Lina Gálvez es Catedrática de Historia e Instituciones Económicas del Departamento de Economía, Métodos Cuantitativos e Historia Económica de la Universidad Pablo de Olavide, donde también dirige el GEP&DO (Observatorio de Género de Economía, Políticas y Desarrollo).
Su investigación actual se centra en el análisis de los cambios que se están operando en los mercados de trabajo y el reparto de tiempos y trabajos por razones de género -incluyendo el trabajo no pagado- y en el bienestar, especialmente el de la infancia. Y, muy especialmente, en el análisis de las crisis económicas y en los efectos de género de las políticas de austeridad.
Ha recibido los premios Ramón Carande al mejor artículo de Historia Económica (1999), el Meridiana de la Junta de Andalucía (2011), y el Emilio Castelar en defensa de las libertades en su categoría de igualdad (2014).
Lina Gálvez ha participado en la mesa redonda “Maternidad y desarrollo profesional, ¿una elección?” junto a Carmen Castro, moderada por María Rosal, en las IV Jornadas Clara Campoamor “Voluntad común y Agenda Feminista”, de la Escuela de Pensamiento Feminista Clara Campoamor de Fuenlabrada
TF: ¿Qué significa para una mujer feminista, catedrática, participar en las Jornadas Clara Campoamor del Ayuntamiento de Fuenlabrada?
LG: Orgullo y responsabilidad; estas jornadas feministas son un referente y en este auditorio, con el público que asiste, plenamente cualificado, hay que dar mensajes directos que vayan a servir de amplificador, porque tenemos que llegar a muchísima gente y más en un tema relacionado con la economía que ha sido oscurantista.
También supone hacer lo que hago todos los días, luchar porque desaparezcan las desigualdades en general, y en particular las que sufrimos las mujeres por el mero hecho de serlo.
TF: ¿Por qué le gusta al Feminismo utilizar la palabra “lucha”?
LG: Porque ha sido y es una lucha, porque no nos han regalado absolutamente nada; es más, no solamente no nos han regalado nada, sino que cada vez que vamos consiguiendo algo o nos acercamos a conseguir algo, hay una reacción en contra. Hay que reconocer la épica de esta lucha, no hemos nacido ya todas así, hay que revertir la lucha, pacífica, pero lucha al fin y al cabo.
TF: ¿Por qué son importantes los Observatorios de género?
LG: Para mirar, ver y denunciar las situaciones de desigualdad. El aire que respiramos es patriarcal; constantemente tenemos que ponernos las gafas, tamizar la realidad de otra manera. Todo, absolutamente todo, es patriarcal.
Los observatorios de género y de igualdad hay que defenderlos con mucho voluntarismo, dotándolos de presupuesto.
TF: ¿Cómo son los usos del tiempo, qué diferencias hay entre hombres y mujeres?
LG: Son completamente desiguales. Tenemos que pensar que las mujeres no entramos en la horma de la economía tal y como está planteada; la horma de lo que es un trabajador se ha construido a través de la imagen de lo que es un varón.
En relación a la conciliación, por ejemplo, ésta no debe ser una herramienta exclusiva para las mujeres, sino también hacia los hombres, que también deben llevar la mochila de los cuidados. Todas las personas tienen derecho a cuidar y a ser cuidadas.
Por ejemplo, medidas como ampliar el horario de las escuelas infantiles no es la solución, también hay que trabajar en la fiscalidad y en el ámbito educativo.
Hay que exigir que se haga la 3ª encuesta del INE en cuanto a usos del tiempo, toca este año, pero parece que no hay voluntad política.
TF: Para las personas que están descubriendo el feminismo, ¿qué lecturas recomendaría?
LG: Me iría a los clásicos si se está empezando, “Una Habitación propia” de Virginia Woolf, y si ya se ha leído algo y es necesario ubicarse en los tiempo actuales, “Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección” de Ana de Miguel.
