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Prisiones, vigilancia a distancia

La aparición de nuevos sistemas de vigilancia electrónica está revolucionando el modelo penitenciario mundial y, por supuesto, el español. En estos momentos, existe en la Comunidad Internacional un amplio consenso sobre los beneficios de la monitorización de las personas privadas de libertad. Expertos en la materia defienden sus bondades no sólo por contribuir a la resocialización de los penados, sino por representar un ahorro evidente de costes al reducir significativamente la población recluida.

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En este nuevo escenario, Instituciones Penitenciarias considera la vigilancia, más que la reclusión, el eje del sistema penal español. Así lo admite el director general de Ejecución Penal y Reinserción Social, Javier Nistal, en un documento titulado “Las nuevas tecnologías en el medio penitenciario”.

Es más, apuesta abiertamente por la generalización en un futuro inmediato del control a distancia de determinados casos, sobre todo, en las penas cortas privativas de libertad, en algunas medidas de seguridad, en la prisión preventiva y en la suspensión de la condena. Este control a distancia permitirá encontrar, en su opinión, una solución eficaz “a las consecuencias desocializadoras del mundo en prisión”, al tiempo que supondrá un descenso importante en la factura penitenciaria.

De hecho, el control telemático en España de los 9.571 internos preventivos representaría un ahorro para el bolsillo del contribuyente superior a los 227 millones de euros al año.

El presupuesto prorrogado de Instituciones Penitenciarias se eleva a 1.196 millones de euros para 2019. Por tanto, si se desarrollara el potencial del sistema de vigilancia electrónica de la población reclusa española (control mediante radio frecuencia, GPS, dispositivos para realizar a distancia controles de alcoholemia o consumo de estupefacientes…) el presupuesto de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias se reduciría drásticamente en casi un 20%.

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150 penados por violencia de género en segundo grado salen de permiso a la calle con pulseras telemáticas

En estos momentos, de una población reclusa total de 58.961 personas, existen 2.251 internos con controles telemáticos de primera y segunda generación por GPS. Además, se les instala una pulsera GPS de segunda generación cuando salen de permiso a 165 personas recluidas en segundo grado (clasificación que afecta a los presos con un comportamiento normalizado, pero sin capacidad de vivir en un régimen de semilibertad). De estos 165 que salen a la calle con pulseras, 150 cumplen condena por violencia de género.

El uso de esta tecnología de control a distancia en estos más de 2.000 internos representa al día un ahorro de 157.040 euros; al mes, de casi 5 millones y al año, de más 57 millones de euros. La vigilancia de estas personas extramuros de prisión cuesta 19.227 euros al día, 576.837 al mes, y 6 millones al año. Por tanto, las cifras hablan por sí solas con un descenso neto del gasto superior a los 50 millones de euros, según los cálculos del propio Ministerio del Interior.

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Reconocimiento por huella

Pero la vigilancia a distancia no es la única tecnología de la que dispone Prisiones. Desde que se entra a una cárcel hasta que se sale de la misma son más que evidentes los avances tecnológicos al servicio de la seguridad del establecimiento y de la reinserción de los presos.

Si se acerca a cualquier centro penitenciario español, observará los sistemas detección perimetral, que permiten advertir de la intrusión no autorizada en los límites de la zona de confinamiento y, por ende, minimizar los riesgos de fuga.

A diario, es intenso el trasiego de personas entrando y saliendo de las prisiones españolas. Centenares de voluntarios, funcionarios, abogados, familiares y miembros de fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado deambulan constantemente por su interior y su exterior. A ellos hay que sumar los centenares de reclusos que atraviesan sus puertas en ambos sentidos de permiso, de traslado o de nuevos ingresos. Para evitar la suplantación de identidad, Prisiones cuenta con sistemas biométricos, que verifican la identidad del individuo por la huella.

Una vez dentro, las cámaras de videovigilancia están colocadas estratégicamente. Las imágenes grabadas pueden ser visionadas en un monitor central o a través de internet, si se tratan de aparatos IP. La videovigilancia está implantada en todos los centros penitenciarios. No obstante, sigue pendiente de regulación la captación y almacenamiento de las imágenes.

Aunque está prohibido a los penados el uso de internet, la red se usa para la formación de los internos. Más de mil reclusos cursan estudios superiores en las 31 aulas de informática UNED por plataforma Alf, instaladas en 25 centros penitenciarios. No obstante, esta actividad formativa virtual en la plataforma Alf por razones de seguridad tiene limitadas algunas de sus funciones, como foros, chats, correo y web.

Además, el familiar de un interno con un solo clic también puede solicitar desde casa la cita previa con el mismo. Desde principios de año hasta septiembre pasado se han asignado, de esta manera, un total de 872.973 visitas por locutorios.

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Telemedicina

Prisiones es una institución puntera y pionera en aplicar la tecnología destinada a redoblar la seguridad con el menor coste posible, como en el caso de la telemedicina con 1.109 consultas virtuales en ocho centros penitenciarios en 2018.

La telemedicina evita la salida de los reclusos para acudir al hospital, lo que, además de reducir los costes que conllevan las salidas sanitarias, pone punto y final a los problemas de seguridad asociados a dichos desplazamientos.

Instituciones Penitenciarias pone la tecnología también a disposición de los familiares para facilitar las comunicaciones con el interno. Así, los familiares, que por circunstancias excepcionales no puedan acudir al centro penitenciario, pueden mantener con el recluso una videoconferencia. De hecho, desde enero a septiembre pasado Prisiones ha autorizado doce videconferencias entre reclusos y sus familiares.

Las nuevas tecnologías contribuyen decisivamente a garantizar la seguridad de los establecimientos penitenciarios, pero también pueden suponer un punto negro en la misma. Por eso en las cárceles españolas están prohibidos el uso de determinadas tecnologías, así como aparatos electrónicos. Estos son los que están prohibidos:

1.- Los reclusos no pueden usar internet para mantener la seguridad del centro y para evitar que continúen a distancia con sus actividades ilícitas (tráfico de drogas, blanqueo de capitales…).

2.- No pueden disponer de compact disc, DVD o cintas de cassette, que podrían usarse para eludir la intervención legal de las comunicaciones.

3.- No están permitidos ordenadores personales, impresoras y material informático.

4.- Está prohibido cualquier tipo de aparato que pueda facilitar conexiones a las redes de comunicación (modem, tarjetas…).

5.- Están prohibidos los móviles, cámaras fotográficas y aparatos que dispongan de GPS.