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La receta del enfermero…

El pasado 24 de Octubre, los presidentes del Consejo General de Enfermería y de la Organización Médica Colegial firmaron un acuerdo por la cual los enfermeros podrán prescribir medicamentos y productos sanitarios que administran en su día a día, sin supervisión de un médico (léase la noticia aquí).

España se une así a varios otros países donde ya es habitual que los profesionales de la enfermería prescriban medicamentos: Reino Unido, Suecia, EE.UU., Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Suráfrica, e Irlanda, entre otros. Las razones que se suelen esgrimir (por ejemplo, aquí) para facilitar que los profesionales de la enfermería prescriban medicinas van desde aprovechar el conocimiento de dichos profesionales como la de reducir el gasto en salud, uso eficiente del tiempo y recursos, reducción de la carga de trabajo de los médicos, afrontar el problema de escasez de médicos que tienen muchos países, así como mejorar la asistencia sanitaria en zonas remotas.

Todas estas razones están muy bien, pero seguro que una de las primeras preguntas que se le viene a la cabeza a más de uno es si la calidad de la prescripción de medicamentos se deteriorara. Afortunadamente, la Cochrane Library, que publica revisiones sistemáticas de la literatura médica, cuenta con este documento que resume el resultado de 46 estudios en el que se compara la calidad de la prescripción del médico con la calidad cuando el prescriptor es un licenciado en farmacia (26 estudios) o un profesional de enfermería (20 estudios). La Cochrane Library es muy exigente a la hora de decidir qué estudios se pueden incluir en la revisión de la literatura, y sólo se incluyen aquellos que tienen menor probabilidad de estar sesgados.

La mayoría de los artículos en los que se basa el documento de la Cochrane Library estudian la calidad de la prescripción en enfermedades crónicas (tensión arterial, diabetes, etc.) Los resultados son bastantes positivos: la calidad de la prescripción que hacen los farmacéuticos y enfermeros es comparable a la que hacen los médicos en las enfermedades analizadas: presión arterial, control de diabetes, y colesterol alto. Lo mismo se puede decir de la satisfacción del paciente, y de la calidad de vida del paciente.

El estudio también analiza la probabilidad que haya un evento adverso debido a que el prescriptor no fuera un médico. Al igual que en las enfermedades anteriormente indicadas, no hay evidencia que los profesionales de enfermería lo hayan hecho peor que los médicos, aunque en este caso los autores del documento indican que la calidad de la evidencia es peor, y recomiendan que se realicen más estudios al respecto. También indica el documento que es necesario realizar más estudios en cuanto al coste de la prescripción.

Aunque este estudio se publicó en el 2016, estudios anteriores (éste del 2014, éste del 2004, y éste del 2007) coinciden con el documento de la Cochrane Library en que la prescripción que realizan los enfermeros es tan buena como la de los médicos.

Al leer la noticia, salta a la vista que este acuerdo es algo que los profesionales de enfermería ya andaban buscando hace tiempo. La pregunta que emerge es por qué quiere este colectivo tener más trabajo (prescribir) y responsabilidad si no hay garantías que vaya a venir acompañado de una mayor paga. Para entenderlo, creo que hemos de apelar a un concepto del que ya he hablado en alguna otra entrada (aquí y aquí), el de motivación intrínseca.

Seguramente un porcentaje importante de los enfermeros deciden estudiar enfermería no por el dinero que vayan a ganar, sino porque piensan que se van a sentir bien (realizar) ayudando a otras personas con su salud. El hecho de poder prescribir medicamentos hace que puedan completar ese proceso de ayuda, y que por lo tanto se sientan más satisfechos con el trabajo que realizan. En otras palabras, la desutilidad del trabajo disminuye gracias a la motivación intrínseca.

También es posible que hayan elementos de motivación extrínsica (pero no monetaria). El hecho de que puedan prescribir medicamentos, puede hacer que sientan que tanto el paciente como la sociedad valoren más su trabajo (el trabajo se vuelve más importante porque ahora hacen algo que solían hacer los médicos), y que ello también disminuya la desutilidad de trabajar.

Otro aspecto interesante de este cambio, y al que se alude indirectamente en algunos de los artículos que he citado, es la ganancia en eficiencia que cabe esperar. Ya sabemos, gracias al artículo que Holmstrom y Milgrom publicaron en el 1991, que la manera óptima de organizar tareas es que la misma persona esté a cargo de tareas que son complementarias. En este sentido, si el enfermero se encarga de tomar la presión arterial y realizar otro tipo de pruebas diagnósticas y de hablar con el paciente, se ahorra tiempo (y por lo tanto recursos), si puede prescribir medicamentos sobre la marcha, y no tiene que comunicarse con el médico contándole lo que ha encontrado.

Será muy interesante seguir las consecuencias de este cambio. Les animo a que, la próxima vez que vayan al centro de salud, hagan un poco de investigación de campo y pregunten al enfermero o enfermera por la consecuencias del acuerdo recientemente firmado.

Marcos Vera Hernández

Marcos Vera Hernández

Marcos es profesor (Reader) del Departamento de Economía de University College London, y Research Fellow del Institute for Fiscal Studies de Londres. Realizó el doctorado en la Universitat Autònoma de Barcelona (International Doctorate in Economic Analysis). Su investigación se centra en economía de la salud, tanto en países desarrollados como en países en desarrollo.