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Las razones para intervenir el Popular: el BCE revela parte de su informe secreto

El Banco Popular tuvo el triste honor de ser el primer banco de la Eurozona intervenido según el nuevo mecanismo único de resolución, que conllevó la pérdida de todo el valor de sus acciones. Desde entonces se ha criticado la falta de transparencia de la decisión, aunque los problemas de la entidad eran notorios.

En un ejercicio voluntario (ya que no tiene obligación legal de hacerlo), el Banco Central Europeo ha decidido desclasificar algunas partes del informe confidencial que sirvió par decidir que el Popular estaba «quebrando o en riesgo de quebrar», umbral a partir del cual las autoridades europeas pueden iniciar la intervención.

El informe pone de manifiesto una vez más lo importante que es la reputación para un banco. El Popular tenía graves problemas estructurales, pero lo que convirtió su situación en insostenible fue la pésima gestión pública de dichos problemas. En lugar de transmitir confianza, los volantazos de la directiva espantaron a inversores y clientes, que comenzaron a huir en masa. El 7 de junio el Popular se quedó sin dinero en la caja para segir haciendo frente a sus obligaciones. Hoy, gracias al informe revelado por el BCE, sabemos algo más de la debacle.

«Quebrando o en riesgo de quebrar»: licencia para intervenir

El mecanismo único de resolución (conocido por sus siglas en inglés como SRM) es el proceso de intervención de bancos problemáticos unificado en toda la Eurozona y estrenado por el Popular. Pretende acabar con los onerosos rescates públicos priorizando que el dinero venga ‘de dentro’ de la propia entidad (bail in) y no ‘de fuera’ (bail out). En el caso del Popular esto se materializó en la vaporización del valor de las acciones, bonos convertibles y demás deuda híbrida.

Mecanismo Único de Resolución

Para que este proceso de intervención se ponga en marcha, el BCE debe determinar que el banco en cuestión esté «quebrando o en riesgo de quebrar» (failing or likely to fail). Cuando eso sucede, el comité único de resolución (SRB) toma las riendas del proceso y comienza la intervención propiamente dicha. Pero ¿qué elementos llevan al BCE a considerar que un banco ha traspasado el umbral de riesgo de quiebra? eso sucede cuando se cumple una o más de las siguientes condiciones:

  • La entidad ha generado, o se espera que vaya a generar, pérdidas superiores a los fondos propios disponibles para cubrirlas
  • El valor de los activos es inferior al de los pasivos (o existen indicios objetivos de que va a ser así en el futuro próximo)
  • La entidad es incapaz de hacer frente a sus obligaciones financieras en el corto plazo
  • La entidad requiere ayuda estatal extraordinaria para su funcionamiento

En el caso del Popular se daban todas estas circunstancias salvo la última (era de los pocos bancos que no recibió ni un céntimo de ayuda pública durante la crisis)

El Popular se quedó sin dinero en la caja: el detonante de la intervención

El informe del BCE confirma algo que ya había trascendido a los medios: el detonante de la intervención (y de las prisas con las que esta se llevó a cabo) fue el agotamiento de la liquidez del banco, causado fundamentalmente por masivas fugas de depósitos en todos los segmentos de clientes (particulares, corporativos e institucionales) desde prinipios de 2017.

Según el BCE, la fuga de capitales se aceleró significativamente a partir del 31 de mayo, coincidiendo con la publicación en los medios de que la quiebra del banco podría ser inminente si no se encontraba comprador. El 5 de junio se precipitan los acontecimientos: el Popular solicita fondos de liquidez de emergencia (ELA) a través del Banco de España. Pese a que le fueron concedidos, esto no fue suficiente para que la entidad pudiera hacer frente a todas sus obligaciones: a lo largo del día 7 de junio el dinero se agota.

El BCE consideró que las medidas tomadas por el Popular eran tardías e insuficientes: el banco estaba quebrando

El informe reconoce las medidas adoptadas por el Popular para conseguir liquidez adicional, pero considera que son tardías e insuficientes. Dado que las medidas de emergencia disponibles por el BCE estaban agotadas, y que la vía privada (venta negociada a otra entidad) no ofrecía visos de solución en el corto plazo, el regulador europeo llegó a la fatídica conclusión: el banco Popular estaba quebrando, o en riesgo de hacerlo en el corto plazo.

La crisis de liquidez fue la puntilla a una serie de problemas que ya arrastraba la entidad y que también recoge la nota del BCE. En la raíz de estos probemas se encuentra la enorme cartera de activos no rentables (fundamentalmente inmobiliarios) que el Popular se veía incapaz de reducir y que destaparon pérdidas mucho mayores de las inicialmente anunciadas.

La mala gestión de la crisis de reputación, clave en el hundimiento

Las retiradas masivas de depósitos particulares siempre tienen su origen en crisis de reputación. Si se extiende el rumor de que un banco está en situación crítica algunos clientes comenzarán a retirar su dinero, y el efecto bola de nieve puede acabar en un pánico bancario: la temida imagen de las colas a la puerta de la sucursal (que no hemos visto en el Popular gracias a las retiradas electrónicas).

El Popular gestionó su reputación de forma pésima, precipitando los acontecimientos. Esconder pérdidas, como hizo la entidad en 2016, es siempre una terrible idea: el banco no solo pierde el dinero, sino la confianza de sus clientes e inversores. A lo largo de 2017, los mercados sencillamente no han creído ni una sola palabra de las pronunciadas por los directivos del Popular sobre la presunta solidez del banco.

Los mercados no han creído una sola palabra de los directivos del Popular tras falsear las cuentas de 2016

Los mensajes contradictiorios del equipo de Emilio Saracho, el capitán que debía reconducir el barco, empeoraron aún más las cosas. La estrategia para garatizar la viabilidad de la entidad no solo no estaba clara, sino que se empezó a dudar de que hubiese una. Tal como recoge el propio informe, la estrategia comunicada incluía opciones contradictorias (ampliar capital, vender activos no estratégicos o cerrar una fusión con otro banco) ‘antes de fin de año’, demasiado tarde para una entidad cuyo descalabro era inminente.

Entre tanto titubeo, los medios comenzaron a publicar toda serie de especulaciones sin encontrar una réplica contundente del Popular. En cuestión de meses, el público perdió la confianza en una de las entidades históricamente más sólidas de la banca española. El resto es historia.

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