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Brexit: ¿Qué nos jugamos?

El Brexit debilita a la zona euro y crea una puerta de salida que muchos pensaban que no existía, permitiendo que otros países la crucen en el futuro, lo que pone en riesgo la estabilidad de Europa. Junto a los efectos políticos y geoestratégicos, pues perdemos un socio con grandes capacidades militares, están los efectos económicos. Según la manera en que acabe esta enrevesada salida de la Unión Europea, sufrirá más o menos la economía española.

El Banco de España publicó ayer un informe en el que explica las consecuencias en función del tipo de Brexit. Si hay un Brexit duro, se impondrán aranceles en los dos lados y nuestra economía resultará impactada en un 0,82% en cinco años. Estamos hablando de un impacto en nuestro PIB de aproximadamente 9.000 millones de euros, debido a que Reino Unido es un importante socio comercial de España y uno de los mayores receptores de nuestras exportaciones. Adicionalmente, se resentirán el turismo y la inversión, pero también sufrirán las exportaciones a otros países de la Unión Europea.

Naturalmente, estos efectos negativos los sentiríamos los primeros años, pues el tercer año habremos sufrido ya el 80% del impacto. Para tranquilidad de los lectores, los políticos acaban siendo racionales y lo más probable es una salida ordenada. En el caso de un Brexit con acuerdo en el que se firme un tratado comercial entre ambas partes, el PIB sólo sufrirá un 0,2% en cinco años. En cualquier caso, todas las posibilidades están abiertas y existen alternativas intermedias, como una desvinculación suavizada, en la que se establezcan aranceles para determinados productos. En ese caso, se estima un daño del 0,5% a nuestro PIB.

Han pasado treinta y tres meses desde que se celebró el referéndum y la incertidumbre sigue siendo completa. Como nadie quiere una brusca salida, se establecerá una prorroga que promete ser larga a la vista de lo que, tras intensas negociaciones, han tardado en no ponerse de acuerdo las dos partes. Como compensa ver el vaso medio lleno, podemos concluir que la salida de Reino Unido, aun en el peor de los casos, no va a resultar tan dramática para nuestra economía y ofrece la oportunidad de que, con la ausencia de este país, Europa se pueda cohesionar mucho más.