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¿Qué nos dicen los nombres de las calles y por qué es interesante para las ciencias sociales?

De Daniel Oto-Peralías

Nube de palabras con los nombres de calles más comunes en España. Fuente: Callejero del Censo Electoral, enero de 2016. Elaboración propia.

En España hay 4.767 calles con el nombre de “Iglesia”, 2.439 con el nombre de “Constitución”, 2.208 con el de “Real” y 1.250 con el de “Ramón y Cajal”. Otros nombres menos frecuentes son, por ejemplo, “Alegría” (282), “Olvido” (73), “Silencio” (66), “Amor” (41), “Pena” (32) y “Vino” (30). Incluso hay calles con el nombre de “Adam Smith” (1), “Thomas Robert Malthus” (1) y “Keynes” (2) (datos de 2016). Más allá de la curiosidad puntual y el carácter anecdótico de algunos nombres, ¿cuál es el interés de la toponimia urbana para el investigador en ciencias sociales?

Los nombres de las calles nos pueden contar mucho sobre la historia y cultura de los municipios. Una gran parte de ellos tiene carácter conmemorativo, es decir, han sido elegidos para conmemorar personalidades, eventos y valores que se consideran importantes para la colectividad. En un artículo publicado recientemente propongo el uso de la información contenida en los nombres de las calles para medir variables culturales a nivel local, lo cual resulta muy útil dado el creciente interés por estudiar las causas y consecuencias de factores culturales (ejemplo aquí y aquí) y la escasez de datos a nivel local. Me baso en una idea sencilla: los nombres de las calles no son aleatorios, sino que representan señas culturales de una ciudad y su historia. Reflejan las decisiones conmemorativas de cada municipio a lo largo del tiempo y, como tales, pueden entenderse como un “manifiesto” sobre sus valores culturales, sociales y políticos (una revisión de la literatura aquí).

Haciendo uso de software que permite el análisis automático de textos, es factible medir ciertas variables culturales a nivel local para todos los municipios de una región o un país. Para ilustrar esta metodología, uso el callejero español como caso de estudio. La lista de nombres de calles es fácil obtenerla del Callejero del Censo Electoral, disponible en la página web del INE (aquí). El número de calles –vías en general- es de casi 900.000 (enero de 2016) y en promedio sus nombres constan de dos palabras (sin incluir la palabra definitoria del tipo de vía, es decir, calle, avenida, etc.). Los diez nombres de calles más frecuentes son Iglesia (4.767 calles), Mayor (3.762), Fuente (2.544), Constitución (2.439), Real (2.208), Eras (2.063), Nueva (1.975), Sol (1.582), España (1.469) y San Juan (1.359). Respecto a las palabras más frecuentes en los nombres de las calles, “San” es con mucha diferencia la primera (27.640), seguida de otras como Juan (10.028), Santa (9.968), Sant (8.408), José (8.043) y Casa (7.977).

Una determinada variable cultural puede medirse como el porcentaje de calles con nombres relacionados con dicha variable respecto al total de calles (más detalles sobre la metodología aquí). A modo de ejemplo, en el estudio calculo un indicador sobre religiosidad que mide el porcentaje de calles con nombres religiosos respecto al total. Las calles con nombres religiosos se pueden identificar mediante una lista de palabras con significados religiosos, como “san”, “santa”, “virgen”, etc. La proporción de calles religiosas es aproximadamente del 12% de media en los municipios españoles según el indicador. ¿Refleja este indicador la religiosidad de la población? La respuesta es afirmativa: agregando datos a nivel provincial, la correlación entre este indicador y el porcentaje de personas que asisten a oficios religiosos es ligeramente superior al 50%. El mapa siguiente muestra gráficamente dicha correlación.

Testar la anterior correlación a nivel municipal es más difícil por la falta de datos sobre religiosidad de la población. En el artículo uso, como variables relacionadas con la religiosidad a nivel local, la ratio de personas separadas y divorciadas respecto a casadas y el porcentaje de parejas de hecho. Al realizar el análisis, controlo por diferencias en variables tales como el número de habitantes y el nivel educativo y socioeconómico de la población, y además exploto solamente variaciones intra-provinciales (es decir, introduzco efectos fijos provinciales). Los resultados son interesantes: la religiosidad medida a través de los nombres de las calles está negativa y significativamente relacionada tanto con la incidencia de la separación y el divorcio como con las parejas de hecho. Así, por ejemplo, los municipios con un porcentaje mayor de calles religiosas tienen de media un menor porcentaje de parejas de hecho (“viviendo en pecado”). La relación entre ambas variables se muestra en el siguiente gráfico.

Medir variables culturales usando nombres de calles presenta naturalmente limitaciones. Si se dispone de mejores alternativas, como datos censales, es mejor usarlas. Además, cualquier factor cultural no se puede medir usando los nombres de las calles. No obstante, en ausencia de alternativas y para determinadas (no pocas) dimensiones culturales, la información que nos ofrecen puede ser valiosa. En el artículo muestro otras aplicaciones de esta idea a temas tales como la identidad nacional, la memoria histórica y la desigualdad de género (ver el mapa más abajo). Respecto a esto último, la desigualdad de género, los datos indican que la toponimia urbana está fuertemente sesgada hacia los hombres. El porcentaje de calles con nombres de hombres sobre el total con nombres de hombres y mujeres es del 83.1%. Si se eliminan las calles con nombres de figuras religiosas, el porcentaje aumenta al 86.8%, que es un valor cercano al encontrado en otros estudios que se centran en ciudades europeas específicas. Dado el poder simbólico atribuido a los nombres de las calles, estos pueden contribuir a la perpetuación de los valores sociales y culturales contenidos en ellos.

Por último, también he aplicado, a modo ilustrativo, esta metodología a otro país. En un breve artículo analizo el callejero de Gran Bretaña, el cual tiene también unas 900.000 calles o vías. Volviendo al factor cultural de la religión, muestro que la correlación (a nivel de distrito electoral) entre un indicador de nombres de calles relacionados con el cristianismo y el porcentaje de población que se identifica como cristiana es del 44%. También muestro, para el caso de Escocia, que el porcentaje de calles que conmemoran ser parte del Reino Unido está negativamente relacionado con el porcentaje de personas que dicen tener solo identidad nacional escocesa. Huelga decir que no analizo relaciones causales entre los nombres de las calles y los valores culturales de la población, como algún medio ha interpretado erróneamente. Al contrario, los valores culturales e identitarios son los que determinan los nombres de las calles y, por ello, las podemos utilizar como “proxies” de la cultura local.