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A mí no me representan

No dejan de sorprenderme. Creía que tras el eslogan “sola y borracha quiero llegar a casa” entonado por la ministra de Igualdad, Irene Montero lo había visto y oído todo. Luego vino el estudio publicado por el Instituto de la Mujer y Oportunidades, dependiente del mismo Ministerio, que considera que el color rosa “oprime y reprime a las niñas”. De la mano de la misma ministra, me volvía a asombrar al escuchar aquel discurso inclusivo durante la campaña de las elecciones madrileñas con el uso del lenguaje inclusivo “hijo, hija e hije”.

Mi capacidad de sorpresa se puso a prueba de nuevo el otro día, cuando la ministra Carmen Calvo declaró en relación al tarifazo de la luz “el temazo no es a qué hora se pone la lavadora, sino quién la pone y quién plancha”, haciendo gala de típica demagogia de la izquierda más radical al utilizar el argumento de la igualdad de género en las tareas domésticas para desviar la atención de una cuestión clave en estos momentos para la sociedad, como es el incremento en la factura cuando tantas familias están económicamente arruinadas por la crisis. Que esta señora se permita hacer un chiste desde su posición política y cargo institucional sobre un tema de semejante magnitud, es, cuanto menos inmoral.

Pero no acaba aquí, hay más. La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 y candidata a liderar Podemos, Ione Belarra, ha redactado el “Protocolo de comunicación feminista” en el que indica a las mujeres de su partido que “se huya de mujeres primorosamente arregladas porque se sexualiza su imagen”. Vamos, básicamente pide que vayan hechas un adefesio. Atrás queda la revolución en la moda liderada por Coco Chanel a comienzos del siglo XX para despojar a la mujer de los corsés y hacerla sentir con la moda libre y femenina. Donde estén las directrices que marca Belarra, que se quite Chanel. Porque lo de vestir cada una como queremos, ya se sabe que con los morados – o moradas o morades – ni pensarlo.

Esta es la libertad que abandera la izquierda. Este es el concepto de feminismo que tienen quienes se creen con el monopolio de la defensa de los derechos de las mujeres. A mí, desde luego no me representan. Este es el nivel del gobierno actual, que ni siquiera ha sido capaz de aprobar una de las grandes promesas electorales, la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas Trans, porque las ministras Carmen Calvo e Irene Montero no llegan a un consenso. Una ley contra la que se han manifestado hasta grupos feministas. Con dos años que quedan por delante de legislatura y visto lo visto, solo queda decir “Señor, líbrame de mis amigos, que de mis enemigos me libro yo”.

*Periodista.