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Los valores y aprendizajes del deporte en el ámbito profesional

Los últimos años han estado repletos de grandes éxitos para el deporte nacional, con el añadido de haber sido no solo en una disciplina, sino en varias. Seguramente hayamos visto muchas veces a generaciones más mayores expresar cierto pesimismo en cuanto al fútbol y el combinado nacional en Mundiales y Euro Copas, porque como estos afirmaban: “Seguro que no pasamos de cuartos”.

Las tornas han cambiado, y ahora se respira cierto orgullo. Quizás el punto de inflexión para el deporte español esté en la ciudad japonesa de Saitama, donde Pau Gasol, un chico de Sant Boi de Llobregat (Barcelona) levantó al cielo el ansiado título al que estaba predestinado el equipo norteamericano. Pero si echamos un vistazo a nuestro país, España se ha convertido en los últimos años también en referente en deporte femenino (en las últimas Olimpiadas por encima de los hombres en la obtención de metales). No sin el esfuerzo, sacrificio, compromiso y trabajo en equipo de muchas ellas.

El reflejo de todos estos logros se aprecia también en la forma de trabajar en el nuevo espacio que están desarrollando actualmente las empresas. Y es que el deporte nos enseña una serie de valores fundamentales como son responsabilidad, igualdad, capacidad de superación, pasión y liderazgo, como demostró Katherine Switzer al correr la Maratón de Boston en 1967. Un hecho sin precedentes en una época en la que los hombres creían que las mujeres no eran capaces de correr más de una milla y media (2,4 kilómetros).

Pero el deporte también nos muestra otros valores esenciales de aplicación en la vida y en el mundo empresarial, como el respeto por los compañeros y el trabajo en equipo. Sin ellos, los últimos éxitos del deporte español como los triunfos de la selección de waterpolo o balonmano nunca hubieran tenido lugar. Hasta en los deportes que a priori pueden parecer más individuales, el papel del equipo es clave para la consecución de objetivos. Para que Fernando Alonso se convirtiera en el primer español Campeón del Mundo de F1 en 2005 hizo falta una labor totalmente sincronizada de compañeros de equipo. Pilotos, técnicos, mecánicos, ingenieros … todos y cada uno de ellos fueron eslabones clave de un monoplaza preparado para el triunfo.

Ejemplos de superación como los anteriores son los que nos conducen (y obligan) a no desperdiciar ni un ápice del talento y capital humano, ni a dejar que caigan en el olvido los valores que desde niños aprendemos en el patio del colegio. Afortunadamente, los modelos de enseñanza actuales cada vez tienen más en cuenta la importancia del aprendizaje cooperativo, y factores como los roles que cada individuo desempeña dentro del grupo son tenidos en cuenta desde las aulas.

Por todo ello, coordinar labores de comunicación entre las diferentes generaciones que compartimos espacio de carácter laboral es fundamental. En esta situación, la labor de un mentor o responsable, que tutorice, supervise y coordine las funciones del equipo, sobre todo de cara a las nuevas incorporaciones, es vital para el logro de nuestros objetivos y metas empresariales. Por eso cada vez más, los departamentos de recursos humanos de las empresas cuentan con estrategias de mentorización adaptadas a cada tipo de trabajo o desempeño para que sirvan de guía de las personas que se incorporan a la organización.

Lo que genera el auténtico valor en las compañías son las personas. Aprendemos a través de las personas, y es a través de ellas como tenemos que mirar hacia el futuro. Y es que como canta el famoso estadio de Anfield, templo del Liverpool, ‘You’ll never walk alone’, es decir, “Nunca caminarás solo”, si lo que quieres es alcanzar el éxito organizacional.