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El salario emocional le echa un pulso al valor económico del trabajo

Disfrutar de un buen clima laboral, de políticas de conciliación, de seguridad laboral, de un trabajo interesante, de jefes que estén a la altura de su cargo, de teletrabajo… suena a música celestial. Los empelados, sobre todo las generaciones más jóvenes ya no tienen suficiente con el salario económico, quieren más. Días libres, formación de calidad, trabajar en una empresa con buena reputación. La generación X (35-54 años), busca empresas que ofrezcan flexibilidad, mientras que los «baby boomers» (55-64 años) prefieren la seguridad laboral, la generación Z (18-24) que sus funciones les aporte valor, y los «millennials» (25-34 años) perspectivas profesionales, según el estudio «Employer brand research 2019» de Randstad. Estamos hablando de rasgos que componen el salario emocional. Todos aquellos beneficios no monetarios que una empresa ofrece a sus empleados además de su sueldo a final de mes.

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Es cierto que en la gran parte de las empresas en España, el trabajo hoy en día se efectúa de manera tradicional, al menos en lo que a horarios y presencia se refiere. Existen ya muchas empresas que ofrecen flexibilidad horaria –aunque limitada dentro de los rangos– pero el teletrabajo no termina de calar. Según datos de Eurostat, el 92,5% de la población nunca teletrabaja, tan solo el 7,5% de la población ha trabajado en remoto alguna vez o lo hace habitualmente. «Trabajar 8 horas en una oficina pasará de moda», aseguran fuentes de The Valley Digital Business School. Experimentos como el realizado recientemente por Microsoft respaldan esta teoría. La compañía probó reducir la semana laboral a cuatro días en sus oficinas de Japón y el resultado fue un aumento de la productividad del 40%. «Es innegable que el puesto de trabajo, como tantos otros aspectos en nuestro entorno personal y profesional, está experimentando grandes cambios. Ya no solo como ubicación física, sino que la cultura de trabajo se está transformando por completo. Hay que aprovechar las tecnologías para crear una cultura de trabajo inteligente, flexible y segura. Sus beneficios son muchos tanto para el trabajador como para la empresa», explica Luisa Izquierdo, directora de Recursos Humanos de Microsoft Ibérica. Un estudio realizado por esta compañía, dirigida por KRC Research y supervisada por la London Business School, revela que los trabajadores españoles perdían hasta un 50% de sus horas más productivas. Específicamente señalan que las reuniones e hilos de correos improductivos, las interrupciones innecesarias y el tiempo que dedican a hacer seguimiento de la información, les supone una pérdida de tiempo que podrían emplear en sus tareas prioritarias.

Insuficiente

Los salarios y los cargos ya no bastan para retener el talento. «El salario emocional o todas aquellas motivaciones o satisfacciones no económicas que contribuyen a la felicidad es igual o incluso más importante que el salario económico a la hora de reclutar y fidelizar a los empleados», añade Miguel Fresneda, CEO de la start-up tecnológica Woffu.

¿Qué le pides a tu empresa?

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Más del 70% de los trabajadores prefiere otras mejoras antes que un aumento de sueldo, según la última encuesta de Adecco de 2018 «¿Qué pedirías a tu empresa en el nuevo año?». Aunque la subida salarial aparece en primera posición, con un 27,6%, son muchos más aquellos que prefieren antes otras mejoras. Entre ellas, un 20,1% demanda a sus empresas formación, facilidades para conciliar (16,4%) o un ascenso (10,7%). En último lugar aparece el cambio de jefe, que sería el mejor regalo para el 3,3% de los trabajadores.

¿Pero es el salario emocional música para los oídos o está en la agenda de los directivos para mejorar la productividad de las empresas? Beatriz Cabello, responsable de Recursos Humanos del Grupo Adecco responde que «las empresas que no satisfagan las necesidades del trabajador, no les hagan sentir valorados, entendidos y escuchados, tendrán los días contados en el mercado. No hay que olvidar que a la hora de buscar trabajo el salario económico es el que nos permite afrontar nuestros gastos y tener una economía estable, pero tener un buen clima laboral, mejorar nuestra carrera profesional y disfrutar de la conciliación familiar entre otros aspectos, son factores que están íntimamente relacionados con la productividad, la motivación, la retención y la fidelización del talento interno de las compañías».

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Todavía quedan silos por derribar y puentes por construir. Según el estudio de Microsoft, el 28,20% de los españoles declara que trabaja en un estado de rendimiento bueno, pero que no tiene flexibilidad a la hora de elegir cómo trabajar, frente al 37% de los europeos que sí disfrutan de esta flexibilidad.

Estas cifras no sorprenden si tenemos en cuenta el I Barómetro de empleo realizado por Infojobs, que señala que el presentismo, los horarios y las jornadas largas de trabajo son una de las principales preocupaciones de los españoles activos (62%). «Cuando a la gente se le ofrece las herramientas tecnológicas necesarias para trabajar como quiera, hay un triple de posibilidades de que sean felices en su trabajo y se ha podido comprobar que los líderes de las empresas más innovadoras ponen énfasis en cómo se trabaja», añade la directora de RR HH de Microsoft.

Andar la milla extra

Susana Marcos, socia de PeopleMatters advierte que «lo que de verdad hace que una persona o un equipo ande la milla extra, se comprometa profundamente y contribuya con lo mejor de si mismo, es todo lo que no es dinero. Y al contrario: aunque demos todo el oro del mundo, una persona mal tratada, no reconocida, no escuchada en sus necesidades personales, infeliz en la organización no estará dispuesta a entregar ese talento, tiempo o resultado que esperamos. El salario económico tiene un alto coste para la compañía en términos de dinero, en cuenta de resultados y por eso se le presta mucha atención entre otras razones; el salario emocional bien cuidado y gestionado, puede multiplicar los resultados empresariales; descuidado puede acabar con una empresa. Salario económico y salario emocional son como vasos comunicantes: cuanto más demos de uno, menos necesitamos del otro y viceversa».