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La antigravedad del bitcoin (VII): La cooperativa del cuidado de bebés y el bitcoin

La Paradoja de Kaldor

Un grupo de parejas jóvenes en período de crianza de su prole forman una cooperativa para que cada una de ellas cuide a los hijos de otra cuando ésta, en un fin de semana, decida liberarse de sus tareas materno-paternas y salir a cenar.

Se establece un sistema por el cual cuando una pareja cuida a los hijos de otra recibe de ésta un vale nominado en babycoins, que servirá a la pareja cuidadora para pagar a otra cuando ella, a su vez, decida salir por la noche.

Inicialmente, la cooperativa la crearon 20 parejas y en el momento de su fundación se repartieron 6 vales de un babycoin por pareja. Es decir, que el fondo inicial de la cooperativa fue de 120 babycoins.

A la dirección de la cooperativa le pareció razonable que cada pareja cobrara y pagara aproximadamente 3 babycoins por noche. A ese precio, cada pareja tenía inicialmente una reserva de babycoins para salir dos noches sin cuidar niños de otras parejas. Pero las parejas deseaban una cantidad mayor de babycoins para estar seguras de no tener que perderse salidas irrenunciables. Para aumentar el número de babycoins de reserva, aplazaron sus salidas y ofrecieron sus cuidados a otras parejas. Todas las parejas ofrecían cuidados y ninguna los solicitaba. La cooperativa parecía abocada al fracaso.

Pero el exceso de oferta de cuidados para acumular babycoins provocó que descendiese el precio en babycoins por una noche de cuidados de 3 a 2 babycoins. Este descenso permitió que cada pareja tuviese acumulados, por término medio, babycoins para asegurarse tres noches de salida. Fue en el momento en que lograron acumular reservas suficientes cuando las parejas comenzaron a salir y a producirse el intercambio de cuidados. La cooperativa empezó a funcionar. El precio en babycoins fue el necesario para que, con el fondo inicial, cada pareja lograse la reserva de babycoins que garantizaba tres noches de salida.

En una primera etapa, los babycoins eran cartoncitos sellados y numerados que se entregaban y se recibían físicamente. Pero a los padres hipermodernos de la cooperativa este método les pareció enseguida rudimentario y arcaico. Se creó un sistema informático en el que a cada pareja se le abría una cuenta en la que se acreditaban los babycoins ganados por cuidar y se cargaban los pagados por recibir cuidados.

Un pago consistía en una transferencia de babycoins desde la cuenta de una pareja receptora de cuidados a la cuenta de la pareja cuidadora. Para que la transferencia fuese validada, el sistema comprobaba previamente que en la cuenta de la familia receptora de cuidados había fondos; solo entonces autorizaba la transferencia, que era ordenada por la familia receptora y verificada por la cuidadora.

El éxito de la cooperativa animó a nuevas parejas a incorporarse a ella. La dirección de la cooperativa se negó a aumentar el número de babycoins. Para comenzar a participar en el intercambio de cuidados, las familias recién llegadas compraron con dólares algunos babycoins a los veteranos.

El fondo de babycoins se hizo insuficiente para garantizar las reservas totales deseadas por una cooperativa acrecentada y se produjo de nuevo un exceso de oferta de cuidados para reponer los babycoins vendidos a los nuevos miembros que redujo el precio en babycoins exigido por una noche de cuidados.

El precio del babycoin en dólares comenzó a elevarse porque cada vez les resultaba más costoso a los miembros fundadores reducir sus reservas de babycoins y porque el descenso del precio de la noche de cuidados en babycoins incrementaba el valor de éste.

El aflujo de nuevos miembros continuó, continuó la reducción del precio de la noche en babycoins y el aumento del precio de éste en dólares. En un momento determinado, algunos miembros veteranos y otros recién llegados comenzaron a aplazar sus salidas por la noche y a negarse a vender los babycoins que poseían sabiendo/confiando en que su precio en dólares seguiría subiendo. Estas conductas –negarse a salir para no ceder babycoins, ofrecer cuidados para acumularlos y negarse a venderlos– redujo aún más el precio de la noche en babycoins y elevó aún más el precio de éste en dólares.

En un momento dado los cuidados mutuos de sus proles se convirtieron en un pretexto, los babycoins dejaron de ser una moneda para intercambiar cuidados y se convirtieron en un activo sobre el que se especulaba.

El precio en dólares del babycoin subió y nunca pudo considerarse que era excesivo porque se podía conseguir una noche de cuidados con una fracción cada vez menor de un babycoin. Sobre este punto le preguntaron en una entrevista a uno de los miembros de la cooperativa: “¿No temen ustedes que esa locura que solo se sostiene en sí misma termine alguna vez por derrumbarse?” Su respuesta indignada fue: “Es cierto que ahora cada babycoinvale en dólares 100 veces más que al comienzo de la cooperativa pero también sirve para obtener 100 veces más horas de cuidados. El precio de la noche en dólares se mantiene constante ¿no le parece a usted esto sensato?”

¿Cómo terminó la cooperativa? No terminó. En la actualidad la forman miles de parejas. Algunos de sus miembros –ya padres de hijos con barba– son ricos valorando a su actual millonario precio en dólares el stock de babycoins que poseen. ¿Por qué no venden? Porque esperan que el babycoin siga subiendo, y lo esperan porque hasta ahora sus expectativas no se han visto defraudadas.

Algunos estudiosos de la cooperativa sospechan que si ésta sobrevive es porque los veteranos han creado un fondo en dólares para comprar babycoinscuando flaquea la confianza de los indecisos –hombres de poca fe– y venderlos a mejor precio para restablecer la cuenta en dólares cuando el aflujo de nuevos miembros tira fuerte de su precio hacia arriba. Quién sabe…

Luis Alberto Alonso (Profesor de la Universidad Complutense de Madrid).

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