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Un ataque ejecutado con respaldo de un Estado

Los dos buques atacados ayer cuando navegaban cerca del Estrecho de Ormuz –transportando respectivamente crudo y metano–, muy cerca de la costa iraní, salían del dispositivo de separación de tráfico –una especie de autopista marítima– con destino a Japón y Singapur y tras el ataque fueron abandonados por sus tripulaciones. Los dos tenían bandera de conveniencia. Este doble incidente puede tener graves repercusiones internacionales y provocar una respuesta militar norteamericana cuando se demuestre la autoría de la agresión.

Por ahora, no sabemos quién es el responsable, aunque sí podemos deducir claramente lo que pretende: provocar una intervención norteamericana contra Irán. Y también podemos suponer por las características del ataque que ha sido ejecutado por una entidad estatal o al menos con apoyo de medios de una nación.

Por las fotografías del «Front Altair» ardiendo que han sido publicadas, estimo que ha podido ser alcanzado por un torpedo de submarino. Asimismo la hora de intervalo entre este ataque y el del «Koluka Courageous», el hecho de que no haya habido más explosiones y el que ha ocurrido con luz diurna parecen inclinar la balanza hacia que hayan sido torpedos y no minas las armas de agresión. Deberemos esperar a comprobar la sonda en la posición de los ataques para confirmar la anterior deducción. El ataque con misiles superficie/superficie –otra posibilidad– no parece muy probable si el atacante intenta ocultar su identidad.

Hay al menos tres entidades que pudieran estar interesadas en provocar un enfrentamiento armado entre EE UU e Irán. La Guardia Revolucionaria iraní es una rama de sus Fuerzas Armadas que goza de gran autonomía, tiene medios navales de ataque, ha sido declarada organización terrorista recientemente por la Administración Trump y tiene una ideología extremista proclive al martirio. Es naturalmente el principal sospechoso de este ataque. Pero no el único. Tras el asesinato en Turquía del periodista Khashoggi, sabemos los pocos escrúpulos de determinados sectores saudíes. El odio por Irán es otra característica esencial de Arabia Saudí, por lo que la posibilidad de un atentado con el apoyo técnico y geográfico de sectores radicales de los Emiratos Árabes Unidos –muy cerca de la escena de los ataques– es una posibilidad que no cabe descartar.

Pero ni Arabia Saudí ni los Emiratos tienen submarinos, por lo que demostrar con qué han sido atacados los dos mercantes tendrá una importancia decisiva. Y, por último, hay sectores en la actual Administración Trump, entre ellos el asesor de Seguridad Nacional, Bolton, que se muestran partidarios del enfrentamiento abierto con Irán No es muy probable, pero la Historia muestra incidentes como el actual provocados o aprovechados por los norteamericanos. La explosión del «Maine» en La Habana, lo del Golfo de Tonkín, las armas de destrucción masiva de Sadam, etc.

Todo parece muy confuso en este momento y espero que perdonen alguna de estas conjeturas que sin lugar a dudas se aclararán posteriormente. Pero es en medio de la niebla como los militares hemos sido entrenados a juzgar la situación y a actuar consecuentemente. Esperemos que los sectores interesados en provocar un enfrentamiento entre

Washington y Teherán no triunfen, pero la seguridad del estrecho de Ormuz no puede quedar en entredicho. La Marina de guerra norteamericana ha sentido históricamente la responsabilidad de esta seguridad como propia y en cierto modo todos tendríamos que agradecérselo. Pero los verdaderos culpables de ponerla en riesgo deberán ser identificados antes de proceder al justo castigo.