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Europa del Este se enfría

Tras subirse al carro de la Unión Europea y pisar el acelerador a fondo, el crecimiento de la economía de Europa del Este se ralentizará ocho décimas en 2019, hasta situarse en el 2,6%, según las últimas previsiones de Crédito y Caución. Y ello se debe, entre muchos otros factores, a las tensiones comerciales mundiales, al incremento de la incertidumbre en torno al conflicto entre Estados Unidos y China y al riesgo de un divorcio sin acuerdo entre Reino Unido y el club comunitario.

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En cualquier caso, Europa del Este es la región del mundo que ha tenido un mejor desempeño económico durante el pasado más reciente. Su nivel de renta per cápita en la última década ha aumentado un 60%, es decir, casi el doble que la media de la Unión Europea. Un incremento que, como consecuencia, ha reducido la distancia del PIB per cápita en más de 10 puntos, situándose en 2018 en el 71% (promedio de la UE=100), frente al 59% en 2008.

Pese a que las expectativas de crecimiento para el conjunto de la zona no alcancen el 3%, atendiendo a algunos estudios este año Hungría crecerá en torno al 5%; y Polonia y Rumanía, un 4,5%, aproximadamente. Ahora bien, ¿qué factores hay detrás de esta situación? Gonzalo Sanz-Magallón, profesor de Economía de la Universidad CEU San Pablo, lo achaca a la implementación de políticas económicas adecuadas, como la apertura de mercados –en gran parte gracias a las medidas de la UE–; a la estabilidad macroeconómica; a las mejoras de infraestructuras físicas; al éxito que han tenido ciertos planes de privatizaciones y a los progresos en el nivel de formación de la población. Además, «el atraso relativo de la región permite reducir las distancias respecto a economías más avanzadas de su zona de influencia, debido al denominado efecto “catching-up’’», agrega. De las estadísticas de la organización de «The World Economic Forum» se desprende que los tres países de Europa del Este mejor situados en 2018 serían Estonia, República Checa y Eslovenia. En el otro lado de la balanza estarían Bulgaria, Rumanía y Croacia, aún a rebufo por su tardía incorporación a la Unión Europea.

Sea como fuere, la región se enfrenta actualmente a retos de importante calado, tanto desde un punto de vista interno como externo. Así, el problema demográfico derivado de la falta de población joven se traducirá en una pérdida de competitividad a medida que se incrementen los salarios. De ahí, «la necesidad de reforzar en mayor medida el potencial innovador y el aumento de la productividad». Respecto a los desafíos externos, Sanz-Magallón advierte de que sería muy perjudicial una eventual involución del proceso de integración de la UE.

En este sentido, cabe recordar el vertiginoso desarrollo que experimentaron las economías de los países del Este como consecuencia de su incorporación al club comunitario en mayo de 2004, cuando se adhirieron Polonia, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, Letonia, Lituania y Estonia. Posteriormente, en 2007, se sumaron Rumanía y Bulgaria; y ya en 2013, Croacia.

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En este marco, Josep María Tacias, analista de Rentamarkets, explica que la incorporación en la Unión Europea supuso para estos países un avance económico muy importante debido a las reformas estructurales, al acceso a un mercado con mucho potencial con unas mayores facilidades para comerciar, a la promoción de las empresas privadas -suponiendo en muchos casos una transformación hacia una economía de mercado y, sobre todo, a la conversión de estos países en claros receptores de fondos estructurales europeos para crear infraestructuras, mejorar la agricultura o adecuar y modernizar el tejido productivo.

El futuro se nubla

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Sin embargo, algunos de estos vientos de cola han dejado de soplar, lo que nubla el futuro más inmediato para la región. Por ello, el analista de Rentamarkets insta a seguir mejorando las instituciones y alerta contra los populismos, «cuyo germen nace de la última crisis económica y el descontento de una población cuyo nivel de vida fue a peor, lo que ha supuesto en países como Hungría, Polonia y República Checa un auge de los euroescépticos. Los desencuentros con la UE les pueden pasar factura».

Por otra parte, Tacias sostiene que en algunos países no se ha producido una integración monetaria y que los próximos avances dentro del seno de la UE deberían ser la integración fiscal y bancaria, un proceso complicado si no se produce una verdadera integración monetaria. De igual modo, el analista de Rentamarkets anima a estos países a añadir valor a sus economías para dejar de ser «la fábrica de Europa» a bajo coste.

Finalmente, al margen de señalar la influencia que China está ejerciendo sobre los países de esta región europea, proponiéndoles planes de inversión muy ambiciosos, lo que algunos analistas llaman la nueva ruta de la seda; Tacias asegura que el futuro de Europa del Este «puede ser brillante, si siguen haciendo reformas, en algunos casos dolorosas, especialmente en tiempo de crisis y saben aprovechar las ventajas comerciales de su pertenencia a la UE y su enclave geoestratégico con otras potencias como son Rusia y China».