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El Atlético no quiere ser segundo no quiere ser segundo

Tres puntos perdidos ante el Elche y dos ante el Espanyol, último y penúltimo en la clasificación. Está claro que el Atlético no quiere ser segundo. Ha perdido el puesto en beneficio del Real Madrid y ahora necesita un empate el próximo domingo ante la Real Sociedad para garantizar la tercera plaza tras regalar una ventaja 0-3 en Cornellà que desperdició en solo 16 minutos ante un Espanyol que incluso tuvo el balón del 4-3. Ridículo incomprensible del equipo de Simeone.

Tal y como sucedió hace 10 días en el Martínez Valero, el partido volvió a demostrar la absoluta necesidad que tiene el equipo de reforzar su parcela defensiva. Grbic alternó aciertos con errores, Witsel volvió a quedar en evidencia una vez tras otra y por delante Simeone necesita como el pan un medio centro defensivo y está claro que no cuenta con Kondogbia. Sin un plan renove atrás el Atlético tiene poco futuro.

Consciente de que había que matar o morir, el Espanyol optó por el camino más corto prescindiendo de la diplomacia. Antes de que se cumplieran los primeros 90 segundos ya había disparado dos veces a puerta, primero a cargo de Nico Melamed y luego por medio de Puado. Grbic, rodilla a tierra, embolsó sin problemas los dos remates, pero la salida del equipo produjo el efecto deseado y enardeció al estadio. La respuesta rojiblanca fue una llegada de Nahuel por la banda, pero su disparo se estrelló contra el cuerpo de Cabrera.

Apoyado en la extraordinaria solidaridad defensiva de Griezmann, más generoso que nunca en el esfuerzo de recuperación, el Atlético fue poco a poco acaparando el balón y el propio francés fue el siguiente en llegar a la meta catalana con un zurdazo que se le fue alto, pero que metió el miedo en el cuerpo a un equipo cuya autoestima se aguanta con alfileres. Viéndole las orejas al lobo, el Espanyol se replegó y buscó el contragolpe.

Luis García no tuvo tiempo de poner en práctica su nueva estrategia. A los 21 minutos Hermoso filtró un pase que superó a Óscar Gil y llegó a Saúl, ya en el área pero muy escorado y sin aparente peligro. El ilicitano levantó la cabeza, miró al centro para ver si encontraba algún compañero y, advirtiendo la ausencia de camisetas naranjas  cercanas, probó suerte en busca de lo imposible y tres días después de marcarle a Osasuna se volvió a encontrar con un guiño del destino porque el balón superó a Pacheco, golpeó en el poste y acabó besando la red.

Lo que sucedió a partir de ahí fue una pesadilla. Para el Atlético primero, sometido a un goteo continuo de oportunidades que acabó encumbrando a Grbic, providencial en varios mano a mano, y finalmente para el Espanyol, que en el último minuto de la primera parte, cuando lamentaba su mala suerte por no haber conseguido el empate, recibió una bofetada inesperada y trágica. Dormido en defensa, consintió tres remates seguidos sin oponer resistencia y por supuesto lo acabó pagando porque en el último, de Griezmann, Pacheco recogió el balón de dentro de la portería, tal y como demostró el VAR tras un par de minutos de agonía en el estadio.

Pero el drama espanyolista aún no había acabado. Luis García prescindió de un central en el descanso para buscar la épica en la segunda parte, pero en sólo veinte segundos el Atlético fulminó sus últimas esperanzas. Correa soltó un disparo desde fuera del área, Pacheco estuvo tan horrible como en el 0-1 y su rechace, hacia el centro, zona prohibida para cualquier portero, lo recogió Carrasco para machacar el 0-3, una diferencia tan abismal como exagerada que, ahora sí, provocó que la grada reaccionara con el enfado de quien se ve en Segunda División.

En el campo, sin embargo, el Espanyol se negó a darse por vencido y quemó sus últimas naves con la desesperación del que se agarra a un clavo ardiendo. De nuevo asfixió al Atlético, y esta vez sí sacó premio porque se giraron las tornas y fueron los blanquiazules quienes mostraron eficacia mientras los rojiblancos fallaban oportunidades clarísimas para sentenciar el partido. César Montes marcó el 1-3 tras un saque de esquina y Joselu de penalti el 2-3 en la jugada posterior a un error de Griezmann solo ante Pacheco. El partido entró en su recta final con las espadas en todo lo alto.

Totalmente perdido, deambulando sobre el campo y superado por todos los costados, el Atlético pagó muy cara su pasividad. A los 78 minutos Vinicius Sousa cabeceó un pase de Aleix Vidal y empató el partido. Simeone, fuera de sí, golpeó con violencia el césped. Un ridículo absoluto e inexplicable. Joselu, totalmente solo, estrelló contra Grbic un remate que hubiera supuesto el 4-3. El equipo se había convertido en una caricatura.

El partido llegó al final sin más sobresaltos y acabó dejando para la estadística un empate que no le sirve a ninguno. El Atlético está a expensas de otro error del Real Madrid y el Espanyol se queda a tres puntos de la permanencia a falta de seis. Si había un resultado que no interesaba a nadie, era precisamente éste.