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Den paso a los introvertidos, que el mundo ya está lleno de «vendedores de humo»

¡Introvertidos, no está todo perdido! La Real Academia Española (RAE) define la introversión como la condición de la persona que se distingue por su inclinación hacia el mundo interior, por la dificultad para las relaciones sociales y por su carácter reservado. Algunos estudios afirman que el 50% de la población mundial es introvertida aunque, según los expertos, no existen introvertidos o extrovertidos al cien por cien, sino individuos con más o menos tendencia a serlo. La televisión nos tiene acostumbrados a talentos extrovertidos, gente que se mueve bien en entornos de estrés, con luces, con público, con los nervios de un directo, como dice Guillem Recolons, socio de Soymimarca. Susana Cain, autora de «Silencio: el poder de los introvertidos en un mundo que no para de hablar», citaba en su libro como ejemplo de introvertido el del típico niño al que los papás obligan a ir a una fiesta e interactuar con los demás invitados, aun cuando él no esté a gusto. El propósito de estas páginas es dejar claro que la introversión no solo es normal sino que debe ser estimulada. «Las personas con estas características han hecho algunas de las más grandes contribuciones a la sociedad, como Chopin o Gandhi, y limitar esa forma de actuar puede ser una pérdida de talento, energía y felicidad», señala. Se conoce también que Bill Gates o Mark Zuckerberg son grandes líderes y triunfadores, y que son personas introvertidas.

¿Jugamos al paddle con el jefe?

Pero estamos ante un mundo que parece penalizar a estos perfiles, que se queda en lo superficial, que premia a las personas espontáneas, buenas comunicadoras, con don de gente y por qué no, guapas. Mónica Mendoza, formadora y conferenciante internacional, incluida en el libro de los «Top 100 Speakers Spain» según la agencia Thinking Heads, señala que «no existe ninguna teoría genética que correlacione la introversión o extroversión con la competitividad. Hay políticos o empresarios que hablan súper bien, y sin embargo, son unos incompetentes. Se ha estigmatizado a los introvertidos y, aunque no podemos obligarles a que pasen a ser los “reyes de la fiesta”, sí les aconsejo que den visibilidad a sus méritos, sin parecer egocéntricos. Aunque no les guste, tienen que adaptarse al medio porque tan importante es ser bueno como parecerlo». Pedro es director de ventas, no es competente pero se sabe vender, tiene «don de gentes» y consigue superar siempre las entrevistas de trabajo. Se le podría dar el calificativo de «tonto motivado», señala Mendoza, concepto acuñado por Emilio Duró. Con el tiempo las empresas se dan cuenta de que Pedro es un «vendedor de humo». «Hay procesos de selección en los que el candidato introvertido es descartado porque da la imagen de apocado, no mira a los ojos y, sin embargo con el tiempo uno percibe que era una persona constante, disciplinada y llena de valores. Esto nos lleva a la conclusión de que no hay que prejuzgar, no por ser más introvertido o extrovertido se es más eficiente. Ojalá algún día se valore el talento no sólo por el postureo, el amiguismo o por ir a jugar al paddle con el jefe», comenta Mendoza.

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En según qué culturas se etiqueta erróneamente a los introvertidos. «El talento de cada persona es valioso y extraordinario, pero en el contexto equivocado puede ser castigado y despreciado. Por ejemplo, en culturas occidentales construidas sobre el concepto de individuo como protagonista, los introvertidos son menos admirados. Sin embargo, esto no sucede en las orientales, mucho más comunitarias, donde ser un discreto miembro del grupo es mucho más apreciado», explica la «headhunter», especialista de talento y marca, Arancha Ruiz.

Los términos introversión y extroversión fueron difundidos por el psiquiatra Carl Gustav Jung. Decía que los retraídos se sienten más cómodos en situaciones o contextos tranquilos, con poco estímulo externo, mientras que los extrovertidos se interesan por el mundo exterior de la gente y de las cosas, tratan de ser más sociables y de estar más al tanto de lo que pasa en su entorno. «En un mundo en que es tan importante la proyección internacional y es tan frecuente tener que moverse en ambientes muy distintos, el extrovertido está más preparado para ello ya que le resultan más fáciles las relaciones sociales. Sin embargo cuando lo que se necesita es obtener resultados, lo más importante puede ser tener un líder capaz de centrarse en la tarea, de organizar el trabajo y orientarse al resultado y esto no siempre está ligado a una personalidad extrovertida», afirma María Pilar Egea, profesora de psicología de la Universidad CEU San Pablo.

Asertivas

Silvia Sumell, profesora de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, añade que los introvertidos no tienen problemas de habilidades sociales, sino que les puede costar más relacionarse con grupos grandes, pero en cambio se desarrollan mejor en grupos pequeños. Ya lo decía Susana Cain en su obra: «A nivel laboral y social los introvertidos mantienen relaciones más profundas, son mejores jefes, pueden desarrollar mejor su talento y son más asertivas». Como afirma Víctor Carulla, «managing partner» de Headway Executive Search, «las personas introvertidas suelen ser buenas comunicadoras en reuniones, por lo que pueden centrarse y dar un buen “feedback” y apoyo a sus subordinados». Hay muchos estereotipos e ideas distorsionadas sobre las personas introvertidas y en el plano laboral se ven afectados por esto. «A la hora de ascender a jefe, director o coordinador de un equipo, los estereotipos negativos que acarrean socialmente a los introvertidos interfieren en su crecimiento y trayectoria laboral», añade Sumell.

Mihaela Enache, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, considera un error que «la mayoría de las empresas opten por perfiles más extrovertidos para ocupar posiciones de liderazgo, cuando cada vez más investigaciones sugieren que el liderazgo no requiere ser extremadamente sociable. Los líderes más eficaces no entienden como indispensable el perseguir la notoriedad. Concretar y hacer realidad los proyectos de un grupo de personas son habilidades que se encuentran tanto en los retraídos como en los extrovertidos. Saber escuchar y considerar las aportaciones de los profesionales con los que se trabaja, son habilidades que se valoran y por las que no únicamente se buscan perfiles extrovertidos».

El profesor Manel Fernández Jaria, coincide en que la escucha activa, mantener y transmitir calma a la hora de tomar decisiones, procesar la información, pensar antes de hablar, empoderar y tener más tendencia a profundizar, son rasgos propios de las personas más introvertidas y características que cualquier líder querría tener. «Los sistemas de gestión de talento deberían estar diseñados para identificar el talento que está en las personas menos extrovertidas». Por tanto valoremos a los introvertidos porque en su interior, como apunta Arancha Ruiz, «se desatan grandes tormentas de ideas y pasiones que habitualmente no las exteriorizan, salvo cuando en ocasiones, por ejemplo en un evento, abren súbitamente las compuertas y entonces sus reacciones son inmensas, sorprendiendo (no siempre favorablemente) a todos». De todos modos, la importancia reside en potenciar la diversidad de personalidades. «Ambos perfiles aportan diferentes perspectivas que conducen a una mejor toma de decisiones y propuesta de soluciones ante los retos de los proyectos que tienen que abordar las organizaciones», concluye Jaria.