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El meritorio arte de estar en una mesa informativa de Vox Málaga y no tener ni pajolera idea de nada

Mesa informativa de Vox.

Vox Málaga vive inmerso en su primavera valleinclaniana a la espera de que Madrid mueva ficha y sustituya a la actual Gestora. El esperpento aparece en Vox Málaga como concepto estético, ideológico y ahora también didáctico.

AD ha trasladado a un colaborador a algunas de las mesas informativas que el partido verde ha montado en municipios malagueños. Se supone que además de la venta de bagatelas del partido, las mesas sirven al objetivo de informar a los vecinos acerca de la posición del partido en torno a cualquier asunto de interés. Es por ello que deberíamos dar por hecho que al frente de las mesas hay personas lo suficientemente cualificadas para dar respuesta a los potenciales votantes. Trasladada la comparación al ámbito de la empresa privada sería así de simple: si una entidad financiera seria instalara una mesa informativa en algún punto de la geografía española, lo lógico sería que la/s persona/s responsable/s supiesen al menos explicar satisfactoriamente qué es el Euribor o qué son los tipos de interés y para qué se usan.

AD pudo comprobar que los responsables de las mesas informativas, mayoritariamente, no tienen pajorera idea sobre cualquier cosa ajena a los consabidos mantras patrioteros.

Juan Díez Cánovas, colaborador de AD, preguntó en una mesa informativa instalada en un pueblo del Valle del Guadalhorce sobre la posición del partido ante las manipulaciones embriones y la respuesta fue unánime: “la verdad es que no tenemos mucho conocimiento sobre eso”.

¿Y ante las vacunas?

– “Lo que sea mejor para España”

¿Y ante el pin parental?, repuso nuestro colaborador.

La respuesta fue la misma; es decir, ninguna.

En otra mesa instalada en la comarca de Antequera y en la que se hallaban tres personas, preguntamos si Vox  reduciría impuestos para atraer empresas. Uno de ellos barnizó su no respuesta con un “Viva España”.

Sobre qué medidas adoptaría para simplificar las licencias de edificación si Vox gobernara la nación, la chusquedad alcanzó su culmen en una mesa en el paseo marítimo de la capital malagueña: “Trasladaremos la pregunta a la Gestora y trataremos de darle una respuesta personalizada”.

De seguir interrogando sobre esos temas que uno que está al frente de una mesa informativa tendría que conocer al dedillo, estamos seguros que el resultado habría sido el mismo: ni pajolera idea.

En la etapa de José Enrique Lara se recurría a las personas más preparadas para atender este tipo de requerimientos informativos. Ahora se pone a cualquiera para hacer bulto.

De tal Gestora, tales prendas. La culpa sin embargo es de quien permite que las mesas informativas estén siendo una exaltación folclórica de lo peor de la derechoide.

De todo ello hay una máxima responsable: Patricia Rueda, que es la que todavía maneja el partido como una finca con un puñado de guardeses a su servicio. Tuvo la suerte de ser elegida a dedo para ser candidata al Congreso, sin ningún mérito político ni curricular que la avalase. Recaló en Vox como podría haberlo hecho en el PP, en Ciudadanos, o si se tercia hasta en el PSOE. Patricia Rueda es un personaje más bien mediocre, su oratoria es teledirigida, carece de formación intelectual, no domina ni uno solo de los grandes asuntos que se cuecen en el Parlamento, no se recuerda nada que en ella que haya sido genial. Ni siquiera brillante.

Pero Rueda no es ninguna tonta. La prueba es que ha ejercido cargos muy por encima de sus capacidades durante años. La que llama “derechita cobarde” al PP no se atreve sin embargo a conceder entrevistas a periodistas de presa. El temor a salir trasquilada pesa más que la exigencia de dar la cara. ¿Y a qué teme la penosa diputada? Pues sobre todo a que el gran público conozca sus magros conocimientos más allá de evocar los lugares comunes del patriotismo de cartón piedra.

Es lo que ocurre cuando los chiringuitos económicos se imponen a la meritocracia como fórmula reglada de vida y ya no digamos de hacer política.