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Los privilegios fiscales del Teatro Real

El Teatro Real de Madrid se ahorra más de dos millones de euros al año en IVA. El motivo, que en junio de 2014 dejó de pagar dicho impuesto. En esos siete meses, el ahorro para sus cuentas fue de 1,2 millones de euros, según consta en la auditoría realizada por la Intervención General de la Administración del Estado. En un año completo, la cifra se sitúa por encima de los dos millones.    

Lo hizo sin hacer ruido, sin darle publicidad, pero desde junio de 2014, el Real no paga IVA. Se ampara en la ley 37/1992 del impuesto sobre el valor añadido, que permite a las instituciones sin ánimo de lucro no repercutir el impuesto en las entradas. Fue la manera que la institución presidida por Gregorio Marañón encontró para superar la subida del IVA cultural al 21%.  

Fuentes del teatro admitieron que la Fundación Teatro Real dejó de pagar el IVA, pero subrayaron que cumple los tres requisitos exigidos por la ley: carecer de finalidad lucrativa; que el representante legal de la institución no tenga remuneración, y que los socios y gestores del teatro no se beneficien de sus servicios.

Director sin funciones  

La clave está en el segundo punto. Como es habitual en estas instituciones, el patronato no percibe ninguna remuneración, pero su gestor es el director general, que sí cobra. Para poder dejar de pagar IVA, el 28 de abril de 2014, el patronato decidió revocar las competencias del director general, Ignacio García-Belenguer.    

Desde entonces, formalmente quien toma las decisiones es el patronato, que no cobra, aunque García-Belenguer continúa ejerciendo su trabajo en el Real. Por ello, la Intervención General de la Administración del Estado, en la auditoría de 2014, mostró sus dudas sobre este punto: «El director general podría tener la consideración de representante legal y, al percibir retribución, podría no cumplirse el requisito exigido por la ley», advirtió.  

Para aclarar dudas, el auditor público recomendó al teatro que consultara a la Dirección General de Tributos. Siguiendo este consejo, el Real hizo la consulta el 23 de diciembre de 2015 y recibió la resolución el 24 de febrero de 2016, en la que se autorizaba la exención en el pago del IVA.  

Un caso único con beneficios

Actualmente, el Real es el único teatro operístico que se beneficia de esta exención fiscal para esquivar la subida del IVA cultural, que el 1 de septiembre de 2012 pasó del 8% al 21%. El Gran Teatre del Liceu de Barcelona o el Teatro de la Maestranza de Sevilla, por ejemplo, sí lo pagan.    

Desde el Real aseguran que el hecho de no repercutir el IVA no les reporta ningún «ahorro ni beneficio por el coste de las entradas», ya que «al no poseer IVA las entradas, no puede deducirse los IVA correspondientes a ninguno de los contratos que suscribe el teatro».    

Sin embargo, en los siete primeros meses de aplicación, entre el 1 de junio y el 31 de diciembre de 2014, la exención arrojó para el Real un resultado fiscal positivo de 538.000 euros, según recoge la auditoría de dicho ejercicio. Además, se ahorró 668.000 euros que tendría que haber abonado en concepto de IVA sin la exención. Por tanto, sí hubo ahorro: 1,2 millones en siete meses. Para doce meses, arroja un beneficio superior a dos millones.    

Los ingresos del Real reflejan que no trasladó la exención de IVA a los precios. Su facturación por venta de entradas pasó de 14,4 millones de euros en 2014 a 17,7 millones en 2015, un 22,9% más.  

Cesión por 75 años  

Sin duda, no pagar IVA ha ayudado al Real en unos años realmente difíciles, con pérdidas a causa de la crisis. Pero no ha sido la única ayuda. A diferencia de otros grandes teatros operísticos españoles, la fundación del Real no paga alquiler por el uso del teatro, que es propiedad del Estado.    

En 2013, en plena crisis y con unas pérdidas de cinco millones de euros, el ministerio de Cultura cedió gratuitamente el uso del teatro, calificado como de bien de interés cultural, por un periodo de 75 años. Eso sí, tiene que pagar el mantenimiento, que le cuesta aproximadamente un millón al año.  

Un teatro comparable, como el Liceu, paga 1,4 millones al año en alquiler. No obstante, se ahorra el mantenimiento, que corre a cargo del Consorci del Gran Teatre del Liceu, propietario del edificio de Las Ramblas, y que cuesta algo más de un millón de euros. Este consorcio lo forman la Generalitat de Cataluña, el ministerio de Cultura y el Ayuntamiento y la Diputación de Barcelona.  

Lo curioso es que, pese a tener la cesión y ocuparse del mantenimiento del teatro, el Real recibió hace un año una subvención extra del Estado de 3,3 millones de euros para realizar unas obras de adecuación del teatro. Este dinero público no se incluye en las cuentas como subvención, ya que es finalista. El Real justifica esta inyección de dinero público porque el teatro es propiedad del Estado, aunque la fundación no paga por su uso y alquila espacios a terceros.  

¿Bicentenario?

Las efemérides culturales también reportan beneficios a instituciones como el Real o el Liceu. Por ello, el teatro madrileño inició en enero de 2016 los actos de su Bicentenario, que celebra en 2018. Esto le permite la exención fiscal al mecenazgo, al ser calificado como evento de interés público.    

Por tanto, las donaciones que hacen las empresas en motivo del bicentenario tienen grandes beneficios fiscales para ellas. El beneficio para el Real es que le permite conseguir más dinero. Concretamente, 7,4 millones extra en 2015.

El dato llamativo es que el Real abrió sus puertas en 1850. Es decir, hace 167 años, no 200. Lo que celebra el teatro en 2018 es que el rey Fernando VII puso la primera piedra en 1818, pero las obras no terminaron hasta más de 30 años después. Además, su historia como teatro de ópera es mucho más corta, ya que ha estado cerrado en varios periodos: 41 años entre 1925 y 1966 y entre 1988 y 1997.