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El pesado lastre del crecimiento

El pasado domingo, hace casi una semana, España vivió una llamativa jornada que, sin embargo, pasó sin pena ni gloria entre la ciudadanía. Aquel 25 de noviembre tuvo lugar el simbólico «día de la deuda». Es decir, fue el momento exacto en que nuestro país agotó sus fuentes de ingresos anuales y pasó a financiar todos los gastos en que incurren sus administraciones públicas –hasta el 31 de diciembre– únicamente endeudándose.

En realidad careció de transcendencia porque ya estamos muy acostumbrados a firmar esos compromisos de pago. Lejos queda el étimo latino de «debitum» como «pecado o culpa», ahora vivimos impertérritos, sin preocuparnos en exceso por convertirnos en morosos si con ello adquirimos un mayor bienestar. Como todo, que eso sea bueno o malo depende de la lente desde la que uno observe el fenómeno. Contraer deudas es positivo porque fortalece y agiliza el crecimiento económico. Sin embargo, si ese déficit se eleva por encima de las posibilidades de cobertura, la bola de nieve –ya lo hemos comprobado– resulta imparable. Volviendo al caso.

Estamos inmersos en 37 días de impago creciente. Algo que contrasta con los 150 días registrados en el 2009, en plena crisis. Eso sí, de media, los países de la UE-28 alcanzan esa efeméride el 13 de diciembre, 18 jornadas más tarde que España. Sólo Polonia, Rumanía, Francia y Portugal llegan a tal fecha antes que nosotros, mientras que nueve estados –entre los que destacan Alemania, Holanda o Suecia– no la celebran nunca, puesto que sus ingresos les son suficientes para cubrir todas las facturas públicas del año. Pero vayamos a un plano más general . La deuda acumulada por el estado español, per cápita, es la octava más alta de la eurozona, teniendo no obstante por delante a potencias como Italia, Francia o Alemania. Junto con Lituania y Rumanía es la que más ha crecido sobre el PIB nacional –un 148%– en los últimos 10 años.

Y su porcentaje en 2018 es del 98,8% del PIB –cifra récord–, el quinto más alto de la UE tras Grecia, Italia, Portugal y Bélgica. Además las previsiones no son halagüeñas: será una de las que más aumenten en la eurozona –un 15,4%– hasta 2023. España acumula el 2% del total del mundo, lo que nos convierte en el undécimo país con más deuda pública en el globo. Si para finalizar añadimos que cada día pagamos 90 millones por intereses a causa de ese pasivo y que algunas auditorías suman otro 18% de deuda adicional oculta, la reflexión está más que servida.