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El mestizaje como un valor absoluto

BD.- Por boca de sus fieles vasallos de los distintos países de la UE, la ideología mundialista y niveladora de las identidades nacionales y personales quiere imponer el mestizaje como un valor absoluto. Estamos ante un nuevo totalitarismo. El totalitarismo es un sistema político y económico que busca imponer su modo de pensamiento y organización como el único posible y autorizado. Eso es lo que tenemos en mano.

Unos ejemplos ilustrativos de la cada vez menos disimulada intención de cambiar drásticamente la conformación de los pueblos blancos por la élite del Nuevo Orden Mundial.

“Lo que hay que hacer, es practicar en todas partes el mestizaje y el control de los nacimientos para crear una raza única en un mundo único bajo un gobierno único”. Brock Chisholm, ex director de la OMS.

“Tendremos el gobierno mundial. Que eso guste o no. La única cuestión es saber si será creado por vía de conquista o de consentimiento”. Paul Warburg, iniciador del Banco Central Norteamericano.

“Hay que imponer el mestizaje en todas partes. La idea de países étnicamente puros es una pervivencia del siglo XIX. El tercer mileno verá la victoria del mestizaje”. General USA Wesley Clarke (jefe de las fuerzas de la OTAN en la guerra de Kosovo).

Pero la verdad es que, aunque se declara la vocación mundial de esta ideología perversa destructora de las identidades, este programa no parece ser concebido en realidad más que para los pueblos europeos, ya que los pueblos no blancos quedan al margen de esas imposiciones, para conservar la “riqueza de las identidades” de las etnias y razas no blancas. Toda la humanidad sería en principio el objetivo de ese deseable y benéfico mestizaje, pero en la práctica sólo una parte de esa humanidad es la que está siendo llevada por la senda de la concreción de ese plan. Pasa otro tanto con la ideología del multiculturalismo, hermana siamesa del mestizaje promovido e impuesto a escala internacional. La multicultura es exaltada como un valor universal y sin embargo sólo es promovida en el ámbito de las naciones blancas europeas y eurodescendientes.

En todo caso, existe una ideología oficial a favor del mestizaje en los países europeos y de origen europeo. Es un hecho indiscutible. Después de haber negado el concepto mismo de raza, ahora predican la mezcla de razas y intentan imponer ese programa a las naciones blancas, que deben dejar de serlo, según los amos del mundo. Las oficinas de la propaganda de Estado ya están en función en toda la UE, tanto como sus comisarios políticos y multitud de oficinas privadas. Cualquiera que exprese la voluntad o la necesidad de preservar la homogeneidad étnica y cultural de su pueblo, es tachado en el acto de racista y de criminal y puede verse llevado ante un tribunal, que con toda seguridad lo hallará culpable de alguna figura contemplada en el código penal: crimen contra la convivencia, la seguridad nacional, la paz social y hasta el género humano.

Con la importación masiva de extranjeros de distintas razas y culturas hacia los países europeos y las crecientes tensiones que surgen de esta convivencia forzada entre grupos inasimilables, el mestizaje es presentado como la solución a los conflictos latentes y los peligros de esa yuxtaposición en un mismo espacio físico de grupos antagónicos en lo cultural, lo moral y lo religioso. Ante la subida del comunitarismo de los distintos grupos étnicos, raciales y culturales, el mestizaje se presenta como LA solución, la última esperanza antes de la dislocación social y la guerra civil que sería el corolario de esa fractura definitiva. Pero ninguna sociedad multiétnica ha tenido nunca éxito. Todas las sociedades multiétnicas, multirraciales y multiculturales han fracasado o están enfermas de muerte.

En la sociedades multiétnicas se verifica el fenómeno contrario al mestizaje cantado como la panacea a todos los males del ser humano: los distintos grupos tienden a replegarse sobre ellos mismos. Las diferencias entre los grupos hace que estos adquieran mayor conciencia de su especificidad y tiendan naturalmente a separarse y aislarse de los demás.

Ese esfuerzo de propaganda intensiva, ya abiertamente asumido y reivindicado por los Estados, a través de sus distintas oficinas gubernamentales, también es delegado a organizaciones muy bien subvencionadas o confiado a periodistas del servicio público, debidamente seleccionados

Toda esta propaganda a favor de la mezcla de dos o más razas no llevaría a un enriquecimiento como dicen, sino a un debilitamiento genético que volvería a la raza mestiza más sociable más controlable, más dócil…, o más agresiva si la mezcla es “explosiva”. Este fenómeno es bien conocido de los criadores de perros o de ganado en materia de cruzas en las que se busca conseguir unas determinadas cualidades en el animal.

Los multiculturalistas creen que juntar comunidades impermeables las unas a las otras produce un mestizaje cultural y crea nuevos valores. Eso es totalmente falso. Tal situación no crea más que una reafirmación identitaria simplificadora y absurda, con su equivalente biológico: una consanguinidad delirante (30% de malformaciones entre los recién nacidos pakistaníes en Gran Bretaña, por culpa de los casamientos consanguíneos).

El multiculturalismo fabrica los discursos identitarios. El multiculturalismo es un racismo, y es también la matriz de formación de los discursos de orgullo: un multiculturalismo societal que engendra racismos políticos.

Al ir contra la mezcla voluntaria de las poblaciones, que conlleva una asimilación natural, la ideología multiculturalista de la convivencia sobre la que se apoya la idea del mestizaje forzado engendra a la vez el comunitarismo y consecuentemente el racismo, el miedo al otro, el repliegue comunitario, el reforzamiento identitario… y la consanguinidad. Queda claro que esta ideología produce el efecto contrario al que pretende buscar.

En definitiva, la finalidad del mestizaje es que todo el mundo se parezca a todo el mundo, una especie de universalidad por nacionalidad, que nadie pueda reivindicar tal o cual territorio, tal o cual memoria, tal o cual historia, una identidad y un lugar en el mundo, eso es: una dimensión humana imprescindible a la natural estatura del hombre. Y eso no será posible cuando todos tengamos la misma cara, el mismo color de piel y seamos un clon de nuestros vecinos. El mestizaje mata los pueblos, anula el hombre, asesina su misma condición, vuelve imposible toda esperanza.

Ya no habría negro ni blanco ni tampoco gris. El mestizaje es una ideología fundamentalmente racista. Ningún enriquecimiento mutuo será posible sin las diferencias de cultura están disueltas en la gran sopa de la uniformización mundial. Para tener algo que aprender de otro es necesario que este siga siendo un “otro” diferente de “nosotros”. Sin raíces, sin lugar definido, sin jerarquía admitida ni orden superior, será por fin libre de vagar toda su existencia a la búsqueda de justificaciones que su ego hipertrofiado terminará por encontrar en el consumismo compulsivo… Derribado de su pedestal que su origen divino le había reservado sobre eleementos y bestias la dimensión original del hombre se desvancerá y éste no será ya más que un vagabundo sin alma ni sueños, sólo tripas y apetitos…