Inicio Actualidad Económica Tres ministros españoles rivalizan para ser comisario de la Comisión Europea

Tres ministros españoles rivalizan para ser comisario de la Comisión Europea

La Comisión Europea, el Gobierno técnico –el del día a día– de la UE, se renovará tras las elecciones europeas del 26 de mayo. España tiene derecho a un puesto, que ahora ocupa Miguel Arias Cañete –comisario de Energía y Acción Climática– y que no renovará, porque su sustituto lo elegirá el Gobierno vigente, previsiblemente el de Pedro Sánchez. La decisión todavía tardará en tomarse. Sin embargo, la carrera por ocupar la comisaría que le corresponde a España quizá comenzó el mismo día en el que el líder del PSOE accedió a la Presidencia del Gobierno. La favorita para el cargo –la cartera que ocuparía saldría del equilibrio de fuerzas en la Comisión– es la ministra de Economía, Nadia Calviño, que ha sido también la más alta funcionaria española en la historia de la UE, ya que ocupó la Dirección General del Presupuestos. Calviño ha pasado una buena parte de su vida profesional en Bruselas, en donde vivía con su marido, Ignacio Manrique de Lara, y sus cuatro hijos, y en donde todos habían echado raíces y estaban muy cómodos. No es ningún secreto que Sánchez, cuando formó Gobierno, buscaba a alguien con prestigio y dominio de los vericuetos de Bruselas, algo muy conveniente para mantener engrasadas las relaciones con las autoridades comunitarias. Sánchez, parece ser que por sugerencia de Joaquín Almunia, eligió a Calviño, a quien no conocía, una mujer muy técnica, muy poco política y más o menos socialista, con el pedigrí de ser hija de José María Calviño, el histórico primer director general de RTVE en tiempos de Felipe González, con el padrinazgo de Alfonso Guerra. La nueva ministra dejó Bruselas y regresó a Madrid, pero desde el primer momento circuló la teoría –que nadie negó– de que, tras su paso por el gabinete Sánchez, su objetivo era ser comisaria europea, el único puesto que le falta por ocupar en la administración comunitaria, donde es muy apreciada.

Calviño, sin embargo, no es la única aspirante a uno de los puestos político/administrativos más atractivos del viejo continente, mejor retribuidos –20.000 euros mensuales, con una fiscalidad muy baja– y con unas espectaculares condiciones de salida o de retirada. José Borrell, ministro de Asuntos Exteriores, y Luis Planas, ministro de Agricultura, suenan también en los despachos socialistas como aspirantes. Para ambos sería un colofón tan espectacular como atractivo para sus carreras políticas y, de paso, garantizarse unas jubilaciones de oro. Los dos tienen experiencia comunitaria. Borrell fue incluso presidente del Parlamento Europeo y Planas, además de eurodiputado, fue jefe de Gabinete de Pedro Solbes cuando fue comisario europeo y ha sido embajador de España en Marruecos y ante la UE y secretario general del Consejo Económico y Social europeo. Y los dos tienen edades –Borrell, 71; y Planas, 67, frente a los 49 de Calviño– a las que estar al frente de una comisaría europea resultaría irresistible para dos personajes, convencidos europeistas, que quieren seguir en activo, pero lejos de las peleas de la política española y olvidarse, entre otras cosas, del «serrín y estiércol» que producen figuras como Rufián, como le espetó el propio ministro de Exteriores.

Relevancia en Bruselas

Los tres aspirantes presentan puntos fuertes y débiles y, aunque en teoría parte de favorita Calviño, nada está decidido. Además, si Borrell, como defienden algunas teorías, encabeza el cartel del PSOE a las elecciones europeas, el mapa también podría cambiar. La ventaja de Calviño es su experiencia, buen cartel y dominio de los entresijos europeos. Ahí no tiene rival. Además, es mujer. Juncker, el presidente, ya intentó que hubiera más mujeres en la Comisión y lo consiguió a medias, pero todo indica que su sucesor también perseguirá ese objetivo. Calviño, por otra parte, es la autora del Presupuesto de la UE para 2021-2027, ahora en discusión. Nadie lo conoce mejor que ella y quizá nadie lo aplicaría con mayor empeño, y es más de un billón de euros. Sus puntos flacos proceden de su escasa relevancia política. Además de no ser militante, su relación con la organización ha sido mínima. Su experiencia política también es escasa y durante su carrera en Bruselas ha tenido aversión a tratar con los medios de comunicación, que según algunos de sus más cercanos, «siempre le han dado pavor», aunque ahora empieza a defenderse aceptablemente. Por último, está el episodio de la sociedad con la que adquirió una vivienda en Madrid, compañía que también operaba en Bélgica. No existe nada ilegal, aunque sí estético si se hace caso a lo que declaró en su día Sánchez. Quizá por eso, su marido, que dirigía una empresa de investigación científica en Bruselas, Brainvestigations, se haya apartado algo de esa actividad, hasta el punto de que la web de la compañía no está operativa. No obstante, y aunque Manrique de Lara realiza alguna actividad en Madrid, en el sector tecnológico, la familia mantiene su domicilio de Bruselas.

Las ventajas de los candidatos

Borrell y Planas tienen a su favor el punto débil de Calviño, su pasado y presente político. Los dos son personajes con una larga e importante historia en el PSOE y el partido vería bien su nombramiento, algo que no está tan claro en el caso de la ministra de Economía. Tienen menos experiencia y dominio de los tejemanejes comunitarios que Calviño, pero tampoco son principiantes. Planas, además, es persona de toda confianza de la vicepresidenta Carmen Calvo.