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Carmen Herrero: el arte de hacerse prescindible

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Carmen Herrero ha recibido este año el Premio Jaime I de Economía, un galardón que supone un merecido reconocimiento a su trabajo de investigación y a su implicación en el desarrollo de instituciones universitarias.

La investigación de Carmen empezó con una tesis en Análisis Matemático de esas de las que no se entiende ni el título (“Funciones Holomorfas cuyas derivadas se extienden  por la frontera”). Poco después abandonaría aquellos espacios siderales, digo tonelados, en los que vivía para moverse en el más prosaico mundo de las matrices semipositivas y el análisis input-output. Creo que en buena medida por mi culpa, porque la cosa empezó cuando acudí a pedir su ayuda para poder abordar algunos problemas surgidos de la lectura de unos libros de Morishima y Sraffa. Nunca he terminado de entender cómo aceptó implicarse en ese mundo de los modelos lineales, porque aquello era como pedirle a un ingeniero aeronáutico que se pasara a hacer construcciones con un mecano. Pero así arranca la deriva de Carmen hacia la investigación económica, estudiando las propiedades de matrices cuadradas, sobre las que nunca había trabajado, para después generalizarlas a matrices rectangulares y con coeficientes variables. Con el toque exótico de Takao Fujimoto. Luego su investigación se abriría hacia una serie de temas completamente diferentes, en parte de los cuales la he acompañado.

Un aspecto interesante de aquellos modelos input-output era que permitían discutir el impacto de cambios en las variables distributivas sobre el proceso de asignación de recursos. Y ese hilo conductor, la preocupación por la equidad en las asignaciones de recursos, es el que permite entender en buena medida sus aportaciones en otros campos. También la influencia del grupo de la Autónoma de Barcelona (Salvador Barberà, Xavier Calsamiglia, Joan María Esteban, Andreu Mas-Colell), que fue un modelo de referencia y abrió el campo a la teoría de la elección social.

Buena parte de su trabajo de investigación se refiere a la axiomatización de diferentes criterios de reparto. El interés por este ámbito surgió a partir de tener que abordar un problema práctico. La Universidad de Alicante realizó una propuesta de reparto de fondos para los distintos departamentos que sometió a discusión. Se planteó entonces de forma natural el tema de cuáles deberían ser los criterios aplicables a las asignaciones de fondos. Una mente analítica como la suya tradujo esto en el estudio de las propiedades que debería tener una regla de reparto que fuera equitativa, teniendo en cuenta que las necesidades son siempre mayores que los recursos (el esquema típico de un problema de bancarrota). Así pues, de esta cuestión práctica se derivó una línea de investigación teórica que ha dado bastante juego.

La asignación de recursos sanitarios resultaba un ejemplo relevante de este tipo de problemas distributivos y, a partir de ahí, Carmen se adentró en el ámbito de la economía de la salud, mientras yo me dedicaba al escabroso mundo del equilibrio general con rendimientos crecientes.

De la mano del estudio de las propiedades de las reglas de reparto y de su axiomatización se puede entender la posterior deriva hacia el estudio de indicadores, en diversos trabajos relacionados con el desarrollo humano y la valoración de resultados de grupos sociales. En parte como resultado de estos trabajos Naciones Unidas cambió su forma de calcular el Índice de Desarrollo Humano, que no es poco.

La investigación de Carmen ha ido cristalizando en un amplio conjunto de publicaciones, direcciones de tesis y proyectos de investigación, que pueden verse en su CV, de modo que no abundaré en ello. Sí que me parece relevante indicar que, además de su trabajo teórico, Carmen ha desarrollado también aportaciones a la investigación aplicada en el ámbito de la economía de la salud, del bienestar y del desarrollo, sobre todo en el entorno del Ivie, y también ha hecho sus pinitos en el campo de la economía experimental. Con el tiempo se ha visto cómo esa potencia analítica que parecía ser la ventaja comparativa de Carmen escondía en realidad una mente curiosa y creativa, capaz de abordar problemas muy diversos.

Carmen siempre ha compatibilizado su actividad investigadora con la implicación institucional en diferentes niveles, desde el departamento universitario donde desarrolla su actividad hasta sus responsabilidades en el sistema español de ciencia y tecnología. Haciendo de la necesidad virtud. Con las mangas remangadas para arrancar proyectos (esa es la parte fácil), para luego culminarlos (esta es la difícil) y darles continuidad (esta es la esencial). Y lo ha hecho de manera que estas construcciones institucionales (el Departamento de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Alicante, o el Programa Internacional de Doctorado son dos buenos ejemplos) han adquirido un cuerpo y una dinámica capaces de sostenerse por sí mismos. Sin ella no se explica su existencia, pero Carmen ha sabido incorporar a estos proyectos a gente que le ha permitido hacerse prescindible. Y ese es para mí su mayor éxito: haber liderado la construcción de instituciones que son capaces de funcionar sin ella. Carmen ha tenido la inteligencia de ponerse de lado y dar paso a otros en el momento adecuado.

Debo decir, sin embargo, que donde Carmen sigue siendo imprescindible es en nosotros, en las vidas de muchos de nosotros que no habrían sido las mismas sin tenerla a ella cerca.

Para terminar, una foto premonitoria (ex post) tomada en Munich en 1989 en el congreso de la ESEM. Tres futuros Premios Jaime I de Economía: Enrique Sentana (2014), Carmen Herrero (2017) y Juanjo Dolado (2015). Lo de encima de la mesa no son precisamente covarianzas.

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Su CV puede consultarse aquí