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Savannah hace cola por el voto anticipado

En la metrópolis costera de Georgia las elecciones ya han empezado. El martes la gente hacía cola en la oficina electoral de la calle Eisenhower Drive. Forman parte del llamado Early Voting o voto anticipado.

«Estoy aquí porque estoy entusiasmado con las elecciones» afirma un hombre blanco de mediana edad. El joven negro que estaba detrás de él asegura que va a votar a Hillary Clinton. Su amigo quiere darse de alta como elector en el último momento. ¿A quién va a votar? «No lo quiero decir».
Decirle al periodista que no es apropiado preguntar algo así es debido al entusiasmo electoral. Una mujer joven lo contradice, «¿Por qué? Cada uno puede decidir si contesta o no». Otro hombre blanco le da la razón esbozando una sonrisa, «Yo voy a votar a Donald Trump y si todo el mundo me odia, podré vivir con ello».

También ha comenzado el voto anticipado en Arizona, California, Indiana o Nebraska. Otros Estados se unirán en los próximos días. Algunos Estados también ofrecen la posibilidad de votar por correo. Por lo que uno de cada tres electores ya habrá votado antes del 8 de noviembre.
Nancy y Joe luchan por cada voto en la sede de los republicanos de la calle 73 este. Justo cuando aparece Ed, entrado en los cuarenta. La pareja de jubilados le da pegatinas para el coche y para el jardín delantero. Una mujer, de unos 50 años, dice que ha recorrido junto con su marido «7.000 millas para ir a California y volver» y en el camino solo ha visto dos pegatinas de Clinton en los jardines, pero mucha publicidad de Trump. Nancy suspira aliviada, «¡Eso nos da esperanzas!», Joe, un general jubilado con dos estrellas admite que Trump no es su candidato ideal. «Pero es el mal menor». Sobre todo no le gusta la idea de que los demócratas puedan ser los sucesores del fallecido Antonin Scalia y nombrar a dos o tres jueces más del Tribunal Constitucional, que en los próximos cuatro u ocho años pueden dejar el cargo por su edad.

«Estados Unidos ya no sería Estados Unidos», asegura Ed y critica a los periodistas. «Por lo menos todos los nuestros son de izquierdas». Se plantea si la «C» de la cadena de noticias CNN es de «Comunista» o de «Clinton». Otro hombre se acerca, se presenta como un psicólogo cristiano y lleva la gorra roja de béisbol de Trump. «Las encuestas no son halagüeñas. Pero en la calle me encuentro a gente que me da su aprobación con el pulgar. Confío en la mayoría silenciosa ¡Trump va a ganar!»

Georgia es un bastión de los republicanos. Desde 1984 solo un demócrata se ha alzado con la mayoría en unas elecciones presidenciales, fue Bill Clinton en 1992. «Pero ese año Georgia fue un campo de batalla reñido», aseguran en el cuartel general de los demócratas en Wheeler Court. Justin, Kathryn y Danny dirigen la oficina de la campaña de Clinton como empleados remunera-dos, y bien podrían ser los nietos de los colaboradores voluntarios que están en la sede republicana. Justin presenta la última encuesta de la YouGov de la CBS «¡Hillary va un poco por delante!» Una voluntaria que entra en ese momento para llamar a afiliados demócratas se sorprende, «¡No lo había oído!»

Pero los ambiciosos demócratas ignoran el hecho de que Trump, según la mayoría de encuestas, se sitúa por delante en Georgia.