Habiendo alcanzado mínimos multianuales frente a varias monedas de economías avanzadas en junio, el dólar ha tenido un desempeño mixto esta semana. En los niveles actuales, todo el paquete de monedas del G10 ha subido en comparación con el final de la sesión del viernes pasado, aunque algunas monedas de mercados emergentes, en particular el rand sudafricano y la lira turca, se han debilitado significativamente. Donald Trump amenazó ayer con tomar medidas ejecutivas para promulgar un estímulo fiscal, ya que las conversaciones entre demócratas y republicanos sobre otra ronda de gastos siguen estancadas. Las tensiones con China han hecho poco por vigorizar al billete verde, en tanto el dólar incrementa su sensibilidad hacia el estado de la economía doméstica.
La publicación del reporte de nóminas no agrícolas de julio a las 14:30 ECT puede ser un momento decisivo para la moneda. Aunque se espera un repunte relativo del indicador general, una mirada más profunda de los datos podría quebrar al dólar. El avance de la cifra agregada podría estar impulsado por la recuperación de los empleos redundantes del sector de la hostelería, el ocio y el comercio minorista, que son notablemente susceptibles a la evolución de la pandemia. Sin embargo, la tasa de pérdida de empleos permanentes, que aumentó en más de 500.000 el mes pasado, es el detalle más alarmante. Si las pérdidas de puestos de trabajo permanentes siguen siendo elevadas, incluso la creación neta de puestos de trabajo podría considerarse un signo del daño duradero al mercado laboral.
La libra disfrutó de un modesto impulso después de los anuncios del Banco de Inglaterra de ayer, pero redujo esas ganancias durante la noche. El Banco dejó sin cambios los instrumentos de política y señaló un escenario de recuperación económica notablemente optimista. Sobre los tipos de interés negativos, el gobernador comentó que eran una herramienta de estímulo disponible, pero no había planes actuales para su uso. Bailey agregó que el Banco estaba preparado para añadir estímulo económico si el balance de riesgos negativos al panorama de crecimiento se materializa. Bailey también intervino en el debate sobre la extensión del plan de subvenciones al desempleo del Tesoro, diciendo que el esquema había tenido éxito pero que era hora de “mirar hacia adelante”.
El fin del plan traerá aparejado un aumento del desempleo, pero ampliarlo supondría el riesgo de apoyar a empresas irrentables y retrasar la redistribución de capital humano y económico hacia empresas con mayor dinamismo para liderar la recuperación económica. La histórica intervención ha sido eficaz para mitigar el impacto en el mercado laboral, y su final traerá una nueva ola de incertidumbre para la economía británica; un efecto que continuará impactando a la libra esterlina después que el Banco de Inglaterra subió la barra de expectativas de recuperación.
El peso mexicano registró pérdidas en la sesión de ayer, siguiendo un hilo de eventos adversos para las monedas emergentes de manera general. Por una parte, el estancamiento de las conversaciones sobre el próximo paquete de estímulo fiscal en los EE.UU. alimentó una nueva ola de pesimismo sobre las perspectivas de reanimación de la mayor economía del mundo. El incremento de este factor de riesgo, unido a las crecientes tensiones entre Washington y Beijing, se filtró especialmente en los activos de mayor exposición a la economía norteamericana, como es el caso del peso mexicano.
Por su parte, la amplia depreciación de la lira turca arrastró la operativa de otras monedas de la cesta. En el terreno doméstico, otro reporte caótico de contracción secuencial de la inversión fija bruta dejó a los inversores con poco que desear. El indicador registró un colapso de cerca de 40% en el mes de mayo, acumulando 16 meses consecutivos de caída. El foco de atención se centrará hoy en el reporte de inflación al cierre de julio, con expectativas de un ajuste alcista por tercer mes consecutivo. La medida será relevante de cara a la decisión de política monetaria de Banxico la próxima semana.
