Inicio Actualidad Económica Tasa Tobin: ¿Qué es, cómo funciona y en qué nos afecta?

Tasa Tobin: ¿Qué es, cómo funciona y en qué nos afecta?

El Gobierno aprobará en breve las tasas Google y Tobin, pese a sus efectos nocivos para los consumidores. La ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, ha asegurado este miércoles que ambos impuestos “están listos” y se aprobarán “en los próximos Consejos” de Ministros.

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Sin embargo, muchos ciudadanos españoles desconocen qué es la tasa Tobin. Se trata de un impuesto destinado, originalmente, a gravar las operaciones de conversión entre divisas que se producen al contado. La idea inicial de este impuesto era penalizar la especulación monetaria en el corto plazo, ya que pensaba que esta especulación provocaba movimientos masivos de fondos entre las bolsas de divisas que podían desestabilizar la divisa de una nación.

Esta tasa a las transacciones financieras ya está vigente en Francia y en Alemania lo estará en 2021. Trata de gravar con un 0,2% las operaciones de compra de acciones españolas ejecutadas por operadores del sector financiero, con independencia de la residencia de las personas o entidades que intervengan en la operación, o del lugar en que se negocien.

¿Cómo afecta la tasa?

Los cálculos del Gobierno español apuntan a una recaudación de unos 850 millones de euros. Pero, como en el caso de la “tasa Google”, los clientes son los que se exponen a salir más perjudicados. Un informe del Tribunal de Cuentas francés asegura que así ha sido en el país galo, donde este impuesto está vigente desde 2012.

La tasa planteada en España gravaría al 0,2% las compras de acciones realizadas por operadores financieros, si dichas acciones son de empresas que cotizan en bolsa con una capitalización mayor a 1.000 millones de euros (unas 65 empresas, entre ellas todas las del Ibex).

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Esto significa que si un usuario compra acciones de empresas cotizadas con más de 1.000 millones de capital, cada operación de compra y venta le supondrá un carga añadida de 0,2%. Tasa que se aplicará independientemente del beneficio o perdida patrimonial que suponga.

Por lo tanto, la tasa Tobin deja fuera las operaciones con acciones de empresas no cotizadas y pymes, y las de cotizadas con una capitalización bursátil inferior a los 1.000 millones. Tampoco grava la compra de títulos de deuda (ni pública, ni privada), ni actúa sobre las operaciones con CFDs, ni otros derivados.

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El origen

La tasa debe su nombre al economista estadounidense James Tobin, que fue galardonado con el Premio Nobel de Economía en 1981 por introducir este concepto en la economía mundial en 1972 con el fin de frenar la especulación con divisas a nivel mundial. Hoy los gobiernos de los países miembros desarrollan sus propias tasas tipo Tobin para sanear las arcas públicas.

Cuando enunció su impuesto, Tobin propuso que el dinero recaudado se usará como ayuda para los países en desarrollo. Desde que esta tasa se dio a conocer, la idea ha evolucionado en un impuesto sobre todas las transacciones de acciones, bonos y divisas.

En septiembre de 2011, la Comisión Europea planteó la creación de un impuesto que gravase todas las operaciones realizadas por entidades financieras, siempre que una de las partes intervinientes en la transacción (o las dos) estuviese establecida en la UE.

La tasa no se aplicaría directamente a los ahorradores y pequeñas empresas, pues dejaba fuera a hipotecas, préstamos, seguros y operaciones entre particulares. Once países, entre los que se encontraba España, aprobaron la tasa, que inicialmente proyectaba un 0,1% de gravamen para cada operación con acciones o bonos, y 0,01% para productos derivados.

¿Cuándo se planteó la tasa Tobin?

Tobin propuso en la década de los setenta un modelo impositivo para desacelerar la especulación con divisas acontecida tras salir Estados Unidos de los acuerdos de Bretton Woods. Hasta 1971 el dólar estadounidense se utilizaba como divisa global, siempre respaldada por las reservas de oro de EEUU. Tras la ruptura del patrón oro durante el gobierno de Nixon, Tobin quiso frenar las intensas fluctuaciones del tipo de cambio, gravando las operaciones de compraventa de divisas.

La intención del economista era restar rentabilidad a las operaciones especulativas, donde a muy corto plazo se obtenía un pequeño beneficio, que prácticamente se anularía con una pequeña tasa impositiva entre el 0,1% y el 0,25%.

Aunque la tasa Tobin nunca fue aplicada para su objetivo inicial, en las décadas siguientes la idea de frenar las operaciones cortoplacistas se ha trasladado a otro escenario: las transacciones financieras. Por tanto, aunque la propuesta de gravar operaciones de compraventa sí que partió de Tobin, en la actualidad, las tasas a las transacciones financieras, o FTT (Financial Transaction Tax), poco tienen que ver con aquella propuesta.