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¡Gran escándalo! Jacobo Vázquez y Antonio Sevilla logran que Vox expulse a Antonio Pulido por proteger a sus hijas de un depravado sexual

Antonio Pulido.

A. Robles.- Para qué nos vamos a andar con rodeos, Vox está tan podrido como el alma de muchos de sus dirigentes. Ya ni siquiera se guardan las formas ni se toman la molestia de que parezca un accidente. Antonio Pulido, todo un símbolo político y moral para centenares de militantes, ha sido suspendido de militancia por espacio de dos años luego de la denuncia presentada ante el Comité de Garantías por el chusquero Jacobo Vázquez. Detrás, no lo olviden nunca, la mano traicionera de Antonio Sevilla moviendo la cuna.

La razón de la insólita decisión: una carta de Antonio Pulido aparecida en AD en la que señalaba que había prohibido a sus hijas cualquier contacto con Vox en tanto permaneciera dentro un depravado sexual que había estado acosando y enviando videos masturbatorios a una joven relacionada con el partido. Era la actitud digna y decente que cabía esperar de un padre. El Comité de Garantías se ha valido de la carta publicada en el medio más odiado por Jacobo Vázquez para fundamentar una expulsión que tiene, sin embargo, otro motivo. Por que lo que estos cobardes no reconocerán nunca es que la razón de que Pulido haya sido expulsado no es otra que su asunción del liderazgo de la Plataforma Antigestora de Vox Málaga, que aglutina ya a casi dos de cada tres militantes de base. Piensan el amiguísimo de Anabel Ortega y el títere de “Barbie”, que decapitando a Pulido se pondrá fin al creciente divorcio entre las bases y la patulea dirigente mangoneada por unos pocos. La expulsión de Pulido, de la que José Enrique Lara ha estado siempre informado por parte de la dirección del partido, debe ser como la sangre de los primeros cristianos en la antigua Roma.

Con o sin Pulido, en Vox Málaga hay ya un problema estructural de muy difícil remedio, y la dirección nacional ha sido, en parte, culpable por haber permitido a Patricia Rueda impregnarle al partido su ya legendaria incompetencia.

Jacobo Vázquez.

El “chusquero” ha ganado una batalla a costa de terminar de desmembrar el partido en Málaga. Hizo bien Pulido en advertir a los padres de gente como ésta. Nos consta que Antonio Pulido no tiene ambiciones políticas pero sí vocación de servicio. Es un hombre leal y de una pieza, en las antípodas de esos mierdecillas que pierden la dignidad, el alma y hasta el culo por cualquier puestecillo susceptible de lisonja. Por eso estamos en condiciones de adelantar que Antonio Pulido va a seguir liderando a la Plataforma Antigestora, con más legitimidad y razón de ser que nunca.

El miedo a Pulido es tal que han tenido que forzar su expulsión creyendo que de esta forma podían detener el tsunami de desafecciones. Ya les adelanto que no. Hoy más que nunca, acabar políticamente con esta gentuza debe ser imperativo. Vox es a la democracia interna lo que un huevo a una castaña.

El espectáculo lamentable que está ofreciendo en Málaga el aparato oficial de Vox, nos retrotrae a esa nefasta circunstancia en la que la fidelidad se trocó en traición y la lealtad en puñalada trapera, Lara mediante.

Vox apareció hace años como la esperada novedad que podía hacer surgir una chispa de esperanza en el corazón de tantos buenos españoles. Utilizando los símbolos más sagrados de nuestra patria y de nuestra religión, se presentó como la opción renovadora que podía devolver a España y a sus ciudadanos la dignidad perdida. Al final, han acabado aprovechándose de la gente honrada y sencilla y se han presentado como los defensores a ultranza de aquellos principios innegociables que constituyen el fundamento de nuestra civilización: el respeto y la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural; la familia, fundada en el matrimonio entre hombre y mujer; la libertad de los padres para educar a sus hijos conforme a sus convicciones; la promoción del bien común en todas sus formas y la subsidiariedad del Estado.

Antonio Sevilla, Patricia Rueda y Javier Ortega Smith, dirigentes de Vox Málaga.

Llenaron sus bocas de aquellos sacrosantos principios… Congregaron multitudes que corearon con entusiasmo el “Que viva España” de Manolo Escobar y el “Novio de la Muerte” de la Legión, hasta convertirse en una mueca insulsa en la cara de un friki como el de la película “Torrente, el brazo tonto de la ley”.

Nos han engañado. Desde el minuto cero, es decir, desde el momento en que intuyeron sus dirigentes la posibilidad de hacerse un hueco en el sistema parlamentario, despreciaron a los militantes, ningunearon a aquellos que querían hacer algo y expulsaron a los rebeldes que denunciaron el autoritarismo de la dirección. Se han desmelenado lascivamente, mostrándose como un partido férreamente controlado por una dirección que exige acatamiento cuasi divino, sin democracia interna y sin derecho a la discrepancia.

Con su barbita de Leónidas en las Termópilas de su casoplón del millón de euros, Abascal que hace un año estaba tieso y escurrido, se ha convertido en un acaudalado empresario político que maneja pasta a manos llenas…

Eugenio Moltó (i) y Rubén Manso (d), ejerciendo de floreros de Patricia Rueda, la de rojo.

El funcionamiento interno de Vox, con elecciones amañadas y dirigidas, se parece más a Presidium del Soviet Supremo de la URSS que a la misma Falange Española. Pues en la Falange primigenia no había elecciones ciertamente, sino jerarquía y obediencia, ya que todos, desde el jefe hasta el último militante, se jugaban la vida todos los días ante los enemigos de España. Ahora, los de Vox están esperando, mientras pisan moqueta en el Parlamento, que les votemos para seguir cobrando. Como en el Soviet, que se votaba siempre al candidato oficial por aclamación del 99%.

Vox se ha convertido pues en un partido más del sistema corrupto al cual ya pertenece, si no desde el principio, desde el momento en el que decidieron vivir de los tópicos patrioteros de cantina decrépita y abandonar lastimosamente aquellos principios innegociables por los que tantos los votamos.

En Vox ya no existe ni el sacrificio ni la renuncia, y por eso no puede vencer. Vox vive desde hace tiempo en una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa. No está ahí el sitio de los buenos españoles. Abascal, Ortega, Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio no inspiran ya ni fe ni respeto. Vox, con sus escaños nacionales y autonómicos, disputa ya a los habituales los restos desabridos de un banquete sucio. Ya no van a salir nunca fuera, al aire libre, ya que bajo las estrellas hace demasiado frío para el que está acostumbrado a la calefacción parlamentaria. Que sigan Smith y Patricia Rueda con sus lúbricos festines. Que sigan Jacobo Vázquez y Antonio Sevilla laminando a los mejores. Nosotros fuera, en vigilancia tensa, fervorosa y segura, ya presentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas. Y lo presentimos en todos aquellos que, como Alerta Digital, no están dispuestos a rendirse para dejar a España a merced de mercaderes, trileros y embaucadores.