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Carlsen toma la sartén por el mango

“Si la psicología pesa habitualmente un 30% en este tipo de duelos, ahora sube al 80%”, aseguró Kariakin poco después de firmar el noveno empate de este Mundial (sólo una victoria para cada uno). Eso explica que el aspirante llegase esta vez al Fulton Market Building acompañado también por su esposa, Galia Kamálova, y no sólo por su entrenador, Vladímir Potkin, como es habitual.

A las 13.55, con el tiempo justo para no perder por incomparecencia, llegó Carlsen como siempre, en compañía de su padre, Henrik, y su entrenador, Peter Heine Nielsen. Es muy probable que esta vez su sonrisa abierta fuera natural, porque una victoria agónica como la del jueves supone una inyección de confianza mayor que la de cinco psicólogos trabajando juntos. Además, el Comité de Apelación (uno de cuyos miembros es el presidente de las Federaciones Española e Iberoamericana, Javier Ochoa de Echagüen), decidió rebajarle un 50% la multa por no estar en la conferencia de prensa tras su derrota en la 8ª partida; ahora pagará 30.000 euros si gana, y 20.000 si pierde.


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Kariakin, en el centro, llega al Fulton Market Building acompañado por su esposa y su entrenador.

A raíz de la muerte de Fidel Castro -quien fue, junto al Che Guevara, el artífice principal de que Cuba sea una potencia mundial en ajedrez-, las televisiones noruegas hicieron reportajes durante la partida sobre las similitudes entre dos grandes genios: Carlsen y el cubano José Raúl Capablanca (1888-1942), que murió en Nueva York. Su principal factor común es la profundísima comprensión del ajedrez, que se traduce en que bastan unos segundos para saber cuál es el mejor plan en una posición, qué piezas son esenciales y cuáles deben cambiarse. Además, ninguno de los dos tuvo nunca un horario sistemático de entrenamiento, pero en este aspecto hay una diferencia esencial: Capablanca apenas se entrenaba, y Carlsen está pensando siempre en alguna posición, incluso cuando esquía o nada.

Mientras en Noruega, donde el ajedrez supera ahora en popularidad al fútbol gracias a Carlsen, millones de personas se enteraban de quién fue Capablanca, Kariakin salía de la apertura sin ventaja, a pesar de conducir las piezas blancas. El siguiente paso para el noruego era complicar la partida cuanto pudiera, y para ello encontró una idea muy apropiada en la jugada 19.


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Ambos se concentran un minuto antes de comenzar la partida

Carlsen no dio en ningún momento la impresión de buscar el empate -jugará con blancas la última-, sino que sacrificó un peón y se metió en las líneas más agudas con el objetivo de que Kariakin se apurase de tiempo y cometiera un error. Eso no ocurrió, Kariakin volvió a irradiar esa seguridad y solidez que ha mostrado en todo el duelo excepto el día que perdió, y el empate no tardó mucho en firmarse.

Ambos parecían relajados en la conferencia de prensa a pesar de la enorme tensión del duelo, quizá porque sus relaciones personales nunca fueron malas; nada que ver con Kaspárov y Kárpov, por ejemplo. El ruso fue realista: “No estoy orgulloso de mi juego de hoy, pero tampoco está mal. El lunes me centraré en jugar mi mejor ajedrez, y veremos qué pasa”.

El campeón estaba bastante más locuaz que de costumbre: “Sí. Estoy más calmado que en las últimas tres partidas. La situación no es ideal, pero soy consciente de que podría ser mucho peor”. Y se permitió incluso un poco de filosofía, cuando le preguntaron en qué medida este duelo es más deporte, ciencia o arte: “Ahora mismo es sobre todo deporte. Si tenemos en cuenta nuestra preparación casera, hay algo de ciencia. Y me temo que para ver arte tendrán ustedes que ir a otros torneos, porque aquí nos jugamos mucho y arriesgamos poco”.

Si tras la 12ª partida el marcador es 6-6, el miércoles (14.00, hora de Nueva York) se jugarán cuatro partidas con 25 minutos para cada jugador más un incremento automático de 10 segundos por jugada. Si persistiera el empate, dos partidas con cinco minutos más tres segundos de incremento; y si aún hubiera igualdad, cuatro series más de dos partidas con el mismo control de tiempo. Si a pesar de todo no hubiera un ganador, la muerte súbita: una sola partida, 5 minutos para las blancas, 4 para las negras, y las blancas estarían obligadas a ganar.

Una de las razones de la calma de Carlsen puede ser que él se sabe más fuerte que Kariakin en las modalidades rápidas. Pero el ruso probablemente pensará que en un solo día puede pasar cualquier cosa. Si ese día, el miércoles, él juega muy bien, puede bastarle para ser campeón del mundo.