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Repartir las horas de trabajo es la mejor forma de crear empleo

Artículo publicado originalmente en el número 54 de La Marea

A pesar de que existen muchos tópicos sobre lo vagas que son las personas que viven en el sur de Europa en comparación con las del norte, lo cierto es que cuando uno observa los datos comprueba cómo son los trabajadores de los países del sur los que más horas echan en el trabajo. Por ejemplo, en Grecia el número de horas que trabaja cada empleado de media fue en 2016 de 2.045 horas, mientras que en países como Alemania fue de 1.363. Así las cosas, podríamos decir que un trabajador alemán trabaja de media un 33% menos que uno griego, lo que vendría a traducirse en unas dos horas al día menos. No está nada mal.

España no se queda atrás: el número medio de horas trabajadas por trabajador fue en 2016 de 1.695 horas, situándose en un punto intermedio entre Grecia y Alemania, pero claramente por debajo de la mayor parte de los países del norte de Europa. Un simple ejercicio nos podría ofrecer interesantes reflexiones: si tomásemos todas las horas trabajadas –remuneradas- por los empleados de España y las repartiésemos entre todos ellos incluyendo a los parados de forma que cada uno de ellos trabajase de media lo mismo que un trabajador francés, entonces la tasa de paro española caería automáticamente al 4,7%. Sin incrementar en nada el número de horas, simplemente repartiendo solidariamente todas las que ya se realizan. Interesante, ¿verdad? Pero si hiciésemos lo mismo de manera que trabajásemos de media lo mismo que un trabajador alemán, ¡entonces no tendríamos suficientes parados para repartir las horas! Necesitaríamos traer parados de otros países para poder repartir todas las horas de trabajo remuneradas que se realizan en el país.

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Es cierto que este ejercicio es un poco tramposo. Al trabajar con una media estamos perdiendo de vista lo que ocurre con cada uno de los trabajadores (vemos el bosque pero no los árboles) y nos puede dar una imagen desvirtuada. En realidad -y explicado de forma sencilla y ruda-, lo que ocurre no es que un trabajador español del sector de automoción trabaje más que un trabajador alemán del mismo sector, ni que un camarero español trabaje sustancialmente más que uno alemán, sino que en España, comparado con Alemania, hay muchos más camareros que trabajadores en la automoción, y como los primeros trabajan más horas que los segundos, la media en España queda por encima de la alemana. Lo que estoy tratando de explicar es que el modelo productivo español es menos rico que el alemán y por eso nosotros necesitamos trabajar más horas para producir más o menos la misma riqueza. Por eso los países del sur de Europa -que tienen modelos productivos menos potentes que los países del norte- presentan mayor número de horas trabajadas que sus vecinos septentrionales.

Hay otro motivo importante: el promedio indica el reparto de todas las horas de trabajo remuneradas entre todos los trabajadores, pero no distingue entre trabajadores a tiempo parcial y a tiempo completo. Esto provoca que en países con mucho empleo a tiempo parcial la media tienda a ser baja, ya que esos empleos tienen pocas horas y se reparten como si el empleado trabajase a tiempo completo. Esto ocurre de una forma muy clara en los Países Bajos, ya que el 37,7% de todo el empleo es a jornada parcial, y de forma menos intensa pero también importante en Alemania (los “minijobs” tienen mucho que ver), donde dicho porcentaje es del 22,1% frente al 14,1% en España. No obstante, este factor no operaría por ejemplo en la comparación entre España y Francia, ya que ambas economías tienen la misma proporción de empleo a tiempo parcial.

A pesar de estos matices y apreciaciones, lo cierto es que este ejercicio nos es de utilidad para detectar una de las líneas de política económica que necesitamos adoptar para combatir el desempleo en nuestras ciudades: reducir la jornada laboral y repartir las horas de trabajo (en este caso hablamos de las remuneradas, pero también hay que hacer lo propio con las no remuneradas). Es, sin duda, la forma más rápida, solidaria y efectiva de crear puestos de trabajo. Ahora bien, no se trata de repartir las horas de trabajo a cualquier precio, que es precisamente lo que está ocurriendo actualmente en nuestro país: se desguaza el empleo que hay y se reparten trozos. Lo que hay que hacer es asegurar mediante todo tipo de actuaciones que esos nuevos puestos de trabajo disfruten de las condiciones laborales suficientes para asegurar un nivel de vida digno. Empleos de calidad y con salarios decentes.

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