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A propósito del ‘caso Blanquerna’: «Esos jóvenes tomaron la responsabilidad que el Estado abandonó, defender la unidad de España»

Carlos Arturo Calderón Muñoz.- Ustedes pueden leer estas letras porque en un día de octubre hace más de 500 años algunos barcos españoles se encontraron con un continente en el que yo nací y he pasado toda mi vida. Puedo comunicarme con ustedes porque gracias a la heroica locura de millones de desposeídos que regaron su sangre durante ocho siglos, España y todo occidente se salvaron del exterminio invocado por Alá. Isabel y Fernando iniciaron una catarsis con la que un pueblo peninsular se transformó en una nación intercontinental. Un imperio en el que no se ocultaba el sol y en el que la justicia social y desarrollo tecnológico eran la regla.

La geopolítica continuó con sus devenires y las alianzas de sociedades secretas e imperios enemigos desmembraron la casa de mi madre, para dejarnos huérfanos en decenas de pequeños países enemistados entre sí.

El exterminio de España no se detuvo en las Américas, pronto su presencia en Asía y África también fue eliminada. Hoy, en pleno siglo XXI, los hijos de esos enemigos siguen conspirando para acabar con la tierra de Pelayo.

Hoy, la sociedad civil española ha decidido bajar la cabeza y esperar a que les arrebaten la tierra de sus ancestros.

Ese 11 de septiembre de 2013 se cometió un terrible delito: ¡Traición a la patria! Una conspiración de individuos vendidos a la finanza internacional para apuñalar por la espalda a sus propios hermanos y así hacerse con un pequeño feudo en medio de la Europa moribunda. Esos jóvenes tomaron la responsabilidad que el Estado abandonó, defender la unidad del suelo patrio.

A los catalanes y por extensión a todos los españoles los están sometiendo a un genocidio a través del reemplazo étnico y ustedes creen que por usar un lenguaje moderado ante la barbarie son los próceres de la supervivencia hispana. Este colombiano siente la autoridad moral de recriminarles su cobardía; tengo ese derecho porque toda mi vida he visto los efectos de existir en una nación en la que se abandonaron los valores quijotescos. Los mismos que promueven el separatismo son aquellos que tienen a mis hermanos venezolanos muriéndose de hambre; esos que como ustedes hablan de democracias melifluas son los que nos han dejado bajo el yugo de la fuerza anglosajona durante dos siglos.

Dejen de comportarse como acobardados y defiendan eso que tenemos en común, para proteger a nuestra madre de lo que puede ser su muerte definitiva.

Defender a España no es delito.

*Desde San Bonifacio de Ibagué (Colombia).