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La economía española: un modelo siempre al borde del abismo

Kaos en la red

La alternativa global a todo este desbarajuste es la de un socialismo libertario, federalista, ecologista y feminista, que combine la socialización autogestionaria de las empresas estratégicas y los bienes comunes y la promoción de la empresa cooperativa, con el desarrollo de una trama económica de proximidad y la defensa de los intereses de la pequeña empresa local sostenible e innovadora.

No nos engañemos: la corrupción es un fenómeno sistémico en la débil democracia española. Sólo hay que ver que ni tan siquiera la Jefatura del Estado se elige democráticamente por los ciudadanos, sino que su supuesta legitimidad proviene del desempeño hereditario del cargo durante siglos por los antepasados del actual monarca. Estamos en un país donde la revolución burguesa nunca ocurrió y donde las supervivencias del Antiguo Régimen conviven con las nuevas tecnologías, el neoliberalismo y las estrategias de marketing de última generación. Un régimen capitalista con una fuerte impronta de las mecánicas fascistas de gestión, heredadas de un franquismo que pervivió como constelación de familias que ejercen el poder real en una democracia limitada y sin memoria.

Pero es que, además, la colusión entre entidades financieras “sistémicas”, grandes constructoras globales, fondos de inversiones internacionales y clase política constituye el eje que domina el conjunto de la vida económica del país, impidiendo todo desarrollo endógeno de actividades de alto valor añadido y toda soberanía económica. Un atado de intereses que mantienen a la construcción y al turismo masificado como único horizonte laboral, sobre la base de un trabajo abaratado y precarizado, de baja productividad pero enormemente disciplinado por un mercado laboral dual y ultra-flexible. Con tasas de temporalidad en el empleo récord en la UE y con una alta cantidad de trabajo a tiempo parcial involuntario, las facilidades otorgadas para el despido por las últimas reformas laborales, combinadas con las dificultades añadidas a la negociación colectiva al alza y el conformismo servil de los sindicatos mayoritarios, imponen una disciplina autocrática en los centros de trabajo a una clase trabajadora que, además, se ha visto despojada de todo discurso de clase incluso en los ámbitos de la izquierda.

La dependencia internacional del país, sin soberanía monetaria y sometido a todos los vaivenes del mercado global de capitales, así como a las líneas geoestratégicas y de alianza militar del imperialismo global, es el cerrojo final a toda veleidad de construcción nacional o de cambio social. Nos dejan divertirnos, montar un bar o ser camareras de pisos con contrato temporal, pero nada más. La paranoia austeritaria germana, en una Unión Europea con un tremendo déficit democrático en su funcionamiento, y la ortodoxia neoliberal de los funcionarios decisorios del aparato burocrático de la Comisión, terminan de dar la puntilla a nuestra economía, provocando, en los últimos años un enorme aumento de la desigualdad y de las tasas de pobreza.

Si, según el Banco de España, el rescate a la banca tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria en 2007 ha costado a los contribuyentes (y cuando hablamos de los contribuyentes debemos mencionar principalmente a los asalariados, que cargan con la mayor parte de la factura fiscal) el equivalente al déficit público con que el Estado ha cerrado las cuentas de 2016 (el 4, 2 % del PIB), resulta evidente que este gigantesco gasto no ha redundado en beneficio de las clases populares, ya que los últimos datos indican que las ganancias de las empresas crecieron más de un 24 % en los dos últimos años, mientras que la retribución media no solo no mejoró, sino que cayó un 0,3 %. En el bien entendido, además, de que las ganancias que tanto subieron no son las de las pequeñas y medianas empresas nacionales, sino las de los grandes conglomerados del Ibex 35 y las transnacionales presentes en suelo español.

