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Con patologías previas (graves)

La economía española es de alto riesgo para una crisis como la del coronavirus. Demasiado dependiente del Turismo y con los índices de temporalidad laboral más altos de la UE

Mientras la ciencia trata de desentrañar las claves de un coronavirus que, según algunos estudios, puede aguantar activo durante días en las superficies, se abre paso la certeza de que la crisis puede alargarse hasta el verano complicando aún más, si cabe, el futuro de una economía como es la española con graves patologías previas. La primera, por supuesto, reside en nuestra notable dependencia del turismo, que, por sí solo, supone el 12 por ciento del PIB, pero que si se le suman el transporte y la hostelería sube hasta el 24 por ciento del PIB, que es una barbaridad. De hecho, el sector emplea a 2.600.000 personas, que son las que más riesgos laboral corren, pero que arrastran un número indeterminado de otros trabajadores del sector servicios y de la industria auxiliar. Y no es sólo el tiempo que se tarde en vencer la epidemia, sino los meses añadidos de desconfianza que, sin duda, embargarán a nuestros clientes habituales. Con este panorama, en el que se da por segura la pérdida de la temporada veraniega, los escenarios más pesimistas pueden quedarse cortos: un millón de parados más y 127.000 millones de euros menos. Porque los otros factores que actúan son concomitantes. Nos referimos a la alta temporalidad del mercado de trabajo, la mayor de Europa con un 22,3 por ciento, por delante de Polonia, y a la tasa de endeudamiento de las empresas, especialmente de las pequeñas y medianas, que en 2018 representaba el 66,5 por ciento del PIB. Habrá que cruzar los dedos para que, una vez pasado todo, el turismos interno recupere la normalidad, puesto que supone casi la mitad de los ingresos del sector. Sólo en el tercer trimestre de 2019 hubo 54 millones de viajes de españoles por España, con un gasto de 13.000 millones de euros. En la crisis de 2008, fue la caída de esos turistas españoles la que más daño causó, porque los viajeros internacionales se mantuvieron. Pero, claro, no había una emergencia sanitaria tan alarmante y difundida como la del coronavirus. Aunque, quién sabe cómo reaccionará una sociedad liberada de su encierro.