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China sigue con la expansión de la Nueva Ruta de la Seda

Muralla China

A un ritmo más pausado que en los inicios de la implantación del plan, pero China sigue adelante con el ambicioso proyecto de la Nueva Ruta de la Seda. El último anuncio es la construcción de un megapuerto en Myanmar, conocido en el pasado como Birmania.

El objetivo es tener un punto relativamente cercano desde el que atraer tráfico marítimo europeo; esta ruta permitiría un ahorro de hasta cinco días de navegación en comparación con la actual ruta que vincula puertos del Mediterráneo como el de Valencia con el sudeste de Asia. El nuevo megapuerto abarcará una superficie de unos 17 millones de metros cuadrados, y se complementará con una nueva línea de ferrocarril que uniría el puerto de Myanmar con varias ciudades chinas.

Este es uno de los muchos proyectos que se han desarrollado o se van a desarrollar dentro de la Belt and Road Iniciative (BRI) o Iniciativa de Franja y Ruta, un plan que se lanzó en 2013 y que afecta a un gran número de países, especialmente de Asia central, pero también en África o América Latina.

¿Qué es la Nueva Ruta de la Seda?

La Nueva Ruta de la Seda es la expresión con la que se ha bautizado en castellano a esa Iniciativa de Franja y Ruta, inspirándose en la mítica Ruta de la Seda que a lo largo de 1.500 años supuso un corredor de intercambio comercial y cultural entre Oriente y Occidente.

La idea original era crear una ruta para el transporte de mercancías y pasajeros en tren que conectase con distintos puertos ubicados entre las costas del Pacífico chino y ruso y las del Mediterráneo. El llamado también Puente Terrestre Euroasiático conecta por tierra esos puertos, aprovechando que el transporte ferroviario es mucho más rápido que el marítimo.

Esta Nueva Ruta de la Seda, igual que la original, no es en realidad una ruta, sino varias, y poco tiene que ver con la seda. La Ruta de la Seda tiene su origen en el siglo I a.C. y se fue extendiendo por Asia central, con conexiones con India o Persia (actual Irán), hasta llegar a alcanzar Constantinopla (actual Turquía), que era la entrada a Europa, e incluso a zonas de África oriental. Debe su nombre al hecho de que la seda era un bien muy preciado que, en sus orígenes, solo los chinos sabían elaborar.

La Ruta de la Seda fue una vía de intercambio comercial entre regiones, pero también tecnológico y cultural. Aun así, pese al contacto con otros pueblos, China conserva su propia idiosincrasia. Incluso en lo que es igual a Occidente, es ligeramente ligeramente diferente; tienen, por ejemplo, su propia versión del deporte mental, el póker, o un jamón serrano autóctono que se elabora desde hace más de 2.000 años. Ahora, el país quiere abrirse al mundo con una Nueva Ruta de la Seda mucho más ambiciosa que la que estuvo en funcionamiento durante siglos y que, en 2014, se convirtió en Patrimonio de la Humanidad (con la denominación “Rutas de la Seda: red viaria de la ruta corredor Chang’an-Tian-shan”).

Cuando en 2013 se presentó la BRI, se hizo con la intención de promover el crecimiento económico de los distintos territorios gracias a la creación de una vía de intercambio fluido de bienes, tecnología y capital. Este plan, que se presentó en Kazajistán e Indonesia, se ha expandido mucho más allá de Asia; China ha firmado acuerdos para desarrollar proyectos también en varios países de América Latina, en el Ártico o en parte de África.

Los países de la Europa más occidental, entre ellos España, se mantienen fuera de esta Nueva Ruta de la Seda, aunque están abiertos a participar en proyectos o firmar acuerdos de colaboración de manera puntual. Uno de estos proyectos es el tren de 500 metros de largo que une Madrid con la ciudad china de Yiwu; otra ciudad española que podría considerarse parte de la Nueva Ruta de la Seda es Valencia, donde la mitad de su tráfico portuario procede de esas rutas.

Al principio, los proyectos incluidos en la BRI se multiplicaban rápidamente, lo cual llevó a la comisión de errores o a la inviabilidad de esos proyectos. La voluntad de realizar mejores análisis, unida a las circunstancias actuales, ha hecho que China haya puesto el freno a la hora de hacer realidad la Nueva Ruta de la Seda, pero no se olvida de ella. Muestra de ello son el aumento de su inversión en los países de Franja y Ruta, o el nuevo megapuerto estratégico que se va a construir en Myanmar.