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Dos aliados de EE UU se enzarzan en Siria y preocupan a Washington

Lo inevitable ha terminado por ocurrir y el norte de Siria se ha convertido en campo de batalla entre dos aliados de Estados Unidos (EE UU), para mayor preocupación de Washington. De un lado, diversas facciones islamistas del Ejército Libre Sirio (ELS), apoyadas por tanques, artillería y aviación de Turquía; del otro, las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), una coalición de facciones rebeldes árabes lideradas por las milicias kurdas YPG.

El ELS y el Ejército turco, uno de los principales aliados de la OTAN, lanzaron la pasada semana una operación militar contra la localidad siria de Yarablus, a fin de liberarla del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), que la había convertido en su cordón umbilical de abastecimiento desde Turquía. Pero la intervención se ha convertido rápidamente en una carrera de conquista de territorio frente a las milicias kurdo-árabes, que avanzaban desde la localidad de Manbij, más al sur, gracias a la cobertura aérea de EE UU. Los yihadistas del ISIS se han retirado rápidamente de la zona en disputa y han dejado un vacío por el que los dos aliados estadounidenses se han aprestado a combatir.

Desde el sábado, los choques han ido ganando en intensidad a medida que los rebeldes del ELS —gracias al superior poder artillero de los turcos— han arrebatado a las SDF kurdo-sirias más de una veintena de aldeas y, según algunos medios, las han empujado al sur del río Sajur, un afluente en la orilla occidental del Éufrates. Los bombardeos turcos en la zona continuaron durante este lunes, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una institución que además denunció que “las fuerzas turcas han cometido dos masacres contra civiles” en los pueblos de Bir al Kusa y Maghr Sarisat, unos 13 kilómetros al sur de Yarablus, con un resultado de 40 civiles muertos y otros 70 heridos. En un comunicado, las Fuerzas Armadas de Turquía negaron estas acusaciones, alegando que “se han tomado todas las medidas necesarias para prevenir cualquier tipo de daño a la población civil”. El Consejo Militar de Yarablus, compuesto mayormente por miembros del ELS, aseguró que la masacre se produjo porque las milicias kurdo-árabes obligaron a familiares de los desplazados a colocarse como “escudos humanos” contra los ataques de la artillería y la aviación turcas.

Las milicias kurdas denunciaron igualmente ataques en varios puntos a lo largo del territorio que controlan al sur de la frontera turco-siria. En uno de los combates más sangrientos, en la villa de Amarinah, la aviación turca mató a 25 “terroristas” de las milicias kurdas, según las Fuerzas Armadas de Turquía. Previamente, las SDF habían alcanzado dos tanques turcos, matando a un soldado e hiriendo a otros tres. Tras tomar el ELS la localidad de Amarinah, diversos militantes kurdos fueron tomados como prisioneros. Además, se hallaron carnés de miembros de las milicias YPG nacidos en localidades kurdas de Turquía, lo que Ankara ha utilizado como un ejemplo más de la estrecha relación entre estas milicias kurdo-sirias y el grupo armado kurdo-turco PKK, reconocido como organización terroristas por la UE y EE UU.

“Queremos dejar claro que estos combates, en lugares donde no se encuentra el ISIS, son inaceptables y nos preocupan mucho”, dijo en un tuit el enviado especial de EE UU para la lucha contra el ISIS, Brett McGurk. Washington exigió la semana pasada a las milicias kurdas que se retrasasen sus posiciones a la orilla oriental del Éufrates, instándolas a que se centrasen en la eventual campaña para liberar Raqa, la capital de la organización yihadista en Siria, o, en caso contrario, dejaría de prestarle apoyo. Sin embargo, parte de estas milicias han decidido permanecer en la vera occidental del bíblico río, lo que ha llevado al choque con Turquía y sus fuerzas aliadas. “Las YPG han fortificado sus posiciones, en lugar de evacuarlas”, aseguró en declaraciones a Reuters el coronel Ahmed Osman, jefe de una de las facciones integradas en el ELS, por lo que avisó de que su grupo marchará en “dirección a Manbij”, recientemente liberada del ISIS por los kurdos.

Este lunes, el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu, ha advertido de nuevo a las fuerzas kurdas de que “o se retiran al este del Éufrates como prometieron o se convertirán en objetivo” y el presidente, Recep Tayyip Erdogan, ha afirmado que Turquía combatirá con “igual determinación” contra el ISIS y frente a las YPG. Al mismo tiempo, los rebeldes islamistas del ELS han comenzado a ganar terreno frente al ISIS en el área que rodea la localidad de Al Rai (unos 50 kilómetros al oeste de Yarablus) y avanzan en dirección este. El objetivo de los turcos es expulsar a los yihadistas de la frontera y crear una zona tapón que evite también que los kurdos se hagan con este territorio, impidiéndoles establecer el famoso “corredor kurdo” de este a oeste de la franja norte de Siria. Y es que, antes que luchar contra el ISIS, todos los actores de la guerra siria buscan sobretodo defender sus propios intereses estratégicos: los kurdos extender el territorio que controlan en el norte de Siria, y los turcos, impedirlo.