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La incógnita de Vox: el PP se juega entre 2 y 3 puntos con los de Abascal

Esta noche echa el cierre una campaña electoral inaudita en democracia. La duda que desestabiliza todos los cálculos de los partidos es la sombra de Vox. La presión pesa más a la derecha, pero también en la izquierda se hacen la misma pregunta. ¿Qué hay detrás de la sensación de fuerte movilización que está generando el partido de Santiago Abascal? ¿En qué se traducirá esa capacidad de movilización y de conseguir desbordar aforos en recintos que ni PP y PSOE juntos podrían hoy llenar?, como reconocen dirigentes de los dos partidos. ¿Será realmente Vox un tsunami el domingo electoral o no?

Una explosión de Vox en las urnas descolocaría por completo el escenario, y digan lo que digan las últimas encuestas publicadas, en la izquierda no acaban de tenerlas todas consigo y en la derecha cada vez creen tener más posibilidades de gobernar. Perdidos en este juego de sensaciones los partidos aparcarán esta noche sus caravanas electorales.

La movilización de la derecha es histórica, está «hipermovilizada», en esto no dudan ni en la izquierda ni en la derecha. Y este hecho, testado en campaña, ayuda a que en el PP crezca la expectativa de que «Pablo Casado tiene muchas posibilidades de ser presidente». Él está convencido de que sumarán, y de que habrá gobierno alternativo al de Pedro Sánchez. No es un mantra discursivo, sino convicción personal, según coinciden en confirmar quienes han tenido oportunidad en los últimos días de compartir conversaciones con él.

Ahora bien, el riesgo es que sea a costa de una fuerte caída de escaños de sus siglas y de que Vox entre en el Congreso con, por ejemplo, alrededor de medio centenar de escaños, lo que haría muy difícil la negociación de un Gobierno. Un Ejecutivo autonómico como el andaluz, que se sostiene en el acuerdo de PP, Ciudadanos y Vox, no tiene competencias en las materias más delicadas sobre las que los de Abascal han levantado su castillo electoral. No tienen margen en Defensa ni en inmigración, sólo por citar dos cuestiones mollares. Y es más que evidente que si Vox se dispara, y la derecha suma, jamás renunciará a las líneas rojas que aceptó desdibujar en Andalucía porque son su razón de ser. De la misma manera que las formaciones nacionalistas no puede renunciar jamás a la independencia.

Es ir muy lejos sin que hayan hablado las urnas, pero ya hay quien da vueltas dentro del PP a la idea de que si Vox está muy fuerte, la negociación de un pacto de investidura será más que complicada, por no decir imposible, «ya que hay precios que el PP no puede pagar».

Los partidos siguen manejando trackings y recibiendo orientaciones demoscópicas sobre hacia dónde evoluciona el sentido del voto. En los últimos días se está movimiento muy poco, y a pesar de los debates electorales hay bastante estabilidad. Pero esto no acaba de encajar con algunas de las imágenes que está dejando la campaña. A horas de que empiece la jornada de reflexión, lo único cierto es que «la incertidumbre» es total y que el principal interrogante es cómo se comportará Vox en las urnas.

En un rápido sondeo entre partidos y expertos demoscópicos destaca la conclusión de que predomina la hipótesis de que hay muchísimas posibilidades de que el resultado sea «una sorpresa», y de que coinciden en que esa «sorpresa» afectará principalmente al PP o a Vox.

La izquierda tiene que salir a movilizar. En la derecha ya está movilizados, la clave está en qué sentido se mueve el voto indeciso y si actúa como voto útil. De manera preventiva en los principales cuarteles de los partidos advierten de que en esta ocasión «la demoscopia no va a acertar». Y que esto recolocará principalmente al PP y a Vox. Los primeros pueden sacar dos o tres puntos más de lo que se espera, o, por el contrario, puede que sea Vox el que consiga mucho más de lo que le dan las encuestas. Como partido de moda. Vox está muy fuerte en Madrid. En Valencia, en Andalucía. Y parece que no tanto en el resto de provincias.

Esta tarde todos los partidos cerrarán su campaña con una apelación a la movilización y al voto útil. En el bloque de izquierdas insistirán más en llamar a «una movilización extra para gobernar». En la derecha, Casado intentará imponer su demanda de que se una el voto alrededor de sus siglas porque «la fragmentación les aleja del Gobierno a pesar de que la derecha esté más movilizada que nunca».

No hay opinión sobre cómo influirá el «juego sucio» dentro de la derecha, simbolizado en el fichaje de última hora por parte de Ciudadanos del ex presidente de la Comunidad de Madrid Ángel Garrido, hasta el miércoles militante del PP. Ni tampoco hay criterio sobre hasta qué punto puede condicionar el voto final la imagen que quedó en la opinión pública de los candidatos en sus cruces dialécticos de esta semana. Pero la clave será sobre todo la respuesta a esa pregunta de si detrás de la sombra agazapada de Vox hay o no hay un tsunami.