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Cómo vamos a trabajar en el futuro

Los millenials son una generación a menudo plagada de estereotipos y estigmas culturales, pero no debemos olvidar que los nacidos entre 1.982 y el año 2.000 hoy son uno de los grupos demográficos más grande en nuestra fuerza laboral. Con edades comprendidas entre los 19 y los 37 años, sus actitudes, comportamientos y forma de vivir la vida son diferentes a las de las generaciones anteriores, así como entre ellos mismos dada la diferencia de edades entre miembros de esta generación.

En el futuro, la forma de trabajar nunca será igual a como la conocemos. Hoy en día, todo está más automatizado y estamos permanentemente conectados; y así seguirá siendo en los próximos años, si bien, es de prever que se produzca una fuerte evolución. Esto provocará que necesitemos unas capacidades diferentes y ser capaces de entender cómo trabajan las nuevas generaciones, que serán las que manden, las que nos gobiernen y tengan el 80% de las decisiones de compra.

Es preciso innovar, aunque la innovación se agota rápidamente porque lo que hoy es innovador, mañana ya no lo es. A favor tenemos la digitalización. Todo aquello que se digitalice ganará valor y se convertirá en competencias muy valoradas, por lo que es ahí donde es preciso enfocarse.

La digitalización intenta imitar la percepción humana, y la tecnología nos avisa que tenemos que cambiar. No obstante, seremos nosotros los que decidamos por qué, cuándo y cómo. Debemos ser capaces de aprovechar la tecnología, pero sin perder el factor humano. Y es que la creatividad, la emoción, la pasión, la ética… son los drivers del futuro que no se pueden digitalizar.

Esto significa que hay que adaptarse a la evolución porque la vida cambia mucho, al igual que cambian las personas, las capacidades y las habilidades. Cabe preguntarse entonces cómo vamos a trabajar en el futuro. En muy corto espacio de tiempo hemos pasado de lo analógico a lo digital, y ahora nos dirigimos a pasos agigantados hacia la robótica. Y todo ello en medio de la llegada de una nueva generación nativa digital cuyas necesidades son distintas y que no concibe otra manera de trabajar más que la inmediatez. Tienen la mentalidad de los dos días y para ellos la premura y la celeridad es fundamental.

La cuestión es que esto promueve que, a menudo, estén alejados del contacto personal al estar estrechamente vinculados a la red. Pero, hay que saber ver la parte positiva de ello, ya que esta circunstancia está generando infinidad de información, y el tratamiento de estos datos nos permitirá identificar necesidades y en el futuro podremos predecirles y adelantarnos.

Debemos adaptarnos a todo esto. Hay que saber que las estructuras y las organizaciones tal y como las conocemos hoy en día cambiarán. Además, el 40% de los trabajos del futuro todavía no existe. Por eso, hay que ser emprendedores, al tiempo que innovadores, y aprender de cosas que ya existen pero que van un paso por delante de nosotros como las start-ups, que se están convirtiendo en los drivers de las grandes multinacionales, y de las personas que están detrás de estas start-ups, que saltan al mercado sin red para intentar construir un futuro con un nivel de incertidumbre enorme.

Estos emprendedores tienen un sueño: construir su propia empresa. Ser emprendedor es de valientes y es en ellos, por tanto, en quienes nos tenemos que centrar pues también necesitan nuestro apoyo para seguir adelante, y lo que es más importante, porque serán los que definan cómo será el trabajo del futuro.