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La Farsa del Liceu

FP.- La construcción del Gran Teatro del Liceo se hizo por aportaciones de particulares en 1847, miembros de la sociedad industrial culta y avanzada de la Barcelona del siglo XIX.

Un incendio en 1994 destruyó totalmente el edificio y fueron las administraciones públicas de la España constitucional las que se encargaron de construir una réplica del antiguo teatro. La sociedad barcelonesa ya no pudo con la hercúlea tarea de volver a levantar un edificio de semejante fuste y desde entonces la titularidad es del Ayuntamiento, la Diputación, la Generalitat y el Estado.

Fue el gobierno de Aznar quien pagó la mitad del edifico, costó 22 mil millones de pesetas, 140 millones de €, el doble del presupuesto inicial.

En este reconstruido inmueble es donde el aparato de propaganda de la Moncloa de Sánchez ha decidido hacer el último acto de la perfomance tragicómica de la venta de los indultos ilegítimos a los condenados por golpistas y por malversar los fondos públicos que transfiere el Estado central a la Autonomía catalana para sanidad y educación, utilizándolos para montar un referéndum ilegal.

Esta representación en la Ópera ante 300 invitados de la llamada sociedad civil es el último acto y lo han titulado el “reencuentro”.

El primero de ellos fue con Quim Torra en febrero de 2020 con la mesa de diálogo a cambio de que ERC apoyara la investidura.

Los indultos encajan en la insistencia de Sánchez de que su Ejecutivo trata de construir “convivencia”, pasar “página” de un pasado nefasto de confrontación, asumir “errores” y reconstruir los puentes derruidos.

Con semejante explicación lo que hace es despreciar pública e impúdicamente a los magistrados que después de juzgar a los delincuentes por sedición en el Tribunal Supremo condenaron a prisión a los procesados.

Son pues los magistrados los que a juicio de Sánchez han destrozado los puentes con Cataluña mediante errores continuados imposibilitando la convivencia con un constante encadenamiento de errores.

Con los indultos se carga de un plumazo el trabajo de jueces y magistrados que lo único que hicieron fue aplicar la ley.

La reacción de los golpistas ante semejante desprecio a las normas de convivencia oliendo debilidad es seguir apretando por lo que no va a estar presentes en este último acto para provocar una doble humillación, la primera los propios indultos, la segunda el desprecio a quien los otorga.

En lo único que está de acuerdo la España democrática y la Cataluña violenta es en denominar “farsa” a la pomposa conferencia que Sánchez protagoniza antes de indultar de iure a los que quisieron romper España y que alardean de seguir intentándolo.

La diferencia del concepto “farsa” es obvia, la España democrática defiende la ley, su interpretación y su aplicación; los otros pisotean la libertad en connivencia con el propio presidente del gobierno.

Sería una comedia si no fuera por sus trágicas consecuencias.

Hoy el Liceu vuelve a incendiarse, esta vez por la mezquindad, la hipocresía y el insulto de Sánchez en particular a los barceloneses y a los catalanes y en general a todos los españoles.