Es fundamental entender que la debilidad de la pequeña burguesía peninsular ha sido inducida por este mismo funcionamiento de la maquinaria social y toda apelación a su voluntad de cambio, como la realizada por el Movimiento 15-M o la máquina electoral podemita cae por ello en el vacío. El proletariado industrial ha sido aislado del conjunto social y debilitado por las deslocalizaciones, lo que impide la reconstrucción de los aparatos políticos proletarios tradicionales. En esta situación, lo que todos echamos realmente en falta es un imaginario de transformación del proletariado precario en alianza con el conjunto de la clase trabajadora invisibilizada y las fracciones más adelantadas de la clase media, sin subsumir los reclamos populares a la construcción mediática de esta última, convertida en los medios mainstream y alternativos en una intelectualidad pseudo-progre y tendencialmente hípster, a la imagen de los llamados “bobos” franceses, que realmente no existe en nuestro país , más allá de pequeños reductos metropolitanos.

La alternativa global a todo este desbarajuste es la de un socialismo libertario, federalista, ecologista y feminista, que combine la socialización autogestionaria de las empresas estratégicas y los bienes comunes y la promoción de la empresa cooperativa, con el desarrollo de una trama económica de proximidad y la defensa de los intereses de la pequeña empresa local sostenible e innovadora. Se trataría de un régimen de transición a otro tipo de sociedad, en el que se procedería a la recuperación de las empresas en crisis mediante la liberación de las energías emprendedoras de sus trabajadores, y en el que se recuperaría la soberanía monetaria y económica, estableciendo dinámicas económicas de lo cercano y los cuidados.

Ahora bien, ¿Plantea alguien eso en nuestra sociedad? ¿O todo se fía al neoliberalismo o al neokeynesianismo más estrechos?

Como ejemplo de que, ahora como en otros momentos de la historia, cabe pensar en alternativas viables diferentes a la socialdemocracia y al liberalismo, finalizaremos este artículo presentando el programa económico planteado para España en 1967 por el economista libertario Abrahám Guillén, en su libro “¿Después de Franco qué? La segunda revolución española”, publicado en su exilio en Montevideo. Aunque este programa merecería una actualización en relación con la actual crisis ecológica y con los avances en aspectos como el de género, no cabe duda de que sigue siendo enormemente interesante. Sirva como aportación al debate de cómo salir de este marasmo social y económico al que se ha sometido a nuestro país.

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PROGRAMA PARA UN MOVIMIENTO IBÉRICO DE LIBERACIÓN (Abraham Guillén. 1967):

1.- Derrocamiento del régimen dictatorial fascista: libertad y derechos civiles y políticos para todos los españoles.

2.- Creación de un gobierno de liberación: que convoque a elecciones verdaderamente libres.

3.-Derogación de las leyes represivas y antidemocráticas: iguales derechos, deberes y libertades para todos los españoles.

4.-Recuperación de la soberanía nacional: abolición de todos los pactos, tratados y convenios que la enajenen, incluyendo la liberación de Gibraltar, última colonia en Europa.

5.-Prohibición de monopolios y latifundios: la libertad económica y el derecho al trabajo del pueblo están por encima de todo.

6.-Amnistía general: Inmediata excarcelación de todos los presos políticos, sociales y gubernativos.

7.-Revisión de fortunas ilegales: amasadas por cohecho, abuso de poder y negocios sucios a costa del patrimonio nacional.

8.-La tierra debe ser para los que la trabajan: Reforma Agraria con supresión de los feudos que oprimen, explotan y despueblan el campo español.

9.-Defensa de la industria nacional: el país no debe ser entregado al librecambismo del FMI, la CEE, la OCDE y a la dictadura de las inversiones directas del capital extranjero.

10.-Inviolabilidad del patrimonio nacional: no desnacionalización del INI, cogestión de las industrias del INI por los sindicatos obreros y el Estado, mediante una democracia directa.

11.- Desarrollo de la cultura nacional: se creará un Fondo de Cultura Nacional para financiar la investigación científica y el saber del país.

12.-Plan quinquenal de desarrollo económico: auténtica representación en él del Trabajo, la Técnica, La ciencia, la Agricultura, la Industria y las fuerzas productivas del país.

13.-Ascenso de los trabajadores a los órganos de poder económico: plena representación en ellos de los sindicatos, cooperativas y organizaciones.

14.-Equilibrio de precios, salarios y ganancias: para que los trabajadores no paguen siempre la crisis.

15.- Dignificación de la mujer española: será elevada a todos los puestos y niveles del hombre; gozará de amplia protección para sus hijos menores de edad, a fin de que sea verdaderamente libre.

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