“Mi estado de ánimo cambió por completo tras mi victoria en la 10ª partida; hasta entonces no estaba nada contento. Ese día me marqué el objetivo de llegar al desempate, porque pensé que era lo más conveniente para mí”, explicó el noruego. Pero cuando se le insistió en ese punto, dijo lo que muchos piensan: “Tengo que trabajar seriamente en cómo recuperarme de las derrotas o de mi descontento cuando no juego bien, en lugar de dar rienda suelta a mi enfado. En todo caso, estoy muy satisfecho de cómo he soportado hoy la presión”. Kariakin reconoció que tuvo posiciones poco menos que perdidas en las partidas 3 y 4, pero vino a decir, con modestia, que su capacidad defensiva también debe tenerse en cuenta.
Carlsen señaló dos momentos decisivos: “Hoy, cuando no he sido capaz de ganar la 2ª partida, estaba furioso. Pero he logrado centrarme en la idea de que sólo había hecho tablas, no había perdido, y además era yo quien estaba llevando la iniciativa y jugando más rápido”. Y el otro momento fue en la 9ª partida del duelo: “Si ese día vuelvo a perder, y estuve muy cerca, hubiera sido el final. Pero logré salvarme, y ése fue un momento crucial”.
Ambos discreparon sobre el sistema del Campeonato del Mundo. Carlsen quiere cambiarlo; Kariakin, “mantenerlo, pero aumentando los premios”. Ilya Merenzon, consejero delegado de Agon, la empresa organizadora (que compró los derechos del Mundial a la Federación Internacional, FIDE, por un euro), dijo que hay un estudio en marcha sobre el asunto.
Cuando le preguntaron a Carlsen sobre por qué llevaba unos calcetines de la NBA, lo atribuyó a su concentración absoluta en la preparación del desempate: “Los calcetines no eran precisamente mi prioridad hoy”.
