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Alquiler con opción a compra. ¿A quién beneficia más?

Solicitar un crédito hipotecario es una de las grandes decisiones que tenemos que tomar a lo largo de nuestra vida. Pero hay una manera de tener una vivienda pagando poco a poco y eludiendo los elevados requisitos bancarios. Para aquellos que no disponen del capital para hacer frente a la entrada, el alquiler con derecho a compra se presenta como la alternativa más óptima. Los vendedores también contemplan esta opción con buenos ojos, ya que a largo plazo saben que van a vender su casa y a corto plazo se aseguran su alquiler y la puntualidad de los pagos.

La todavía reticencia de las entidades bancarias para abrir por completo el grifo de la financiación y los altos precios del mercado inmobiliario han hecho que el alquiler con opción a compra pueda volver a funcionar, como ya lo hizo después de la crisis por el gran «stock» de viviendas disponible, apunta Jesús Duque, vicepresidente de la red Alfa Inmboliaria. Y es que ambas partes se aseguran, porque así lo pactan, comprar y vender una vivienda concreta en un periodo de tiempo y en un precio determinado.

La ventaja más llamativa de la que puede disfrutar el inquilino es que podría llegar a pagar parte de su futura vivienda en propiedad con las ayudas al alquiler. Siempre y cuando cumpla los requisitos para ello. Al futuro comprador, este contrato le permite ahorrar y ganar tiempo para adquirir una vivienda de la que, mediante el alquiler, ya está pagando mensualidades. Además, evita que esa vivienda se revalorice si el mercado se mueve al alza y al haber restado mensualidades, los intereses que tendrá que abonar al banco en caso de recurrir a una hipoteca serán menores.

La pata menos ventajosa para el futuro comprador es que las mensualidades que paga mientras es inquilino son normalmente más altas que las de un alquiler normal. También es posible que tenga que desembolsar al inicio una fianza mayor.

En el caso del arrendador, se garantiza a corto plazo tenerla alquilada, y a largo plazo vendida. Además, en el caso de que el inquilino se echase para atrás en la compra, el propietario no tendría que devolver ni las mensualidades ni la cantidad inicial recibidas, y por supuesto podría poner su vivienda de nuevo a la venta o en alquiler. Lo que también podrá hacer el propietario original es subir el precio del alquiler en relación al IPC, y hasta el momento de vender su casa, deducirse los gastos derivados de su conservación, de sus suministros y de sus seguros de hogar y gastos de comunidad.

A nivel impositivo, el arrendatario tampoco pierde. Mientras alquile, tendrá que declarar las rentas que reciba de su inquilino. Al descontar mensualidades, la vivienda se venderá por debajo del precio original. Por lo tanto, los impuestos a pagar por el beneficio obtenido de la venta serán menores.