Inicio Actualidad ‘España es de izquierdas’ – La Gaceta de la Iberosfera

‘España es de izquierdas’ – La Gaceta de la Iberosfera

Los ingleses advierten que hay tres temas de los que no se debe hablar en sociedad: dinero, religión y política. Lo del dinero, se lo compro. Lo de la religión, a ellos, con el lío que tienen desde Enrique VIII, se lo entiendo. Pero la política es un tema esencial de conversación en cualquier sociedad libre. Mejor ahí Sócrates, Platón y Aristóteles, desde luego.

En una cena con los amigos de mi infancia, salió a relucir Almeida. Los que tenían una sensibilidad más centrista, pusieron por las nubes su habilidad para pactar los presupuestos de Madrid con la izquierda por cuatro chucherías. Recordé lo que a idéntico argumento había respondido el venerable tuitero @PDeclan: «Aborto, LGTBI, «canonizaciones» laicas e IBI. Las «chucherías» de siempre». Lo de las «canonizaciones laicas» iba por Almudena Grandes, expliqué a los más literales.

Como mis amigos, incluso los más recalcitrantemente centristas, son inteligentes, descartaron enseguida el truquillo de decir que la culpa era de Ortega Smith por no hacer un «sí, wana» a todo lo que les ponía por delante Almeida, incluido el incumplimiento de su compromiso de acabar con Madrid Central. Simplemente, sostuvieron que «España es de izquierdas» y, por tanto, un gobernante de derechas no puede aspirar a más que a ganar tiempo haciendo tocomochos y equilibrios en el alambre electrificado de la corrección política. Como argumento de autoridad, citaron a ministros de Aznar que conocen muy bien y que insisten en privado en que no se puede gobernar nuestro país ignorando ese hecho: su ontológica izquierdosidad.

No hay que resignarse al engaño o al tocomocho con las izquierdas ni a dar a un pueblo lo contrario de lo que desea

Yo les di las gracias, entusiasmado, porque habían propiciado una serendipia de manual. De casualidad yo había encontrado (¡eureka!) la diferencia clave entre la derecha centrista o el centro reformista o como se llamen, y la derecha. Para los primeros (y han sido los únicos de derechas que han actuado en política en los últimos cuarenta años) hay que pasar de perfil porque «España no es de derechas».

Me temo que este error arranca de no haberse leído a sus clásicos ni tampoco haberse fijado mucho en la gente de su país. Robert Conquest, en su primera ley (¡la primera!) de la política, ha establecido una verdad fácilmente comprobable: «Todo el mundo es de derechas en aquello que conoce de primera mano». Si en vez de fijarse en las macroeconomías, el PP hubiese estado pendiente de los problemas concretos de la gente real, se habrían dado cuenta de que eran de derechas y mucho. Lo son en la defensa de la propiedad y su rechazo a los okupas, en su desesperada demanda de una ley penal más eficaz, por su rechazo a los impuestos, en el patriotismo que no han oxidado ni tantos lustros de abandono y cesiones, en su amor a su familia, etc.

Basta rascar un poco a las grandes masas honradas del país para que salga fuera, imparable, el sentido común

No ha ayudado mucho, me temo, que el granero de los políticos del PP haya sido la Alta Administración del Estado, como Almeida (que es abogado del ídem) o Rajoy (que es Registrador de la Propiedad), etc. Les ha faltado contacto diario con la gente de a pie. El PSOE se ha nutrido mucho de profesores de instituto, donde el roce es constante. Por supuesto, hay excepciones en todos los partidos, pero la tendencia general se percibe. Por eso, por el contacto, la izquierda tiene un miedo cerval a la derecha sociológica. Ellos saben que basta rascar un poco a las grandes masas honradas del país para que salga fuera, imparable, el sentido común y la potencia renovadora de la tradición.

Ya he contado en otra ocasión lo que me sucedió con mi frutero. Escribir artículos a diario en la prensa local hace que luego me toque ir comentándolos con las personas que me cruzo por la calle. Hablan conmigo de política la chica que me pone un café en el bar y los conserjes de mi IES, que me dan ideas; etc. Entre ellos, destaca el frutero. Aunque sirve diligentemente, conmigo se entretiene un poco más de la cuenta para comentarme las noticias. Hace unos días esperaba detrás un abogado de postín, que oyendo que me hablaba de política, dio por sentado que el frutero sería de izquierdas y me guiñaba el ojo con cierta petulancia muy poco discreta. Yo tenía ganas de gritarle: «¡Escucha lo que dice!», pero no había manera. El abogado —en los pueblos nos conocemos bien todos— es una excelente persona y gran teórico y partidario de la derecha más moderada.  Seguro que en las cenas con sus amigos afirma luego, muy cargado de razón, que España no tiene remedio porque es totalmente de izquierdas. Ya.

No hay que resignarse al engaño o al tocomocho con las izquierdas ni a ser un pequeño Maquiavelo de bolsillo ni a dar a un pueblo lo contrario de lo que desea. Sería poco democrático, si los españoles fuesen de izquierdas realmente, cogerle las vueltas así. Por fortuna, son del sentido común y de las cosas claras. Hay que decirlas así y despertar ilusión. La verdadera labor de la derecha española y, más concretamente, de la cultural, que es la que me concierne, es proponerle a España un reconocimiento.