Inicio EEUU “La tecnología amplía al infinito las posibilidades de una orquesta”

“La tecnología amplía al infinito las posibilidades de una orquesta”

Los músicos de la Orquesta Sinfónica de Detroit ya no consideran al teléfono móvil como un molesto intruso capaz de arruinar un concierto. En Big Data, la nueva obra del compositor catalán Ferran Cruixent (Barcelona, 1976) que se estrena el 29 en el Orquestra Hall de Detroit, bajo la dirección de su titular, Leonard Slatkin, deben usar el móvil como un instrumento más de la orquesta. «No es un capricho; forma parte de mi filosofía musical», explica Cruixent: «La tecnología puede ampliar al infinito las posibilidades sonoras de la orquesta».

El estreno de Big Data, obra para gran orquesta en un solo movimiento de unos 20 minutos, abre el jueves la nueva temporada de la centenaria orquesta estadounidense en un concierto transmitido en directo por internet en la web de la Sinfónica de Detroit. El viernes se repite el concierto.

A Slatkin le fascinan las ideas y el arte orquestal de Cruixent. De hecho, el encargo de su nueva partitura surgió tras el éxito del estreno americano, hace tres años, de Cyborg, pieza que vio la luz en 2010 por encargo de la Staatskapelle Weimar y Christoph Popen. «Statkin programó su estreno americano en 2011, pero la crisis económica que sacudió Detroit obligó a retrasarlo. Pensé que ya no se haría, pero en cuando la situación mejoró, Slatkin estrenó Cyborg, recuerda Cruixent, que no pudo asistir a ese evento.

Ahora se encuentra en Detroit, ansioso e ilusionado ante el estreno mundial de Big Data. «El término define los enormes conjuntos de datos utilizados para realizar complejas tareas de análisis predictivo», señala este compositor, dotado de oído absoluto y brillante orquestador que dedica la mitad de su tiempo a música de películas y videojuegos. «Con ello me gano bien la vida y puedo dedicar el resto del tiempo a mi familia y a la composición».

El afán por explorar la relación entre humanidad y tecnología -«un artista debe estar comprometido con el tiempo en el que vive»-, le ha llevado a crear una nueva técnica, el cybersinging (cibercanto), que ofrece sugerentes posibilidades de interacción entre los músicos, los instrumentos tradicionales y los dispositivos que usan en la vida cotidiana.

«Por primera vez no os van a multar si suena el móvil durante los ensayos», bromeaba Slatkin al iniciar un ensayo. De hecho, no sonará nada que el compositor no quiera que suene, ya que durante la ejecución deben ponerlo en modo avión. Antes de salir al escenario, han tenido que descargar dos archivos MP3 en sus móviles para ser reproducidos durante la interpretación en momentos clave fijados en la partitura.

«Amo las entrañas de la música, desde la física del sonido hasta la psicología del músico. Por eso lo importante es que, al usar el móvil en la interpretación, el músico entienda que no es un experimento sino que responde al deseo de buscar espacios de comunicación nuevos», comenta Creixent.

«Al final de la obra, en un momento muy especial, los músicos activan los teléfonos móviles y se desprenden paulatinamente de sus instrumentos musicales, una tecnología arcaica, para fundirse con el público en un vocalise final que es una llamada a la consciencia humana por encima de la tecnología», señala el compositor catalán.

¿Cómo pueden convivir instrumentos que tienen 300 años de vida con sonidos de la actualidad? ¿Cómo serán las orquestas del futuro? Cruixent busca respuestas a base de intuición, talento y ciencia orquestal: «La orquesta imita, entre otros, sonidos de un arcaico dispositivo de módem-fax, como metáfora del origen del Big Data, mensajes cifrados en código Morse tales como «nosotros-somos-data» (we-are-data), o distintos sonidos de marcaje telefónico».

En los archivos de audio preparados por el propio compositor que el músico debe reproducir durante la interpretación, se escuchan sonidos procedentes del cometa 67P grabados en 2014 utilizando el magnetómetro de la nave espacial Rosetta. «El resultado es un sonido repetitivo extraño que realiza curiosos cambios de tono y de tempo, como si se tratara de un mensaje de radio proveniente del Espacio», sugiere Cruixent.

Otro tema musical insinuado en esta pieza, que cierra la Trilogía del Cyborg, se refiere a la vieja canción Daisy Bell, programada en 1961 en una computadora IBM 704, en la que se considera la manifestación más temprana conocida de síntesis de voz por ordenador. Esta antigua melodía, que Stanley Kubrick usó al final de 2001 Una odisea del espacio cuando desconecta a Hal, funciona aquí como metáfora del comienzo de la inteligencia virtual», indica el autor.

Cruixent no es profeta en su tierra. Grandes orquestas extranjeras le encargan y estrenan obras, pero en España es casi un desconocido; sólo la Sinfónica del Principado de Asturias programó una de sus obras más difundidas, Focs d´Artifici, concierto para percusión que el malogrado Peter Sadlo, fallecido el pasado 29 de julio, ha paseado por todo el mundo. «Solo trabajo por encargo y todo lo que escrito se ha estrenado. Pienso disfrutar el estreno en Detroit y no espero nada más, no necesito alimentar el ego: hoy tocan tu música y mañana tocarán la de otro compositor».