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La Diada de los brotes verdes

La Diada del 11 de septiembre en Cataluña ha provocado unas cuantas buenas noticias. La primera es que la evidente división del separatismo va en aumento. Además de la pitada a Aragonés en la manifestación de la Diada, a las candidaturas encabezadas por Esquerra, Junts y la CUP es muy probable que se unan otra de la ANC y otra de Alianza por Cataluña, el partido supremacista que encabeza la alcaldesa de Ripoll, Silvia Orriols. La segunda es que la capacidad de movilización de las entidades soberanistas es cada vez menor y pincharon notablemente. A pesar del flipe de los organizadores, que anunciaron que en la marcha norcoreana habían desfilado ochocientas mil personas no llegaron ni a ochenta mil. Piensen que la Guardia Urbana, que está en manos del PSC –los socios de ERC y Puigdemont– dijo que fueron 115.000 asistentes, así que ya se pueden imaginar la verdad.

Los separatistas no sólo no van a la manifestación, ya ni siquiera la ven por TV3. La audiencia de la retransmisión de la marcha norcoreana de la ANC estuvo bajo mínimos y fue cuatro veces inferior a la que se registró en el 2017, poco más de cien mil personas. Y el gran hito de la jornada separatista fue poner una pegatina en la placa de la Plaza de España para rebautizarla como Plaza del primero de octubre. En eso se han quedado las grandes gestas del independentismo catalán.

Pero lo mejor es que poco a poco la gente ya no se calla y empieza a mostrar su hartazgo hacia las mentiras y, sobre todo, la pesadez del separatismo catalán. No solo son fanáticos, además dan la turra todo el día y agotan al más paciente. En la víspera de la Diada, en la localidad tarraconense de Salou, un centenar de valientes fueron con sus banderas rojigualdas a una marcha de antorchas convocada por separatistas radicales y cantaron sin complejos el «yo soy español, español, español» y cánticos contra Puigdemont. Y el día 11, en el antiguo hospital de la Santa Creu, en Barcelona, tres entidades (Somatemps, Cataluña Suma y DENAES) celebraron un homenaje a los caídos de ambos bandos durante la Guerra de Sucesión con la bandera nacional presidiendo el acto.

Sigamos. En un vídeo que se hizo viral se vio como una señora desplegó en su balcón una bandera de España mientras por la calle discurría la manifestación de la Diada. A pesar de los insultos y pitos que recibió, se mantuvo firme aguantando su rojigualda. Los pequeños gestos son importantes, y más ante una turba. Por último, tras la Diada Societat Civil Catalana ha anunciado que organizará una manifestación el próximo 8 de octubre para protestar por la posible amnistía y el referéndum. Aunque no ha sido nada elegante que SCC la haya anunciado sin antes haber intentado que fuera unitaria agrupando e informando al resto de asociaciones constitucionalistas, hay que dejar claro que es una iniciativa necesaria y loable, y que merece el apoyo de todos.

Así que iremos el 8 de octubre a decirle a Jaume Collboni, a Salvador Illa y a Pedro Sánchez que opinamos de sus chalaneos con los separatistas y populistas. Es bueno que la Resistencia al secesionismo se muestre activa, ya que lo que no hace el hegemónico PSC –combatir democráticamente al independentismo- lo tendremos que hacer la gente que nos oponemos a una Cataluña excluyente que busca reventar la democracia en España.