Nadal se afila con Istomin

En Flushing Meadows, bajo un calor justiciero, una constatación: Rafael Nadal está a punto. Lo dicen su derecha, su revés, sus piernas. La mirada panorámica de su estreno en Nueva York. También, el electrónico final frente a Denis Istomin: 6-1, 6-4 y 6-2 (después de 2h 6m) al uzbeko, el rival idóneo para la reinserción en un gran torneo y la recuperación de sensaciones.

No competía Nadal en un Grand Slam desde el pasado 26 de mayo, cuando el tendón de su muñeca izquierda le hizo frenar en seco, abandonar París y renunciar a Wimbledon. Después, lo ya sabido, la lucha contra el reloj para poder desembarcar en los Juegos, viejo sueño; la férula, el descanso, las pomadas; la angustia de sus acérrimos. Y, hace nada, una actuación portentosa en Río, donde llegó sin prácticamente rodaje y salió como todo un héroe, con un oro en el bolsillo y el orgullo de nuevo hinchado.

Tropezó en Cincinnati, pero visto lo visto ayer en la Gran Manzana, aquello fue tan solo eso, un tropezón, por la sencilla razón de que estaba fundido y su cuerpo pedía a gritos reposo y sosiego para recargar el turbo. Y contra Istomin, un rival sin excesiva miga en un principio (107 del mundo, batido en los cuatro precedentes), Nadal dejó claro que se encuentra fuerte y que su nivel vuelve a ser muy cercano al que ofreció antes de que su entorno le convenciera de que debía parar en Roland Garros si no quería exponerse a males mucho mayores.

Debutó el de Manacor con nota y suma ya 802 triunfos en el circuito de la ATP, uno más que Stefan Edberg. Y ahora, en el horizonte inmediato, el italiano Andreas Seppi (6-2, 3-6, 6-4 y 6-3 a Stéphane Robert). Junto a él progresó Garbiñe Muguruza, que tras un arranque en falso supo enmendarse y remontó a la belga Elise Mertens: 2-6, 6-0 y 6-3 (en 1h 57m). El encuentro tuvo que ser detenido por la elevada temperatura en Nueva York.