Inicio Cuba Aquella historia entre Batista y Raúl Castro Cubanet

Aquella historia entre Batista y Raúl Castro Cubanet

Batista con Raúl Castro en brazos. A la izquierda, el presidente de entonces, Federido Laredo (Twitter)

LA HABANA, Cuba.- Como si de esa forma lograran que la tierra se la tragara, los periodistas oficialistas, pertenecientes a la dictadura cubana, se han negado a contar aquella historia tan peculiar, grotesca e inverosímil, durante más de medio siglo.

Tuvo que ser Nikolai Serguéievich Leonov, retirado de la KGB y biógrafo de Raúl Castro, quien la contara con pelos y señales en su libro sobre el actual jefe de estado de la isla (Raúl Castro, un hombre en Revolución, Editorial Capitán San Luis, 2015, La Habana).

Antes lo habían dicho algunas personalidades cubanas del exilio, pero puestas siempre en entredicho, como suele calificarse a todo el que no profese con el comunismo castrista.

En la página 57 de la biografía de Raúl Castro, escrita por el señor Leonov, está todo narrado.

Comienza contando este gran amigo del dictador cubano cómo, en cierta ocasión, Fidel y Raúl fueron expulsados del colegio Hermanos de La Salle, en Santiago de Cuba, y de cómo el director dijo a Ángel, el padre, que sus hijos “eran los bandidos más grandes que habían estudiado en el colegio”.

Tan bandidos, según Leonov, que Fidel, bajo protesta, “amenazó con incendiar la casa de Birán, si no era enviado de nuevo a la escuela”.

Sí, la casa cogió candela, pero unos años después.

Raúl, en cambio, se alegró de volver a la libertad plena de Birán. Odiaba la disciplina escolar, que veía como “una cárcel”.

En 1937, teniendo Raúl seis años, fue matriculado de nuevo en otra escuela, esta vez de disciplina cívico-militar, en la misma región. Se trataba una de las fundadas por iniciativa del Coronel Fulgencio Batista para lograr futuros cuadros militares en sus próximos planes políticos y donde los maestros eran por lo general sus sargentos de mayor confianza.

En aquella escuela comenzó la carrera militar de Raúl, donde aparece en fotos con sus uniformes de gala, de tropa y de guardia rural.

En 1938, Batista acudió a una de aquellas escuelas, donde conoció al niño Raúl. La idea de presentarlo había sido de su profesor, el sargento Armando Núñez Castillo, quien lo entrenó para que representara al grupo y dijera unas palabras ante Batista.

Cuando Batista vio al pequeño, éste le dijo: “Señor coronel Fulgencio Batista y Zaldívar, ¡a nombre de los estudiantes de la escuela cívico-militar de Birán Uno, solicito de usted ascender a nuestro Sargento al grado de teniente”.

Dice Leonov que Batista respondió estupefacto. Yo diría más bien conmovido, pues cargando en brazos al pequeño y besándolo, sonriente, le dijo: “Bien, lo cumpliré”.

En los días finales de 1958, Batista renuncia y se marcha de Cuba. Los hermanos Castro ocupan su lugar. Según Leonov, a mediados de 1959 “se descubre un documento en los archivos de la tiranía, donde el teniente Núñez Castillo se disculpa ante Batista por haber sido profesor de Raúl, a quien califica de ‘una fiera sangrienta’”.

La historia seguramente continúa, pero Leonov la termina ahí.

Nada más se sabe del teniente Armando Núñez Castillo. Por ejemplo, si a consecuencia de aquel documento acusador, engrosó las filas de los cinco mil fusilados durante los primeros años de la Revolución, o fue perdonado por Raúl, algo que pudiera sorprender a muchos.