dónde están plasmados los fines de la sociedad socialista? ¿Quién los estableció y aprobó? ¿Qué prueba existe de que esos fines garantizarán el progreso y la igualdad de los ciudadanos? ¿Cómo se puede hablar de socialismo en un país donde la sociedad no controla, administra ni es dueña de nada, y donde el propio Fidel Castro reconoció públicamente que no sabía nada de socialismo? ¿Es la sociedad socialista un ente anquilosado o uno cuyos intereses cambian según los intereses del pueblo?

En cuanto a que el ejercicio de ese derecho está garantizado debido a que los medios de difusión masiva son de propiedad estatal y social, habría que preguntar cuál de esos medios es de propiedad social pues el castrismo no permite ni el periodismo de barrio. Aquí todos los medios son propiedad del estado y en ellos se publica lo que impone el departamento ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

Gracias al férreo control que ejerce sobre los medios de difusión masiva, el castrismo manipula la realidad, oculta información y logra que crímenes horrendos como la matanza de Río Canímar, lo ocurrido con el trasbordador “13 de Marzo”, el derribo de dos avionetas civiles durante la administración de William Clinton y los abusos que se han cometido y todavía se cometen en las cárceles cubanas y unidades de la policía sean silenciados. No conozco a ningún colega oficialista que se haya atrevido a investigar sobre esos sucesos, ¡y hablan de objetividad! Por eso es que el castrismo bloquea, limita, controla y niega el acceso libre de los cubanos a Internet; por eso prohíbe las antenas parabólicas de televisión y bloquea las señales de Radio y TV Martí y de otras emisoras de radio y televisión.

Dentro de ese contexto discriminatorio, la prensa independiente ha ido ganando terreno gracias a su perseverancia y talento. No se trata de una labor carente de riesgos. La reciente ola represiva en contra de los colegas que desde el occidente del país vinieron hasta las zonas perjudicadas por el huracán Matthew para investigar sobre el terreno e informar lo que la prensa oficialista calla, es un ejemplo de esa represión. Todos fueron detenidos ilegalmente, despojados de sus medios de trabajo y reenviados a sus municipios. Eso ocurrió contando con la deleznable complicidad de quienes dirigen la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC). Creo firmemente que llegará el día en que los ejecutores de esta represión y sus cómplices tendrán que rendir cuenta ante la justicia y la historia. Por eso es importante que todo lo que ocurra con la sociedad civil independiente sea registrado minuciosamente, incluidos los nombres de quienes ejecutan la represión o la apoyan.

Pero esa acción ofreció también un mensaje subliminal que evidencia el valor creciente del periodismo libre: se teme su presencia porque representa un punto de vista realmente objetivo, muy diferente al que los ciudadanos reciben de parte de los medios oficialistas. Si lo que escriben los periodistas libres fuera anodino, el castrismo no reaccionaría así.