Inicio Colombia Entre plegarias se trabajan últimos metros de la presa en Hidroituango

Entre plegarias se trabajan últimos metros de la presa en Hidroituango

El túnel que llega a la presa de Hidroituango parece vivo. Respira. Inhala y exhala en un efecto provocado por la presión del agua en casa de máquinas que expulsa el aire en diferentes direcciones. Son las 8 de la mañana y hay cambio de turno. El suelo fangoso de esa caverna se llena de huellas.

Los que trabajaron desde las 8 de la noche dejan sus labores y salen por el ducto. Algunos a descansar hasta el próximo turno, y otros, que cumplieron 14 días continuos de labores, irán a casa a un merecido descanso de 7 días.

Otro número igual de operarios apenas comenzará jornada, buscando aportar -algunos literalmente- su grano de arena para completar los menos de dos metros que faltan de la presa (están en 408,3) y llegar a la tan ansiada cota 410 para que el nivel del embalse suba y pueda fluir de manera controlada por el vertedero, evitando así una posible ola de 26 metros aguas abajo si el caudal del Cauca pasa por encima de la presa.

Oh padre celestial, te agradecemos por todas las bendiciones recibidas, el pan diario, la familia que nos espera en casa. Danos sabiduría y discernimiento para culminar esta obra

Los que apenas llegan, cerca de 30, se reúnen formando un círculo. Cierran los ojos e inicia la plegaria: “oh padre celestial, te agradecemos por todas las bendiciones recibidas, el pan diario, la familia que nos espera en casa. Danos sabiduría y discernimiento para culminar esta obra con éxito y sin accidentes”-.

Se rompe la cadena y todos aplauden. Se siente la tranquilidad en el ambiente. También el compromiso.

Este ritual, cuenta la inspectora de Seguridad y Salud del proyecto, Merly Palma, lleva 15 meses haciéndose sagradamente cada cambio de turno.

El grupo en el que estoy se redujo casi 70 por ciento. Muchos se han ido 

Encomendamos a Dios a todas las personas que estamos trabajando en la obra para que Él nos acompañe permanentemente en cada una de las actividades», explica.

La oración, se hace aún más necesaria en estos momentos de contingencia en los que la fe puede darle una mano a la ingeniería. Ninguna ayuda está de más.

También sirve para mantener el grupo unido. Un grupo que está diezmado.

Y es que después de las filtraciones de agua en las últimas semanas, que dejaron 5 personas lesionadas, se han presentado renuncias masivas según los mismos obreros.

A pesar de que muchos han renunciado , los que quedan confían en que todo salga bien.

Foto:

Jáiver Nieto. EL TIEMPO

El grupo en el que estoy se redujo casi 70 por ciento. Muchos se han ido, algunos por miedo, otros a petición de sus familias, y otros por terminación de contrato. Yo siento que estamos seguros aunque hay riesgo, pero esto hay que terminarlo», dice Luis* quien hace parte del grupo de Merly.

La misma inspectora sufre ese fenómeno. Día a día se debate entre irse o quedarse. «Mis hijos me llaman llorando cada vez que ven que pasa algo y me piden que regrese… Que no se quieren quedar huérfanos», dice con voz cortada…»Es muy difícil para mí como mamá la decisión de quedarme, pero tenemos una meta en común y por el momento nos sentimos seguros», agrega.

Por eso, también le sirve la plegaria, que no es la misma todos los días, tampoco es ella quien siempre la reza. El que voluntariamente desee tomar la vocería o participar de la cadena de oración, es libre de hacerlo.

Y mientras los nervios bajan, la presa y el caudal siguen subiendo en una carrera contrarreloj. Jorge Londoño De la Cuesta, gerente de EPM, explicó que según los cálculos, entre 6 y 10 días el nivel del embalse llegaría al de la presa generando un desbordamiento catastrófico. Sin embargo, el avance en obras es en promedio de un metro diario y solo faltan menos de 2 para llegar a la cota 410 y llegar al nivel de las compuertas del vertedero.

Contingencias siempre van a haber, más en un proyecto como esto. Pero lo malo no es que pasen, sino que no se haga nada cuando ocurren. Y aquí se están haciendo cosas»

Por eso no hay silencio en Hidroituango. Los siete días de la semana, las 24 horas del día hay movimiento.

Órdenes impartidas se escuchan en medio del sonido de taladros, volquetas y demás maquinaria que opera a toda capacidad, sirviendo de apoyo a los 1.500 trabajadores que, en diferentes turnos, laboran arduamente, bajo el sol o la lluvia, para alcanzar el hito de llegar a la 410 en la presa.

Uno de esos es Marco Lucumí. Caleño, de tez morena y barba canosa al igual que el cabello que se alcanza a ver entre el casco naranja de seguridad.

Su labor consiste en el aseguramiento de acero y proceso de fundido. Su turno nocturno terminó y se le ve cansado, aún así le saca una sonrisa al trabajo diciendo que solo deben trasnochar los que salen de rumba y los vampiros.

Al preguntarle sobre la emergencia y sobre si siente temor, sigue siendo igual de tranquilo. Se rasca la barba y dice: «contingencias siempre van a haber, más en un proyecto como esto. Pero lo malo no es que pasen, sino que no se haga nada cuando ocurren. Y aquí se están haciendo cosas».

DAVID ALEJANDRO MERCADO
Enviado especial de EL TIEMPO
ITUANGO
@AlejoMercado10